El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Las lecciones de énfasis reformado que aprendió con Barth se reflejan en sus elocuentes palabras que muestran su honda asimilación de la enseñanza de la Reforma protestante.
La admiración creciente de Küng por la obra de Barth encontró más razones de peso: le impresionaron su estructura, su apego a la Biblia, su cristocentrismo y la reelaboración original de los grandes temas.
Solo la Biblia es nuestra suprema autoridad porque solo ella está inspirada por Dios.
La aportación de Küng se encaja en el marco de las consecuencias del Concilio Vaticano II y “señala un paso importante en la historia del acercamiento entre los cristianos”.
Küng enfrentó con posiciones claras al régimen papal de Juan Pablo II. Igualmente lo hizo con quien le sucedió.
La ausencia de Küng marcaría prácticamente el fin de una “época clásica” de la teología escrita durante la segunda mitad del siglo XX y en dos décadas del XXI.
Es su entendimiento del Evangelio lo que ha llevado a Hans Küng al desarrollo de una teología que una y otra vez llama por regresar a la radicalidad de las enseñanzas originales de Jesús.
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