El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En el poder plasmamos deseos y convicciones desde un temperamento que no admite errores, y mucho menos la incapacidad a la que nos vemos inducidos por el pecado.
Lo que repugna a algunos de El Padrino es la capacidad de corrupción del ser humano.
John Le Carré ha escrito algunas de las mejores novelas de espías. No es casualidad que lo fuera. Sabía de lo que hablaba. El error de las teorías conspiratorias es pensar que hay una trama perfecta.
Si Cristo lloró tanto, ¿por qué el hombre ha dejado de llorar?
Se presentó en una iglesia, donde se integró para seguir los pasos del más fiel de los creyentes.
Cualquier cosa que no es buena, que destruye nuestra relación con Dios, que nos enfrenta con los demás o que nos "mata" interiormente, es pecado.
Nosotros mismos somos el elemento que más nos desconcierta de este mundo.
El protagonista de Soldado Azul, John Chivington, encarna las contradicciones de ese cristianismo que nunca reconoce ser racista.
Pensamos que si tuviéramos la evidencia delante, nos daríamos cuenta de las cosas y actuaríamos en consecuencia. Juzgamos el pasado, creyendo que nosotros no lo repetiríamos.
Hitchcock evita todo reduccionismo al enfrentarse al misterio del mal. No hay duda de que, para él, “todos los hombres son potencialmente homicidas”.
Siempre hay un momento en el que la responsabilidad de la otra persona no puede ser cargada sobre nuestro corazón. Hubo uno que si llevó la carga del mundo sobre sus hombros.
Nos causa fascinación lo apocalíptico por el deseo de saber cuál será nuestra reacción ante la desesperación provocada por el fin de todo. Pero, en realidad, en nuestro corazón ya hay una respuesta escrita. Y esa respuesta, el pecado, tiene que ver con nuestra condición.
La Biblia muestra la locura de confiar en nuestro entendimiento. ¿De dónde creemos que salen todos esos cristianos ufanos de su santidad que juzgan a otros creyentes, poniendo en duda incluso su salvación?
Si Packer se refiere tanto a la santidad, no es porque viera simplemente falta de ella, sino porque creía que había un concepto equivocado de santidad.
El virus que tocó nuestro corazón hace siglos ya lo dejó tocado y hundido de manera irreversible, de no ser por la obra de Jesús.
Se está perdiendo de vista lo que hace tanto hemos decidido ignorar: el corazón humano, que nos lleva de vuelta al Edén.
No captar la importancia de la Caída, como Schaeffer, es caer en los dos principales errores que tiene el cristianismo contemporáneo.
Nadie contrata obreros enfermos. A nadie se le ocurre incorporar a su equipo a personas aparentemente inútiles. ¿A nadie?
En nuestro mundo la razón se establece por el número de personas que se adhieren a una idea, sea justa o no.
Las consecuencias del asesinato de George Floyd remarcan la necesidad de un examen moral profundo.
Nadie puede dudar de lo genuino de la fe de Little Richard. Te parecerá poco ejemplar y contradictoria, pero no podía ser más auténtica.
El dolor alerta de la enfermedad y permite tratarla. Hay sufrimientos que pueden tener sentido pedagógico.
Los pecados sexuales en términos generales se llaman “fornicación” en la Escritura.
Cuando sabemos que algo no está bien, nos escondemos.
Esta historia futurista nos muestra una sociedad cada vez más cercana, donde el hombre parece condenado a su destrucción.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.