El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Para él la teología no era un nombre, sino un verbo. La definía como la actividad de preguntar y responder a la realidad de Dios como se ha revelado en la Escritura.
Un estudio novelado de Mt 9:18-26, Mr 5:22-43 y Lc 8:40-55.
Respecto a traducciones de las Escrituras, “la disponibilidad de biblias impresas en el idioma del pueblo común contribuyó a producir la que ha sido llamada una revolución copernicana en la historia de la espiritualidad”.
Peligro de todas las idolatrías: Querer convertir en dioses cosas terrenales.
Packer acabó siendo “culpable por asociación”, para ambos lados. Para unos era un fundamentalista, para otros demasiado abierto.
Es claro que la noción sacralizadora y clericalista se ha filtrado, tal vez hasta el grado de ser el rostro predominante en el neoevangelicalismo latinoamericano.
Quizás los que ahora lloran, serán los que finalmente van a poder reír con una risa liberadora y sana.
Para Packer, la clave de toda paradoja es que hay que mantener los dos por igual, sin hacer ninguna concesión al respecto.
Contextualizar no debe ser sinónimo de acomodar el Evangelio al gusto de las personas y culturas.
La psicóloga Lidia Martín publica un libro escrito durante los meses de confinamiento.
Los religiosos de la parábola del Buen Samaritano, estaban condicionados por el cumplimiento del ritual. Cumplidores religiosos que no entendían nada de lo que podría ser el Evangelio.
La Biblia muestra la locura de confiar en nuestro entendimiento. ¿De dónde creemos que salen todos esos cristianos ufanos de su santidad que juzgan a otros creyentes, poniendo en duda incluso su salvación?
Como sociedad somos egoístas porque como individuos lo somos. Ahí está la base de todo: en el corazón humano.
Debemos tomar con responsabilidad las críticas a la adulteración del cristianismo que desde distintos lugares se nos hacen.
Textos seleccionados del poemario Tiempo de Cruzar el Umbral, recientemente editado por Tiberíades.
Quien ama a Dios debe amar todo lo que viene de Dios. Y María fue el don de Dios para dar a luz al que sería el don del mundo.
Tenemos un peligro si nos dejamos moldear por los valores sociales de hoy, que se viven en las sociedades modernas de bienestar individualista, en contracultura con los valores del Reino.
Si Packer se refiere tanto a la santidad, no es porque viera simplemente falta de ella, sino porque creía que había un concepto equivocado de santidad.
Un estudio noelado de Mateo: 9:20-22; Marcos 5:25-34; Lucas 8:43-48.
Un intento por describir varios momentos de la vida del traductor, a la vez que acercamiento a su pensamiento teológico.
El virus que tocó nuestro corazón hace siglos ya lo dejó tocado y hundido de manera irreversible, de no ser por la obra de Jesús.
No hay intermitencias en la entrega misionera de Monroy; no hay espejos rotos en la rotación en que divide su tiempo para predicar la Palabra con el ejemplo.
Cuando más seguros y autosuficientes nos sentíamos, un virus nos ha recordado la fragilidad de la vida y nos ha puesto cara a cara con la muerte.
Un ángel llamado Gabriel fue enviado por el Padre a una ciudad llamada Nazaret, conocida como “la flor de Galilea”. Se dirige una casa donde habitaba la joven María, desposada con un hombre llamado José.
Buscamos el gozo del seguimiento, la felicidad de la vivencia cristiana, pero entre algodones.
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