El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Parece que hemos aprendido que el dolor y la pérdida de un ser querido se llevan dentro, que no hay que andar justificándolo.
El dolor de las pérdidas, deja huella en el corazón del ser humano, histórica, pero sobre todo para aquellos que les ha tocado vivirlo de cerca.
En la ancianidad hay honra. Esta es un don de Dios.
En medio del dolor, el temor, el odio y el racismo.
Se nos han colado muchos cambios que son para peor y que una sociedad seria debe impedir.
En la vida, cuando hay que llorar se llora, y cuando el ánimo conduce a la risa, al canto y la diversión, se disfruta.
Es un mes de peregrinación al cementerio, lugar en el cual tener un simbólico encuentro con aquellos que compartieron escenario y a los que se evocan con una indisoluble nostalgia.
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