El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
“Y para todo esto ¿quién es suficiente?”, se dijo a sí mismo.
A partir del fracaso para vivir los mandamientos es que Jesús presenta la buena noticia. No hay otra forma que la humillación para acercarnos a Él.
Este poderoso tridente está compuesto del mandamiento, la enseñanza y la reprensión, aportando cada uno de ellos un elemento esencial para el bien de quien los hace suyos.
Aprendamos a vivir con el necesario contentamiento con lo que tenemos, confiando el día a día a nuestro Dios para el sustento y el abrigo.
La piedad, la obediencia, la santidad y el temor al Señor traen grandes bendiciones a nuestra vida particular y comunitaria y el pecado, por oposición, trae maldición.
Si es razonable aceptar unos mandamientos ¿no será más razonable aceptar los otros Mandamientos? Si en unos nos va la salud y la vida, en los otros nos va también la salud y la vida, pero en una dimensión infinitamente mayor.
Ser codicioso trae ruina porque es idolatría, y en consecuencia, excluye del Reino de Dios.
Aquí van algunos ejemplos de las mentiras más comunes de nuestro tiempo.
Donde el robo se convierte en forma de vida es imposible que la sociedad avance.
Una sociedad que vive su sexualidad de forma desenfrenada, es una sociedad pagana y precisamente ahí está el problema.
El quinto mandamiento resume de forma muy concisa la preocupación de Dios por la familia y su funcionamiento.
Hemos llegado a un nivel de estatismo donde todo lo que necesitamos lo reclamamos al Estado como si fuera la única fuente que garantiza nuestra existencia.
Son la vara de medir del comportamiento humano y la base de la ética cristiana.
El impacto de estas “diez palabras” se debe a un hecho insólito: reflejan el mismo carácter divino.
Los Diez mandamientos curiosamente empiezan y terminan en el mismo lugar: amar a Dios y al prójimo desde el corazón.
“Lo que me fascina de los mandamientos”, dice Kieslowski, “es que todos estamos de acuerdo en el hecho de que son justos, pero al mismo tiempo los violamos todos los días”.
Cristo cumple la ley, pero no al reducirla, sino al hacerla más profunda y al ampliarla.
Cómo obedecer el espíritu del sexto mandamiento.
No puede caber ninguna duda de que la fe y las obras van inextricablemente unidas en el pensamiento neotestamentario. Pablo alude a aquellos que “profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan” (Tito 1:16). Un fragmento de "Los 10 mandamientos para hoy", de Brian Edwards (2008, Peregrino).
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