El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Según los datos publicados por Lifeway Research, cuando se habla de “cristianos activos” que sí afirman creer que Jesús existiera antes, la cifra solo alcanza el 63%.
Los autores de los evangelios canónicos vieron cumplidas en Jesús el Cristo las visiones mesiánicas de Isaías.
Vivir el espíritu de la Navidad implica el seguimiento de Jesús, vivir en el mundo encarnando los valores del Reino.
Toda la suma de nuestra esperanza como seres humanos finitos descansa en esa inmensa realidad que anuncia la temporada de Adviento.
En época de Adviento y aproximándonos a la Navidad, comprobamos la experiencia de un Dios que no puede dar la espalda al mundo porque es amor.
La Navidad enseña que solo Dios nos puede salvar, que no nos podemos salvar a nosotros mismos.
Nos recreamos de forma superficial en esos belenes, bueyes y mulas, sin entrar en la entraña del fuerte, duro e importante mensaje navideño.
Fue la entrañable y de corazón misericordia y compasión de Dios lo que objetivó el milagro de la encarnación que se anuncia en el tiempo de Adviento.
Es un clamor revolucionario para transformar el establishment y sustituirlo por el orden de cosas que proclamó Jesús como característico del Evangelio del Reino.
El Cántico de María no es un recital de pleitesía a los ricos de esta tierra, sino una crítica que intenta clamar por justicia.
El Adviento pone los cimientos de una gran revolución que nos hace estar exultantes de alegría. Cuando llegue su final e irrumpa la Navidad, el Nacimiento, se establecerá el reinado de Dios en la tierra y a los pobres será predicado el Evangelio.
No estaría mal que, este tiempo prenavideño de Adviento, lo convirtiéramos en un gran calendario del que vamos pasando hojas que nos aproximan a la llegada del Redentor.
La Iglesia Evangélica Alemana ha instalado un mercadillo con motivos navideños propios de la cultura germana en su templo, en el centro de la ciudad.
La Navidad nos anima a fortalecernos. Sí, a nosotros los débiles de la tierra. A eso también nos reta el tiempo navideño.
Cinco versiones en diferentes idiomas del poema Un Dios nace (2011), de Leopoldo de Cervantes-Ortiz.
Abrirle la puerta a Jesús conlleva hacerlo con un fuerte sentido de misión.
Un poema de Gloria Fuertes. (Selecciona Isabel Pavón)
El panorama podría ser un poco desolador, triste, injusto y con sensaciones de abandono y exclusión de muchos. Quizás por eso es bueno pensar en el tiempo prenavideño, tiempo que puede cambiar nuestras sensaciones, nuestras sensibilidades, nuestras solidaridades.
El proyecto redentor de Dios alcanza en Jesús la plenitud y, por ende, la comunidad de los redimidos en Cristo recibe un nuevo corazón.
Aguzad vuestra vista, preparaos también para la escucha. Que las falsas luces y los negros sonidos navideños de una sociedad injusta y, en gran parte, de espaldas a Dios, no nos haga perder esa gran luz auténtica y maravillosa que se acerca.
El reloj prenavideño es signo de esperanza para los humillados y vencidos. El mismo Dios viene a salvarlos, a salvarnos.
Con la globalización y el imperante espíritu laico, las fiestas han perdido su sentido original.
La misión cristiana se hace a la manera de Jesús o es otra cosa si no sigue tal modelo.
A pesar de tantas oscuridades y lugares sombríos y fantasmales, la luz puede llegar, una luz que espante todo tipo de tinieblas.
Vivir con un corazón predispuesto a hacer la voluntad de Dios es vivir una cierta incertidumbre, con expectativas y circunstancias nuevas. Al mismo tiempo, Dios cuida de nosotros
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