Brétema

Despojarse de lo viejo, del molesto envoltorio que torna el atuendo en un incómodo corsé que impide respirar. 

Mantenerse alejado de aquello que nos condiciona para poder hacer la voluntad del Padre mostrándonos un camino secundario por el que huir de nuestro propio yo, del punzante dolor clavado en las retinas por tantas historias pasadas que permanecen inalterables en la memoria visual.

Evadirse del atardecer en los acantilados que produce un efecto mortecino sobre quienes desearon vivir un tiempo mejor y solo recuerdan naufragios.

[destacate]Anhelo ser protagonista de todo lo que Él tiene preparado para mí.[/destacate]Renovaos.

El renuevo hace que lo viejo quede excluido, olvidado en un cajón en el que nunca debemos volver a mirar.

Dios, transformador de vidas, nos enseña a observar a través de Él y al hacerlo nuestra percepción cambia, todo se restaura.

Vestíos de misericordia, de benignidad, de mansedumbre.

Embargada de quietud pienso en cómo cambian las cosas cuando las contemplas filtrándolas por la gracia de Dios. Su forma de ver te enseña a interpretarlo todo de manera muy distinta. Lo aparentemente elemental y prioritario pasa a un segundo plano, dando preferencia a asuntos que no poseían relevancia alguna y que sorprendentemente son vitales para madurar, indispensables para ser alguien más parecido a su creador.

Un nuevo año me da la bienvenida, deseo contemplar todo cuanto me aguarda con limpieza en la mirada, con el brillo ingenuo de los ojos que no han percibido la maldad. Una mirada en la que esté impreso el amor y con sabiduría aprender a destilarlo. 

Dejar de ver la mácula, el fallo, el interés retorcido. Dejar de buscar dobleces. Mirar sin juzgar únicamente potenciando la complicidad de unos ojos que desean compartir.

Abandonar la neblina, esa espesa capa de agua suspendida en el aire que somete mis ojos al destierro, que oculta la luz haciéndome cómplice de una intrigante nebulosa.

Deseo danzar sosegadamente dejándome acariciar por los sones de su voz.

Abrir las ventanas de par en par y permitir que la claridad lo inunde todo cegando unos ojos que desean ser perfeccionados.

Desechar la brétema a la que a veces de forma nostálgica me acomodo.

Anhelo ser protagonista de todo lo que Él tiene preparado para mí.

Con alborozo extiendo mis brazos a un nuevo año, una travesía diferente, una misma fe condimentada de renovada pasión.