El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Un año después de su liberación, el pastor estadounidense ha publicado un libro donde relata algunos de sus pensamientos durante su cautiverio. “Tuve momentos en los que me quería suicidar”, explica.
Si nos obligamos a eliminar esa gran roca que estorba podremos abandonar la cueva donde estamos cautivos y así sentir el gozo de la verdadera libertad.
Los golpes no siempre se pueden esquivar. Hay que tener mucha voluntad para remontar y superar situaciones difíciles de soportar.
Dios escucha esos alaridos dolientes y quiere potenciarlos con su megáfono divino, pero, en muchos casos, ese nuestro Dios se encuentra con personas ensordecidas ante el sonido de su megáfono divino.
Se necesita una reflexión sobre el proceso evangelizador, sobre los compromisos para evangelizar y las líneas de acción evangelística comprometida con el mundo.
Nos hacemos más cercanos a las bestias conforme pasa el tiempo, más inmediatistas, más ajenos a todo lo que no sean nuestros propios impulsos.
En un momento de terrible persecución, esta carta nos indica que el sufrimiento tiene fruto.
Es conveniente observar la pobreza desde los diferentes marcos mundiales. Quizás así nos concienciaríamos más del gran escándalo que la pobreza es en el mundo.
Tenemos que aprender a luchar por quienes amamos.
Nuestras obras sociales, nuestras iglesias, el mundo en general, necesitan de personas que se tomen en serio el trabajo de concienciación y sensibilización social que solamente tendrá éxito, si se hace desde la coherencia del ejemplo.
La misericordia nos ancla al prójimo, a ser las manos y los pies del Señor en medio de un mundo de dolor.
¡Claro que tenemos que ser santos! Pero si pasamos la vida en una especie de lucha y duda constante que nos oprime, no podremos disfrutar al completo del gozo de la libertad que Cristo ganó para nosotros.
Una de las principales maneras en que pasamos de un conocimiento abstracto de Dios a un encuentro personal con él como una realidad viviente es a través del horno de la aflicción.
Debemos tener cuidado para que la respuesta del mundo hoy, incluidos la del mundo cristiano con sus honrosas excepciones, no sea la misma, la de la muerte.
Este anuncio no lo hicieron los fuertes de la tierra, los poderosos y ricos, los gobernantes o sabios según el mundo.
Nuestra sociedad tiene, pues, mucho que aprender de la Biblia acerca de cómo brindar apoyo a los afligidos.
En la pasión de Jesús no se da nunca la glorificación del dolor en sí, sino que todo tenía un fin, un propósito, un sentido relacionado con la puesta en marcha de un amor redentor.
Tomar la cruz, siempre se hace a favor de los demás. La extensión de los valores del Reino en el mundo.
Muchas veces, estamos alienados por todo tipo de “negocios” humanos que nos impiden la visión de Dios y nos hacen sordos a sus múltiples invitaciones.
Tarde o temprano todos pasamos por situaciones difíciles, así que debemos recordar algunas de las lecciones más importantes.
Porque mido el dolor de esos golpes, sé que es la hora de coger la vida con las dos manos, asumir la realidad sin temblar y descubrir que no tenemos derecho de acurrucarnos en ellos, entregándonos al diminuto placer de complacerlos.
Es caprichosa, nos divierte, nos engaña, juega cuando le apetece, nos riñe, nos enseña, nos encauza, nos maltrata.
¿A pesar de que la vida no consiste en tarjetas de crédito, cuentas bancarias o bienes acumulados, es necesario coger, de vez en cuando, todo lo que tengamos, ponerlo en nuestra bolsa o alforja y salir al mundo dispuestos a usarlas?
Algunos se han construído torres de marfil de creencias, a partir de muestras de diversas religiones, leyendas urbanas, descubrimientos científicos de moda y sabias deducciones. Yo sólo creo en Jesús.
La tortuosa vida de esta cantante de jazz transcurre en los guetos, la bohemia y el submundo de los años de la Depresión y finales de los cincuenta. Su música nace de una profunda experiencia de la miseria humana.
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