No estaría mal que, este tiempo prenavideño de Adviento, lo convirtiéramos en un gran calendario del que vamos pasando hojas que nos aproximan a la llegada del Redentor.
Aunque sea un tema muy interesante, no vamos a hablar solamente de ese calendario que se regala a los niños, en donde se va viendo el avance hacia la Navidad, y de cada ventanilla consiguen una onza de chocolate. Es muy interesante, porque así, a los niños, se les va introduciendo y haciendo vivir todo el tiempo prenavideño hasta su culminación. Quizás sea algo que nunca olvidarán. Un calendario imparable hasta llegar al clímax: el día 25 de diciembre, el día del nacimiento de Jesús, el día de Navidad.
Así, pues, no estaría mal que, este tiempo prenavideño de Adviento, lo convirtiéramos en un gran calendario del que vamos pasando hojas que nos aproximan a la llegada del Redentor, al cumplimiento de las profecías sobre la venida del Mesías, la llegada del Salvador del mundo. No te olvides de disfrutar de este tiempo navideño. Aunque sea mentalmente, pasa hoja tras hoja, mira bien los días, comprueba cómo nos vamos acercando, paso a paso, a ese gran momento. Será como si cada hoja que arrancas de tu calendario, fuera un paso mesiánico hacia el nacimiento de Jesús.
Imagina que cada hoja de tu calendario tiene una de las promesas relacionadas con el Mesías, el Siervo sufriente que vendrá a salvarnos, como si esas hojas rasgadas para arrancarlas porque ya ha pasado su día, pudieran gritar: ¡El Señor se acerca! ¡Preparad el camino! ¡Agudizad vuestros sentidos! Quizás podáis escuchar algo como si fueran pasos, latidos, susurros… alguien se aproxima.
Cada vez que pases o arranques una hoja de tu calendario de vida de estos días de diciembre, piensa o busca alguna de las profecías que se están cumpliendo: “Un niño nos es nacido, que un hijo nos es dado”. Calendario implacable que nos encamina hacia este acontecimiento. No hay pausa, los días no se detienen, el calendario del año 2019 se va agotando y es un aliado de lo que va a suceder, esto es, que el gran acontecimiento navideño, porque podemos afirmar una cosa que tenemos clara: Las profecías bíblicas se cumplen.
Podremos ir usando diferentes expresiones en la medida que vamos arrancando las hojas diarias del calendario del mes de diciembre: el Señor está cerca, se acerca, el Mesías se aproxima, notamos ya su olor, su presencia… Así hasta la expresión que nos lleve a decir que ya llega, que ha llegado, que el Señor ha nacido, que, como decía Isaías, un Hijo nos es dado. El Salvador del mundo. Los tiempos ya han madurado.
¡Temblad, injustos del mundo! ¡Aullad, vosotros ricos y acumuladores del mundo que, como dice la Biblia, os quedaréis vacíos! ¡Alegraos, pobres de la tierra! La frase va a sonar ya no pasado mucho tiempo: “A los pobres es anunciado el Evangelio”. Todo nos encamina a la plenitud, también a la plenitud del gozo, del regocijo: “Regocíjate y canta, oh moradora de Sion, porque grande es, en medio de ti, el Santo de Israel”. Las profecías se cumplieron.
Id pasando, día a día, las hojas del calendario. Hacedlo como signo y señal de esperanza, como gestos que nos condicen a la gran explosión de alegría del nacimiento de nuestro Redentor. Cada hoja que se arranca, cada día que pasa, es un aviso a los injustos, a los acumuladores de la tierra, a los que desprecian a los débiles, a los extranjeros, a los pobres, a los diferentes. Este será el mensaje: Habrá justicia para los abusados, para los oprimidos, para los excluidos y maltratados del mundo.
Arrancad la hoja que anuncia el consuelo: “Consolaos, consolaos, pueblo mío”, nos dice el mensaje prenavideño, el tiempo de Adviento. Con el Mesías, con ese niño que va a nacer ya muy pronto, se acercan nada menos que los valores del Reino, valores en los que muchos últimos pasarán a ser los primeros. ¡Consolaos, alegraos, regocijaos! “El mismo Dios vendrá y os salvará”. El día en el que ya os enfrentéis con el día 25, será como una explosión de alegría, un rugir de júbilo, un trueno que clama por justicia. En la tierra irrumpe el justo, el Rey de reyes y Señor de señores, nuestro Salvador. Ese será el niño de Belén que vamos a celebrar.
Luego, llegará el mayor mensaje de tranquilidad dado a los hombres, el que nos han de comunicar nada menos que los ángeles del cielo: “¡No temáis!”. El miedo debe huir del mundo, porque las noticias son “de gran gozo”. No seamos sordos en tiempos prenavideños, no nos tapemos los oídos ante los gritos del Adviento.
Última hoja del calendario de Adviento: 25 de diciembre. Cuando ya podáis gritar que ha llegado, que Jesús ha irrumpido en el mundo, será, entonces, cuando ya el calendario de Adviento pierda su sentido. Que los niños se coman el último chocolate y que los mayores salten de alegría ante el estallido de la gran luz, superior a miles de relámpagos que se dieran juntos en el universo, como si todas las antorchas del mundo se encendieran como si fueran grandes hogueras, como si las farolas de la tierra se volvieran locas y comenzaran a arder todas juntas dando una luminosidad jamás vista. Ha llegado el Salvador del mundo, las profecías se han cumplido. Estemos vigilantes y atentos. El Señor viene.
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