Covid-19, lo natural

Los elegidos (1 Pedro 1:2) tenemos una herencia reservada en los cielos que no se puede contaminar (Id. 1:4), y nosotros mismos somos guardados por el poder de Dios (Id. 1:5), pues pertenecemos a esa comunidad rescatada de su vana manera de vivir, sea ésta de valores “judeocristianos”, de lo judaico sólo, de lo cristiano sólo, de todo mezclado, de los no valores, o de lo que sea: vana manera de vivir, y esto por la sangre del Cristo, el Mesías, que es Jesús nuestro Señor (Id. 18 y 19).

Esta comunidad ha sido renacida, pues de su natural está muerta, por la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre, y que por el Evangelio nos ha sido anunciada (Id. 1: 23 y 25). (Memorable: el Evangelio anuncia una Palabra que no está formalizada ni depende de las vanas maneras de vivir, de las teologías conservadoras, progresistas, o de cualquier otra índole; y es libre y permanece para siempre, y es de Dios, y con ella gobierna todas las cosas.)

Y en el gobierno de todo está la historia de esto natural, de lo de arriba, los espíritus, de todo lo creado, que tiene un inicio y un final. No sabemos cómo funciona, ni con sistema ptolemaico, ni con evolución, ni con diseño inteligente, todo es teoría como hoja que lleva el viento, pero sabemos (creemos) que todo ha sido hecho por la Palabra de Dios. Otros ignoran voluntariamente que los cielos y la tierra que proviene del agua y por ella subsiste (cómo, ni idea), que ese mundo, pereció anegado en agua (2 Pedro 3:5 y 6), y que los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma Palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos (Id. 3:7). Vaya, que aquel cataclismo acabó con el mundo que antes había, y ahora tenemos otro. Este otro es el que conocemos como historia; ahí empezamos a mirar, y vemos la edad de piedra. Nuestro Adán pertenece al inicio del otro mundo, y sus descendientes, con toda su enorme sabiduría, no hicieron lo bueno. Vaya, que no debemos poner al primer hombre en las cavernas.

Y todo esto, que no sé en absoluto cómo explicarlo, y que no debe servir para vanas palabrerías, es para reflexionar sobre el coronavirus como algo de nuestro presente natural. Y reafirmando, esto es lo que yo creo y predico, antes y después del covid, que de lo natural no puede salir la salvación, pues tomes lo que tomes, sólo hay rebelión contra Dios, aun en las mejores manifestaciones religiosas; incluso su Ley, aquí sólo produce pecado y condenación, y es potencia del pecado. El pecado no es la debilidad de la carne, en todo caso, su fuerza, y la fuerza (poder, potencia) del pecado es la Ley. Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios. Ésa es la que predico, sin atender moralinas previas que algunos presentan como necesarias para que esa justicia sea eficaz, lo que hicieron aquellos falsos maestros en Galacia. (Que si la circuncisión, que si días santos, que si arrepentimiento humano previo, que si santificación natural -porque si es espiritual, de la buena, vendrá de la cruz, ¿no?-, que si aceptación de alguna teoría cosmológica, alguna dogmática sobre la inspiración de la Biblia, etc.) Que ya lo dijo nuestro buen apóstol, que cualquiera que ponga algo previo humano para hacer efectiva la cruz del Cristo, está fuera de la cruz.

Y ahora, sabiendo que nuestra ciudadanía está en los cielos, y allí estamos con nuestro Redentor resucitado (sí, ya estamos, y él por con su Espíritu con nosotros aquí, cuando muramos, sólo hay un cambio de estar, sin el estorbo del presente), nos ponemos a caminar en medio de la pandemia del covid.

¿Aprenderemos algo? No tenemos razones para imaginarlo. Pero como no sabemos nada de cómo nos llega el futuro, lo mismo es ésta una ocasión de juicio para bendición y salvación de millones. Eso está en las manos de Dios. Pero como en cualquier otra circunstancia, la salvación será igual, él, de su voluntad hará nacer por la Palabra de verdad (Santiago 1:18). De lo que tenemos aquí en nuestro natural presente, pues podemos esperar que saldremos hechos mejores personas, que se tendrá en cuenta otros valores, etc. Todo lo que se quiera, pero sin la cruz del Cristo. Se seguirá dando gracias a ídolos; se mantendrá la confianza en la fuerza humana; se valorará lo religioso. Todo de aquí. No se puede salir si no te sacan, de la muerte no sale la vida, sino en aquél que la mató muriendo y resucitando, y a ese no lo puede controlar nada ni nadie de aquí. Nadie puede disponer, organizar, o administrar la gracia de Dios.

Sin embargo, aquí también se han producido “salvaciones”, muy aventadas por algunas circunstancias. La historia es extensa. Se ha construido un (múltiples) “Cristo” a medida de lo natural. Ése está en el papado, en sus hermanas iglesias evangélicas, al cual pueden orar (¿rezar?) juntos; al cual ahora se insta que la gente ruegue. ¿Salvará la obra de tus manos? ¿No hemos oído a los profetas?

Y esto vale también para “salvaciones” seculares. ¿Dónde está el sacro Mercado, fuente de ética cívica, que ordena de sí propio la sociedad? Cualquier modelo está infectado, este covid ha puesto al descubierto los cuerpos de teorías sociales. Y ha puesto al descubierto el corazón de las elites políticas (también las religiosas, por supuesto). Mucha fachada, mucho marketing, y luego resulta que está el vacío, la vanidad; no hay otra cosa debajo del sol. Demagogias de todo tipo, pero luego se seguirá aplaudiendo, a una bandera u otra. Un partido contra otro, y seguramente uno ganará. Pero los enfermos están solos, mueren en soledad.

A ver si aprendemos al menos lo más inmediato. El trabajo en el campo es esencial. Las fuerzas de seguridad deben tener buenos medios. La sanidad no puede quedar al dictado del mercado. La educación pública se tiene que apreciar. Y pongan aquí su propia lista.

Pero no me resisto a una reflexión, desde la fe, para los que usan el nombre de Dios. ¿Y los predicadores de la prosperidad? Su ídolo era el Mercado, a ese Moloc sacrificaron, retorcida, la Biblia. ¿Y los que nos avisaban de que el mal de este tiempo era el matrimonio homosexual? ¿Y los moralistas de finura textil para tapar sus ojos con su propia tela? ¿Eutanasia? ¿Saben qué método se usa, cuando no hay suficientes, para incorporar enfermos en las UCI? (Se trata simplemente de la edad: pon un número de años. Bájalo. Bájalo. Bájalo.) Este covid se ha merendado la moralina evangélica. Que era ética y predicación vacías, ya era señalado por esa Palabra libre, ahora se puede ver, si se tienen ojos. Quizás sea el tiempo de ver la cruz.