Ahora que recobramos su memoria por este monumento, que tengamos adecuada memoria de su figura y circunstancia.
Realmente bien hecha. La figura de Casiodoro de Reina, inaugurada el pasado 29 en Santiponce, al lado mismo del monasterio de San Isidoro del Campo, es un excelente recuerdo y memoria. Felicitaciones reiteradas a todos cuantos la hicieron posible.
Como vivo en Sevilla, me acerqué en alguna ocasión mientras preparaban el terreno y los cimientos del pedestal. Incluso pude ver el monumento con algo que ahora no está: una cerca metálica, muy bien realizada, que rodeaba el asiento; se vio que quitaba vistosidad al conjunto, y se eliminó (la depositaron en el almacén municipal de al lado).
De vez en cuando, por motivos variados, visito el monasterio. Les pido que me acompañen un momento, y que procuren pasar estas notas a todos cuantos puedan, pues casi seguro que han recibido noticias falsas sobre nuestro Casiodoro y su monasterio. Y procuren incorporarse mentalmente a lo que puede pasar en cualquier visita.
Siempre saludo a los responsables de atender al público. Desde hace años, la conversación normalmente gira en torno a la sala capitular y otras dependencias, ya incluso con bromas, sobre la figura de Julianillo, con sus burros y todo, allí colocada por algún director de seminario evangélico de la zona. No he querido remarcar que también se ha tomado la pintura mural de la partida a tierra santa de S. Jerónimo como si fuera la huida de los monjes protestantes. Pues ya con Julianillo, los otros, y el león como la Inquisición, se ha llenado el recorrido de suficientes fake news, y sólo en la sala capitular.
¿Se dan cuenta de la situación? Los responsables del monasterio saben que algunos profesores evangélicos, cuando enseñan el monasterio, durante años, y siguen, están faltando a la verdad (vaya, que mienten). Por supuesto, dejo el espacio para meter a alguno que lo haga porque nunca contrastó la información, sino que la recibió del rector o profesor evangélico de quien no se le pasó por la cabeza dudar. Tampoco eso lo excusa, pero algo es algo. ¿Nos damos suficiente cuenta del pésimo testimonio? Además, esta mañana mismo (escribo el martes), comentando lo de siempre con uno de los responsables, me decía, con gran sentido común: ¿Y para qué necesitan aumentar con pretensiones falsas, si la realidad del foco protestante aquí es de tal envergadura y solidez que no necesitaría nada más que la verdad de los hechos?
No es la primera vez que advierto sobre este asunto (aquí mismo en este medio), pues es grave. Sería un tema menor, un error sin más, si no fuese algo que repercute en el testimonio de la verdad, y al final, nuestra Reforma queda por los suelos.
Paso a mentarles algunas de estas situaciones, que tienen que ver con el monasterio de San Isidoro del Campo y Casiodoro de Reina. Ahora que recobramos su memoria por este monumento, que tengamos adecuada memoria de su figura y circunstancia. (Y estoy pensando en los que viven fuera de Sevilla, especialmente en los hermanos de Latinoamérica, que, sin tener culpa de nada, pueden recibir información incorrecta.)
Empiezo por algo sin ninguna importancia, excepto que se afirme como datada: su fecha de nacimiento. Se celebra este año su 500 aniversario; vale, pero no sabemos cuándo nació. No pasa nada, pero no se puede decir que es algo datado. (Incluso, si en 1573 decía que era viejo y achacoso, eso indicaría quizás una fecha anterior, pero vale 1520, si se entiende “más o menos”.)
Vamos juntos a la sala capitular del monasterio. A ver si nos ponen alguna imagen. Allí, me temo que muchos ya habrán recibido la información por videos recientes, según algún rector y profesores evangélicos (si quieren les pongo el nombre, pero para qué), estaría en las pinturas murales todo un recorrido sobre los monjes protestantes que habitaron el monasterio, hasta que tuvieron que huir en 1557. Todo un recorrido gráfico de clase de escuela dominical para enseñar sobre nuestra Reforma. Destaca, sobre todo, Julianillo, con sus libros de contrabando. Pero también están otros. ¿No los ven? Y en ese barco con monjes del ala izquierda, ¿no ven a los que huyeron? Cuenten. ¿Todavía no han percibido la presencia de la Inquisición? ¿No ven al león rugiente?
No. No hay nada de nuestra Reforma. Nada. Pues son pinturas del siglo XV. Son imágenes con la historia de S. Jerónimo. El león es el buen amigo de los monjes, no la Inquisición. Y así, todo.
Sigamos. Caminemos por lo que llaman claustro de los muertos. (Ahora, por el covid, con una nueva dirección de recorrido.) Estamos ante algo emocionante, grandioso. ¡La celda de Casiodoro! Apuntad este día en las agendas. Aquí, aquí, estaba nuestro Casiodoro. A ver, evangélicos de otros lugares, en cuanto podáis, ¡visitad la celda de Casiodoro!
No. No hay celda de Casiodoro. El habitáculo corresponde a un espacio mayor, que incluye el oratorio del prior. ¿A quién se le habrá ocurrido inventar semejante absurdo? ¿Para qué?
(¿Y ese claustro enorme con esos jardines que se ven por este acceso? Era la antigua propiedad de los evangélicos, la que tiraron de mala manera.)
Vamos, caminemos, dejemos esa ruina evangélica, que ya estamos en el refectorio. ¡Qué maravilla! Pura modernidad. Mirad el mural que preside el comedor; esa última cena tan enorme. ¡Cómo se nota que estos usan las Escrituras! Todo natural, de la zona: naranjas, y, sobre todo, fíjate en el plato: ¡una liebre!
Han oído bien. Una última cena con liebre. Los que sacaron de la chistera del conejo a Julianillo o la celda de Casiodoro, ahora se sacan ¡una liebre! No hay cordero pascual, hay liebre. ¿Nos reímos, o lloramos? ¿No saben que la liebre es animal impuro?
(Es cierto que el cordero no tiene muy buena pinta, ¡pero no es liebre!)
Si nos ponen una imagen, ya salimos. El responsable de la atención a visitantes nos despide. Le recuerdo otra vez que esos evangélicos que dicen esas cosas no tienen nada que ver con la Reforma española. Se lo digo a todos los que puedo. Han puesto la imagen. Esta es la puerta por donde entramos, ¿no? Sí. ¿Y esa otra a unos metros, la que está cerrada? Es el lugar donde un servidor tenía convenido, con todos los documentos dispuestos, para instalar nuestro centro de investigación, con los libros de nuestra Reforma, para informar y documentar a todos los visitantes que quisieren entrar, y dejarles un folleto en español e inglés. También se disponía de un espacio para unas 70 personas de uso a nuestra disposición, y otros aspectos a cuál más interesante. ¿Y qué pasó? Pues que la FEREDE no firmó el convenio, y era necesario, pues la entidad estatal que financiaba requería tal protocolo. Sólo firmar. Y no firmó. Esto, por supuesto, también lo conocen todos los que están en este entorno del monasterio. Ya saben: un testimonio evangélico modélico. Algo había oído, pero ahora que pones la imagen, realmente es para enfadarse. Sí.
Entonces, si esto ocurre con un lugar donde se puede tocar y palpar la historia, mal se ve el porvenir con la historia por Europa. Pues sí. De todos modos, existen muy buenas investigaciones, y cada día se avanza; pero con otro talante diferente. Se han traducido recientemente cartas de Casiodoro, y tenemos planes de futuro, para seguir rescatando nuestra Reforma. De momento, hay que rescatarla de los que la han secuestrado y la han metido en la sala capitular, la celda de Casiodoro, o lo que les venga a la imaginación.
¿Y con Calvino? Siempre aparece como casi perseguidor de Casiodoro, ¿no? Eso dicen. De momento, yo sólo tengo suyo el buen recuerdo de que acogió a los nuestros en Ginebra. A Antonio del Corro se le proporcionó una especie de beca para que estudiase en Lausana; luego Calvino le ofrece trabajo con el preceptor del futuro Enrique IV. De Juan Pérez de Pineda, qué voy a decir: colaborador de Calvino de toda confianza. Y en relación con los españoles que llegaron a Ginebra, en la etapa de Casiodoro y meses después, pues nuestra “iglesia española” era mayor de lo que la pintaron, Calvino les proporciona un lugar para que celebren el culto “como iglesia española”, y que se establezcan allí. Eso duró unos meses; luego tenemos el episodio de la salida de Casiodoro, con otros, para Londres. Cuando ya se les había concedido esos beneficios, su salida, sin aviso ni acuerdo, llevándose a otros, no parece que le reportara la mejor imagen para el futuro. De todos modos, a Calvino nunca le reprochó nada, y tuvo 30 años después de la muerte de éste para hacerlo. Lo que queda contra Calvino, como de Casiodoro, está puesto en su boca por los que le acusan en Londres.
Y en cuanto a relación con grupos, pues de todo hay. Por supuesto, tuvo Casiodoro dificultades con algunas congregaciones protestantes, de todo tipo. Las cosas eran así, y se puede ver en la correspondencia de nuestro autor. No quiero terminar sin recordar que fueron precisamente grupos y familias calvinistas las que le apoyaron, ampararon, y ayudaron en su edición de la Biblia. No sé qué habría sido de él y de su obra si hubiera tenido que recibir ayuda de estos actuales.
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