El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El tiempo de oración, meditación y reflexión en el ministerio cristiano es cada vez más escaso, lo que puede terminar en lo que conocemos como el síndrome “burnout”.
El trabajo es bueno, pero bingún trabajo debería ser tan absorbente como para impedir la reflexión y la oración.
Los creyentes ejemplares de siglos pasados eran auténticos campeones en el arte de meditar en la Palabra de Dios y sus grandes verdades.
La Iglesia ha empleado varios modelos a lo largo de su historia, y cada uno ha experimentado su auge en distintas épocas y en distintas partes del mundo.
Como cristianos no somos solamente llamados a leer la Biblia sino también a estudiarla. Y más que estudiarla: meditar en esas palabras y verdades eternas.
Jesucristo se presenta deliberadamente como el Maestro autoritativo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos […]. Pero yo os digo”.
Sabemos todo sobre trivialidades, pero poco sobre una de las cosas que debería animarnos todos los días: nuestro futuro con el Señor.
El vínculo entre el Espíritu Santo y la Iglesia es tan orgánico que para Benedicto, la Escritura, la tradición y el magisterio romano coinciden siempre porque están guiados por el mismo Espíritu.
Posiblemente nos hemos olvidado de un tema fundamental.
O la Iglesia empieza a vivir de una forma más gloriosa que nunca, o Dios mismo se encargará de quitar de en medio un cristianismo adaptado a las modas y hueco de contenido.
Es posible leer una historia, encontrarla interesante y, aun así, perderte por completo su mensaje central. Necesitamos la teología bíblica.
Los evangélicos de nuestros días han aceptado y combinado tantas ideas de otras creencias y filosofías que han creado su propio sistema de fe.
Para el cristiano, los días normales no existen. Con Cristo, cualquier día, cualquier tarea, toda situación o relación rebosa de posibilidades divinas. Dios nunca deja de obrar en nuestras vidas.
Según algunas encuestas, los evangélicos tienen graves lagunas en cuanto a sus convicciones cristianas.
Iniciamos una serie con diversos expertos para analizar la década 10-20. José Hutter nos explica cuáles han sido los retos en el ámbito de la teología.
La conmemoración de la Reforma, las tensiones en torno a la interpretación bíblica de la sexualidad o el crecimiento de las iglesias en Asia o África son algunos de los temas de la década que analizamos.
Al querer ser romana, la Iglesia dejó de ser católica. La marca romana fue una adición espuria que alteró la naturaleza de la catolicidad de la Iglesia.
En España no hubo Reforma protestante, pero sí reformadores.
El concepto de “nada”, que es fundamental en la doctrina de la creación a partir de la nada, es radicalmente diferente de la “nada” de los cosmólogos.
Debemos orar por aquellos a los que el Espíritu Santo ha encomendado nuestro cuidado. Esto es lo que S. Pablo ruega una y otra vez a las iglesias a las que escribe.
El cristianismo europeo se caracteriza sobre todo por su rendición ante el secularismo militante.
Según la apropiación católica de la fórmula de Agustín, la relación entre Cristo y la Iglesia es tan orgánica y profunda que la Iglesia se convierte en parte de todo Cristo.
La convicción que impregna este libro es que la Doctrina cristiana de Dios como la Trinidad es fundamentalmente simple, verdaderamente práctica, teológicamente central y plenamente bíblica.
Con Francisco, Roma no solamente se ha acercado a los evangélicos sino al mismo tiempo se ha acercado a judíos, musulmanes, hindúes y budistas.
Como era de esperarse ante el rigor y la calidad de los trabajos previos del Dr. Rosario Rodríguez, este nuevo volumen se caracteriza por la inmensa variedad de abordajes y aspectos que exigía un tema tan vasto y difícil de abarcar mediante planteamientos más restringidos.
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