El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Él, nuestro Redentor, se encuentra con nosotros cada instante, y luego por toda la eternidad, que ya comienza aquí.
La palabra de Cristo es nueva cada instante. No está sometida a cuarentena.
Sabiendo que nuestra ciudadanía está en los cielos, y allí estamos con nuestro Redentor resucitado, nos ponemos a caminar en medio de la pandemia.
El redimido siempre mira para ver dos perspectivas: la presente, natural, y la que corresponde a la vida eterna, esa vida que tenemos escondida en Cristo.
Nuestro Casiodoro fue presentado, reconocido, en su persona y en su talante, como modelo a seguir.
Llegamos al final de esta mirada sobre el libro del profesor Villacañas, 'Imperiofilia y el populismo nacional-católico', donde se muestra la condición intelectual de 'Imperiofobia y la leyenda negra', de Mª Elvira Roca Barea
Al final, el catolicismo fue el soporte de esta sociedad de dominadores. La violación y el abuso fue la norma.
La comunidad de confesión reformada así fue una fuerza completamente antitradicional y desarticuló el mundo medieval por completo.
En ‘Imperiofilia y el populismo nacional-católico’, Villacañas muestra una y otra vez la condición populista de la obra de Roca Barea, con todos sus aspectos accesorios.
Tiene nuestro autor una mirada compleja sobre la compleja realidad, y esa es la única manera de poder “ver” algo.
Casiodoro nació en Montemolín, donde hoy tienen la mejor disposición para recordar como conviene a su universal vecino.
La autora se ha tragado la propaganda dorada del papado, hasta el último sorbo.
Que esos protestantes en el XVI logran crear una red de propaganda internacional, y los pobres papistas españoles, con su imperio donde no se ponía el sol y todo, no abrieron su boca, es un puro cuento que se puede contar como se quiera, pero es un cuento.
El mismo Castelio, en su gran confrontación con Calvino, afirma que él no mató a Servet. Fueron “los ginebrinos”.
Que quede aclarado que el necio piensa que su necedad es sabiduría, pero que él (o ella) lo piense, no la convierte en sabiduría.
Cuando de protestantes españoles se trata, a Mª Elvira Roca no le cabe otra posibilidad, sino que sean renegados: de la fe verdadera, la buena, el papado, y, por ende, de su patria.
La propiedad primero y luego pérdida de una parte del monasterio de San Isidoro del Campo no importó en su momento y tampoco importará ahora.
No perdamos la memoria, ni la historia. Y más en un tiempo cuando queremos acordarnos de la Reforma con sus principios y fines.
La historia de nuestro territorio se ha configurado en su sujeción al papado. No se puede olvidar.
En el complejo siglo XIX, la percepción social y religiosa de la sociedad que Usoz manifiesta, es un buen terreno de reflexión y aprendizaje para nosotros en nuestro tiempo y circunstancias.
Dice Villacañas: “Todos hemos quemado las naves, que es como los españoles han venido actuando a lo largo de su historia. Esto es malo para España y es malo para Cataluña”.
Nuestros reformadores fueron refugiados. No siempre los trataron bien por donde fueron; algunos sí lo hicieron, un abrazo para ellos.
Debemos ser testigos contra ellos, llamarlos por nombre, y procurar que no gobiernen. Hoy los salteadores son los estados, con sus intereses.
Si hemos sido injertados en la muerte de Cristo, también lo seremos en la de su resurrección, para vivir una vida nueva que nunca muere, y da los frutos de la vida.
De nuevo se bendicen los cañones. De nuevo los clérigos “santifican” las bayonetas del poder humano.
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