Manos extendidas

Cada 5 de diciembre se celebra el Día Internacional de los Voluntarios. Un día en el que se reconoce el esfuerzo que realizan los voluntarios a nivel mundial, una labor de inestimable valía que ejecutan de forma altruista y que tanto bien proporciona.

El pasado día 5 fui invitada a la asociación Tharsis Betel (Jerez) para compartir un pensamiento. Esta ONG lucha por todos aquellos grupos que sufren la exclusión social, la discriminación, la marginalidad, la pobreza, en cualquiera de sus formas.

¿Qué es para mí el voluntariado?

La noche en la que Jesús iba a ser entregado, reunió a sus amigos y celebró una cena de despedida. Antes de pasar a cenar hizo algo que zarandeó los corazones de los allí presentes y que todavía hoy sigue removiendo conciencias.

Tomó un lebrillo con agua, se ciñó una toalla e inclinándose, comenzó a lavar pies.

En la cultura de aquella época esta labor era realizada por el siervo de de la casa. Pero Jesús, obviando jerarquías, revoluciona los cánones  establecidos y rompe el protocolo.

A la mañana siguiente, una vez que había sido arrestado, Jesús fue llevado ante otro hombre que usando un lebrillo con agua hizo algo muy distinto, se lavó las manos y teniendo poder para juzgar justamente, se excusó mirando hacia otro lado.

Dos hombres, dos formas de lavar que representan lo que significa el servicio y la ausencia de compromiso.

El voluntario es alguien que se inclina a lavar pies, sabe que la labor a la cual se enfrenta no siempre es grata, pero lo hace conociendo la necesidad y allegándose a ella con un corazón predispuesto al servicio.

El voluntario es alguien que es consciente de que la recompensa no es inmediata, que a menudo ni siquiera llega, pero dispone su vida para ayudar al necesitado y el simple y precioso gesto de ayuda es su más preciada  retribución.

Hoy se reconoce vuestra labor, hoy se os dedica algunos minutos en los informativos, pero son muchos los días, los meses en los que vuestro  trabajo pasa desapercibido para los que sin querer implicarse miran hacia otro lado lavándose las manos para no tener que lidiar con la necesidad.

Aun así, os animo a que no desfallezcáis, porque gracias a vuestra generosidad son muchos los favorecidos. Muchas vidas que gracias a vuestras manos extendidas han podido sentir ese necesario calor humano tan carente en una sociedad donde no tienen cabida los sin techo, los inmigrantes, los refugiados, todos los desamparados que habitan en un entorno tan proclive a ignorarlos.

Brindo con una copa llena de ilusión por vuestro compromiso, vuestro esfuerzo, por las horas que dedicáis a ayudar a otros. Brindo para que cada día seáis más en número y abunde entre vosotros las ganas por hacer de este mundo un lugar más acogedor, menos áspero un lugar donde todos tengamos cabida, donde los invisibles se hagan visibles.