El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Piezas literarias como ésta forman parte de ese lenguaje del odio del que me gustaría que nuestra sociedad llegue a ser libre un día.
Humor crítico inteligente.
La Biblia dice, en contra de las teorías de la Ilustración, que los problemas del hombre se originan en el mismo centro de su ser.
Una nueva visión de las bienaventuranzas.
Si no somos misericordiosos con nuestros semejantes es porque todavía no hemos comprendido lo que significa la gracia y la misericordia de Dios en nuestra vida.
La mejor manera de poner a prueba la verdadera misericordia es frente a la ofensa injusta.
Es posible deducir del sermón del monte que, en la vida del cristiano, es más importante el verbo ser que el hacer.
Los misericordiosos son los que abren su corazón, o sus entrañas, ante el sufrimiento de sus semejantes y procuran ayudarles a disminuir sus males.
Convocan una protesta en Madrid “contra los abusos de los servicios de protección del menor en Noruega”. Desde la Embajada noruega consideran que hay “un malentendido sobre cómo ejerce sus funciones” el Barnevernet.
Hace seis años varios estudiantes de la Universidad de Ariel fueron expulsados de un concurso internacional tras las presiones de grupos de boicot a Israel.
Podemos ser perfectos en Cristo y, a la vez, irnos perfeccionando progresivamente a lo largo de toda la vida.
Tener hambre y sed de justicia es albergar en lo más profundo del alma el deseo de ser liberado del pecado en cualquiera de sus manifestaciones.
La cuestión importante para los seguidores de Cristo es: ¿puede el ser humano alcanzar esta clase de justicia?
El secreto de la mansedumbre es la relación diaria con el Señor a través de la oración franca.
Humildad y mansedumbre son dos términos que no gozan de demasiado prestigio en plena era de la globalización.
La perspectiva de la finitud de la vida humana es la principal responsable de la angustia vital que caracteriza a toda persona en lo más profundo de su alma.
¿Cómo vivimos los cristianos este dolor espiritual por el mundo? ¿Será quizás que no influimos más en la sociedad porque nuestra vida no es como debiera ser?
La verdadera Iglesia de Jesucristo está siempre preocupada y sufre por la maldad del mundo, vive acongojada ante el dolor que causa tanto pecado y tanta rebeldía a Dios.
Es triste tener que reconocer que en ciertos ámbitos evangélicos se detecta un grave déficit solidario hacia los numerosos problemas de injusticia social que existen en nuestro mundo global.
La teología de la prosperidad se nos revela como una idolatría religiosa que rebaja a Dios y a Jesucristo para ensalzar al hombre y lo diabólico.
La pobreza sigue siendo un mal contra el que hay que enfrentarse y procurar erradicar.
Una persona es pobre en espíritu cuando no se considera autosuficiente sino que sabe reconocer su necesidad de los demás para vivir.
Las bienaventuranzas se oponen a casi todos los valores convencionales del mundo antiguo, tanto del judío como del griego o el romano, pero también de la sociedad occidental contemporánea.
Si, como decimos, bienaventurado equivale a feliz podemos preguntarnos: ¿somos los cristianos conscientes de nuestra felicidad?
No existe otro pasaje de la Escritura que haya sido tan escudriñado como éste y haya marcado tanto las diversas corrientes teológicas dentro del cristianismo a lo largo de la historia.
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