“Frente a la injusticia del mundo no basta la acción espiritual y personal, ni siquiera la predicación oral del buen camino: es necesaria una reforma estructural de la sociedad, más aún, de la situación histórica en que hoy vivimos, y, en la forma que sea, la activa colaboración con ella”.
Con estas palabras concluía Laín Entralgo su magnífico libro que tiene como título EL PROBLEMA DE SER CRISTIANO.
Para Laín Entralgo, que fue rector de la Universidad de Madrid y Presidente de la Real Academia de la Lengua, catedrático de Historia de la Medicina,
“como hay para el cristiano un “pecado original” y un “pecado personal”, hay también –debe haber- un “pecado social”.
Este pecado social es el desafío que el siglo XXI, ateo, agnóstico, indiferente a lo religioso, plantea al creyente y, en nuestro caso, al creyente de la España evangélica.
El XX, el siglo del ordenador, de los logros informáticos y de los espectaculares progresos científicos, fue también el siglo de la barbarie.
“Vivimos en el planeta de los horrores”, escribió José Saramago. “Estamos haciendo del horror nuestro compañero diario y nos solidarizamos con él”.
DOSCIENTOS CINCUENTA MILLONES DE MUERTOS
El siglo XX fue el más sanguinario de la Historia.
¡Cuántas revoluciones! ¡Cuánto sufrimiento! ¡Cuánta sangre! ¡Cuántas muertes!
La primera guerra mundial, entre 1914 y 1918, causó 22 millones de muertos. La segunda guerra mundial, que estalló con la invasión de Polonia por las tropas alemanas en septiembre de 1939 y terminó con la capitulación de Japón en agosto de 1945, dejó 40 millones de muertos.
La Editorial Robert Laffont publicó en Francia un libro estremecedor: EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO. CRÍMENES, TERROR Y REPRESIÓN. En la redacción de esta obra colaboraron intelectuales independientes, historiadores especializados en el tema.
Según la obra citada,
la revolución soviética de 1917, las purgas que siguieron de Lenin y Stalin y la posterior expansión mundial del comunismo causaron veinte millones de muertos en la antigua Unión Soviética, sesenta y cinco millones de muertos en
China, un millón de muertos en
Vietnam, dos millones de muertos en
Camboya, un millón de muertos en
Europa del Este, un millón setecientos mil muertos en
Afganistán y decenas de millares de muertos en otros países del globo.
Por otro lado,
los campos de exterminio nazis se cobraron veinticinco millones de muertos.
Un escalofrío recorre la objetiva estadística aportada por los autores del libro.
EL HUNDIMIENTO DEL TITANIC
Las pantallas españolas estrenaron hace pocos años una película del realizador español Bigas Luna. Tiene como título “La camarera del Titanic”. Se trata de una película simbólica. En opinión de Bigas Luna,
“el hundimiento del Titanic simboliza el hundimiento del siglo XX. En este siglo –dice- se hicieron cosas maravillosas, muchos avances de la ciencia, pero a muchos niveles nos hundimos”.
Este pesimismo lo comparte y lo razona Ignacio Ramonet, nacido en Pontevedra pero educado en Francia. Ramonet, prestigioso periodista, publicó un libro titulado UN MUNDO SIN RUMBO, de obligada lectura para todos aquellos que vivimos tomando el pulso al ser humano.
El libro de Ignacio Ramonet pone al desnudo la
profunda crisis de valores que sufre la Europa de hoy. Esta Europa, de la que España forma parte, es un continente sin contenido. En el siglo del ordenador seguimos rigiéndonos por las leyes de las cavernas. Ni Orwell ni Aldous Huxley hubieran podido imaginar que sus pesadillas utópicas se concretarían en el mismo siglo que escribieron.
Con todo, a finales del siglo XX los seres humanos seguían teniendo sed de imposibles, necesidad de creer en algo que les sobrepase, algo por lo que merezca la pena vivir.
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