El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Todo se valida desde el compromiso, desde la acción, desde la práctica de la misericordia que acaba siendo también evangelizadora en el mundo.
Todos somos un hermano u otro sin distinción, pero siempre con la venturosa oportunidad de descubrir el corazón amante del Padre Eterno.
Los anhelos más profundos de justicia reflejan, al mismo tiempo, las mayores de nuestras frustraciones. Y de todo ello, ¿qué queda para los que han de venir después?
Las lentejas se digieren demasiado pronto y desaparecen, mientras que la palabra del Señor permanece para siempre.
No es suficiente condenar los grandes escándalos de soborno o las personas que buscan el poder. También tenemos que examinarnos a nosotros mismos.
Lo peor sale justificado, porque se ha acercado a Dios reconociendo su pecado, y lo mejor sale como ha entrado, con su justicia propia. El que no tenía principios sale reconciliado con Dios y el que tenía principios sale reconciliado consigo mismo, pero no con Dios.
Hay muchos que se sienten defraudados por los grupos cristianos, ven falta de coherencia, falta de compromiso, falta de acción y, a veces, falta de misericordia y de búsqueda de la justicia.
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