Este anuncio no lo hicieron los fuertes de la tierra, los poderosos y ricos, los gobernantes o sabios según el mundo.
Lo importante de la resurrección es, lógicamente, el hecho de que es garantía de vida eterna para todos aquellos que creen en el Señor. ¡Tremenda garantía! No todo acaba con la muerte. “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?”, nos diría el apóstol San Pablo. Es la garantía de nuestra fe. “Si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe”, nos diría también el apóstol.
¿Algún otro tipo de garantía? Es la pregunta que nos podríamos hacer los humanos, los que estamos interesados en las problemáticas y dificultades del prójimo, es si, además, la resurrección mantiene algún otro tipo de garantía para la humanidad, especialmente para los hombres y mujeres maltratados, abusados, robados de dignidad e injustamente tratados.
No cabe duda que la pasión en el mundo no ha terminado. ¿Acabó, entonces, la pasión de Jesús con la resurrección o, de alguna manera, Jesús sigue sufriendo y participando del sufrimiento de sus criaturas? Todo el proceso de Jesús, hasta su pasión y muerte, es algo totalmente injusto. No nos cabe duda alguna de la injusticia cometida contra el autor de la vida.
Resurrección como garantía de justicia. Así, en alguna manera, es una garantía de que la injusticia contra el Santo, el Hijo de Dios, el Dios humanado, está vencida, rota. Resurrección como garantía de justicia. Es como si dijéramos que la resurrección es dar un poder vencedor a la justicia que vence y aniquila toda la injusticia practicada contra Jesús, el justo.
¿Garantía de justicia para los injustamente tratados? Una pregunta que nos podríamos hacer es si, también, la resurrección es un acto de justicia al que se pueden agarrar los despojados y maltratados del mundo, los humillados y ofendidos de la historia, aquellos sobre sobre los que tantas injusticias han recaído hasta empobrecerlos, dejarlos en la exclusión, en el llanto y en la ignominia. Si la resurrección vence la injusticia contra el dador de la vida, ¿afecta en algo a que toda injusticia pueda ser vencida?
¿Les alcanza a ellos, a los sufrientes de la historia, toda aquella justicia que se cumple en la resurrección contra toda injusticia? ¿Es el vencimiento de los injustos, cuyas maldades saltan hechas pedazos con la irrupción del Dios de la vida, el que destruye todo pecado e injusticia con la resurrección del Hijo de Dios? ¿Puede verse, de alguna manera, la resurrección como un acto de justicia contra los empobrecidos, maltratados y robados de haciendas y dignidad? ¿Es Jesús garante de la justicia a través de su resurrección?
Unas débiles mujeres pudieron gritar: ¡No está aquí, ha resucitado! ¿Podrían ser también los débiles de la historia los que pudieran lanzar un grito de alegría por el hecho de la resurrección de Jesús que, de alguna manera, los empodera, les abre las puertas de la justicia y les anuncia liberación? ¡Una vez más Jesús al lado de los débiles del mundo!
Resurrección: garantía gritos de alegría y de esperanza. Quizás, los débiles del mundo, celebrando la resurrección de Jesús, podrían dar gritos de esperanza que se uniera a la de esas mujeres que pudieron gritar que no estaba ya Jesús en la tumba, que había resucitado. No. Este anuncio no lo hicieron los fuertes de la tierra, los poderosos y ricos, los gobernantes o sabios según el mundo. Lo pudieron decir las mujeres, en mucha debilidad en ese momento histórico, quizás para que los otros débiles de la historia de toda la humanidad se pudieran unir a ellas. Les ería más difícil unirse al grito del anuncio hecho por los poderosos y prepotentes del momento.
Resurrección: Garantía de que vuestro grito por justicia va a ser acogido. ¡Maltratados de la tierra, pobres, sufrientes, estigmatizados y lanzados al no ser de los marginados de la historia! Un grupo de débiles del mundo pudo gritar que Jesús había resucitado. Gritadlo también vosotros. ¡Ha resucitado, ha resucitado! ¡Ha vencido toda injusticia! ¡Hay esperanza para vosotros! Jesús, garante de la justicia contra toda injusticia cometida con los débiles de la tierra.
¡Empoderaos, débiles del mundo! Es una de las garantías de la resurrección. Jesús, resucitando, rompe toda debilidad, abre caminos nuevos en donde puede florecer otra vez la esperanza de los desesperanzados.
La resurrección os garantiza, además de la vida eterna, que Jesús asumió vuestro abandono, vuestro dolor, vuestra pasión y lo sepultó en la cruz para luego renacer como el justo, el que se preocupa de la pasión humana, pasión y dolor que él conoció y que nos puede comprender.
Resurrección: Garantía de poder. ¡Hay poder! Un poder que os defiende y restablece. Vuestro sufrimiento por la injusticia, vuestro dolor, vuestro abandono, ha sido vencido por aquél que también, sintiéndose abandonado incluso por el Padre, pudo vencer todo esto con la resurrección. Jesús, con su muerte y resurrección ha hecho suya vuestra causa.
Así, nosotros, todos los creyentes del mundo, podemos hacer una buena celebración de la resurrección de Jesús, trabajando también como garantes de la justicia en el mundo. Sí, al estilo de los profetas del Antiguo Testamento y de Jesús mismo. Son formas de seguir haciendo presente la resurrección del Maestro con todas las garantías de su vencimiento a la muerte.
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