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¿Reformar lo irreformable?

La toma de posición de Küng respecto a su iglesia la expresa bien el título de su primer capítulo “¿Una iglesia enferma, incluso moribunda?”
MI UNIVERSO AUTOR Samuel Escobar 30 DE SEPTIEMBRE DE 2013 22:00 h

Un notable artículo del teólogo católico Hans Küng en El País del jueves 26 de setiembre me ha traído a la memoria mis lecturas de este verano y una reflexión que quiero compartir con mis lectores.

Vamos primero al artículo en cuestión que lleva como título “La prueba decisiva de Francisco”. Comienza afirmando: “El Papa muestra valentía civil” y hace referencia a su presencia entre los pobres de las favelas de Rio de Janeiro y por otra parte a su buena disposición a abordar un diálogo abierto con críticos no creyentes. Cita a Eugenio Scalfari, del periódico romano de izquierda liberal La Repubblica, quien en un artículo planteó 12 preguntas al Papa, entre ellas una relativa a la cuestión del poder temporal que la Iglesia Católica Romana siempre ha buscado. La pregunta es aguda y precisa: “¿Representa por fin el Papa Francisco la primacía de una iglesia pobre y pastoral sobre una iglesia institucional y secularizada?”

Küng señala hechos notables en las palabras y gestos de Francisco como la renuncia a la pompa, el estilo que acentúa la figura del servicio más bien que del señorío, las reformas frente a los escándalos financieros, y el esfuerzo por reformar la curia. Pero para Küng, Francisco “aun tiene por delante la prueba decisiva de la reforma papal”, y define ésta como el desafío de la pobreza. Con un breve y acertado trabajo exegético este teólogo suizo nos muestra que en los evangelios sinópticos el concepto de “pobre” se extiende más allá de la referencia a la pura carencia económica. Los “pobres en espíritu” de Mateo serían también quienes sufren angustia interior: “Jesús llama a sí a todos los afligido y abrumados, también a quienes han sido abrumados con la culpa.”

Küng ubica entre estos pobres en espíritu a tres grupos dentro de la Iglesia Católica Romana de hoy: los divorciados, las mujeres y los curas casados.

Le gustaría ver que Francisco permitiera que los divorciados que se han vuelto a casar “puedan ser readmitidos a los sacramentos cuando lo desean de corazón.”

Le gustaría ver un cambio también en cuanto a las mujeres “que debido a la posición eclesiástica respecto a los anticonceptivos, la fecundación artificial y también el aborto, son despreciadas por la Iglesia y en no raras ocasiones padecen miseria de espíritu.”

Finalmente sería deseable un cambio respecto al celibato del clero. Comenzando por el caso de “los sacerdotes apartados de su ministerio por razón de su matrimonio” Küng avanza a decir que si bien la Iglesia puede preservar un celibato libremente elegido por los sacerdotes, “una soltería prescrita por el derecho canónico contradice la libertad que otorga el Nuevo Testamento, la tradición eclesiástica ecuménica del primer milenio y los derechos humanos modernos.”

Reflexionando sobre esta propuesta del famoso teólogo del Concilio Vaticano II, creo que ha puesto el dedo en tres llagas que sí que son un desafío para el nuevo Papa. Y me viene a la mente también la idea de que en estos tres puntos las iglesias evangélicas en España afrontan igualmente serios desafíos pastorales.

Mirando las cosas con honestidad reconozcamos que como evangélicos no contamos con definiciones claras y aceptadas por las diversas iglesias en varios de esos puntos. Aquí tenemos un tremendo desafío exegético, teológico y pastoral que esperamos identificar en el futuro.

Según Küng este nuevo papa ha demostrado hasta aquí gran sensibilidad, empatía por las necesidades humanas y coraje civil: “Esas cualidades le facultan para adoptar decisiones necesarias y que marcarán el futuro respecto a estos problemas, en parte pendientes desde hace siglos.”

Esta referencia a las posibilidades de que el papa Francisco implemente reformas en su iglesia me lleva a dos libros que leí en el verano y que me condujeron a una reflexión intensa e inquietante. En primer lugar leí del historiador evangélico Mario Escobar Golderos el libro Francisco: el primer papa latinoamericano(Grupo Nelson, Nashville, 2013, 159 págs). Es un libro ágil que se lee sin dificultad y que tendría que ser lectura obligada para todo evangélico que quiera estar bien informado. El autor ha conseguido procesar una gran cantidad de información y presentarla de forma legible y atractiva. En sus trece capítulos Mario Escobar nos ofrece un retrato de Jorge Mario Bergoglio, hoy simplemente el papa Francisco, quien ya ha dado mucho que hablar a la prensa mundial.

En la primera parte, “El día de primavera que cambio mi vida”, Escobar narra en cuatro capítulos una breve biografía de Bergoglio, su niñez y juventud en su Argentina natal, el surgimiento de su vocación sacerdotal, sus estudios, y su carrera eclesiástica como profesor, sacerdote y luego obispo en los difíciles tiempos de la dictadura militar argentina en las décadas de 1970 a 1990. Los cuatro capítulos de la segunda parte, “El cardenal de los jesuitas”, son especialmente valiosos para el lector evangélico poco familiarizado con la historia y las instituciones católicas y nos llevan hasta el cónclave del 2013 en el cual Bergoglio llegó a ser papa. Los cinco capítulos de la tercera parte presentan “Los cinco retos del nuevo papa Francisco.”

El libro de Mario Escobar no es el típico libro evangélico que a cada paso se detiene a señalar los contrastes entre Catolicismo y Protestantismo. Conforme avanzaba en su lectura yo tenía la impresión de que este exitoso novelista e historiador abriga cierta esperanza de que el papa Francisco consiga llevar adelante algunas de esas urgentes reformas que le hacen falta a la Iglesia Católica Romana.

Por nuestra experiencia de evangélicos en España, y el talante ultra-conservador y triunfalista del Catolicismo español, percibimos mejor la urgencia y al mismo tiempo la dificultad de la tarea de reformar que el papa tiene por delante. Como lo ha señalado la prensa últimamente los obispos españoles están entre los que tienen menos disposición a aceptar las reformas.

Al terminar de leer el libro de Mario Escobar cayó en mis manos un libro de Hans Küng, el teólogo con el que he empezado este artículo, que se publicó en alemán en el año 2011 y ha aparecido este año en castellano. Su título me atrajo, pues es un interrogante audaz y acertado: ¿Tiene salvación la Iglesia?(Editorial Trotta, Madrid, 2013).

Son 199 páginas y se trata de un diagnóstico valiente y bien informado por un hombre que conoce como pocos la teología y la historia del Catolicismo. Mientras leía este libro recordaba yo la mezcla de asombro y esperanza que me había causado cincuenta años atrás la lectura del primer libro que hizo mundialmente conocido a Küng El concilio y la unión de los cristianos (1960).

La toma de posición de Küng respecto a su iglesia la expresa bien el título de su primer capítulo “¿Una iglesia enferma, incluso moribunda?” Su análisis es demoledor: “La Iglesia católica atraviesa la más profunda crisis de confianza desde la Reformay nadie puede pasarlo por alto: en el centro de la Iglesia se encuentra – esto tiene que ser visto también en Alemania – Joseph Ratzinger, el actual papa quien, aunque originario de la tierra de la Reforma, vive en la Roma papal desde hace tres décadas, y lejos de conjurar la crisis, la agudiza.”(p.17).

Utilizando el símil médico de la salud y la enfermedad, los siguientes capítulos tienen títulos muy sugestivos:”Diagnosis del sistema romano. Anamnesis y diagnóstico”, “Los gérmenes de una enfermedad crónica”, “Rehabilitación con recaídas” , “Una gran operación de salvamento” y “Terapia ecuménica”. Con la precisión de un cirujano que domina su estilete Küng va sacando a luz los entretelones del sistema romano y sus miserias, mostrando las raíces históricas de algunos de los problemas más serios que enfrenta la Iglesia hoy. Me parece que esos panoramas históricos son utilísimos para entender el alcance de la autocrítica que Küng propone.

Por ejemplo, refiriéndose a la época de la Reforma protestante y la división del Cristianismo que trajo, dice Küng: “Pero a quien haya estudiado toda esta historia no le puede caber duda al respecto: no es al reformador Lutero, que también cometió errores, sino a la Roma refractaria a toda reforma – y a sus cómplices alemanes – a quien hay que achacar la principal responsabilidad de que tras el cisma entre la Iglesia de Oriente y la Iglesia de Occidente, se produjera un cisma entre (dicho a grandes rasgos) la mitad septentrional y la mitad meridional del imperio, que luego, a causa de la expansión colonial de las potencias europeas se prolongaría en Norteamérica y Sudamérica.” (p.84 cursivas del autor).

La negativa a reformarse y la arrogancia con que actuaba Roma la ve también Küng en la forma en que el Catolicismo enfrentó los desafíos de la Modernidad en el siglo 17:“A pesar de todo el ornamento barroco, el catolicismo contrarreformista era a todas luces una religión conservadora y restauracionista que, vista en conjunto, seguía siendo la religión de los pueblos latinos, que (a excepción de Francia) estaban económica, política y culturalmente estancados. En el catolicismo, se quiera o no, el papa decide sobre la interpretación de la Biblia y no tolera innovación alguna. A la inversa, la ‘libertad del cristiano’ de los protestantes contribuye decisivamente a la acentuación moderna de la responsabilidad personal, la mayoría de edad y la autonomía.” (p.89).

Este cuadro de la gravedad de la enfermedad que sufre la Iglesia Católica Romana es un trabajo magistral, una obra de madurez y de valentía. A pesar de ello, Küng no ha salido de la Iglesia Católica, pero describe su postura con claridad meridiana: “El que mi fe haya permanecido inconmovible se lo debo a una instancia más elevada (y a muchas serviciales personas): no a la fe en la Iglesia como institución, sino a aquel Jesucristo cuya persona y causa siguen siendo – en la buena tradición de la Iglesia, pero también en la buena liturgia y la buena teología – el motivo originario que, a despecho de toda decadencia y corrupción, nunca se ha perdido ni se pierde sin más. El nombre Jesucristo es algo así como el ‘hilo dorado’ en el tejido siempre confeccionado de nuevo de la historia de la Iglesia, a menudo tan resquebrajada y sucia” (p.49).

Es así como Mario Escobar nos presenta un cuadro breve pero comprensivo de la personalidad del nuevo papa y de los desafíos con que se enfrenta. Por otra parte la obra de Küng nos permite ver las dificultades, yo diría la imposibilidad, de la tarea reformadora que le ha impuesto su elección. Sin embargo la lectura cuidadosa de Küng nos puede ayudar como evangélicos a ver algo de la tarea de reforma que tenemos nosotros por delante, nosotros que creemos en la Ecclesia reformata semper reformanda.
 

 


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COMENTARIOS

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Juan-Antonio
07/10/2013
16:18 h
8
 
Los ejercicios espirituales son prácticas ocultistas que, entre otras cosas, están elaborados para doblegar la voluntad de la persona al servicio total del papado; en el primer ejericio se lee: 'Ponderar lo segundo la alteza de este fin último mio, que es el mayor, y mas excelente, que pude tener. NO NACÍ PARA SERVIR A REYES, NI EMPERADORES DE LA TIERRA, ni a Ángeles del Cielo, SINO PARA SERVIR AL SUMO REY, Y SEÑOR DE TODO.', sigue 'Ponderar lo tercero la importancia de la consecución de mi fin, porque si la cosecución de un Reino temporal se tiene por cosa de tanta importancia, que por ella se arriesgan, y pierden tantos tesoros y tantas vidas de hombres, y se emplean tantos desvelos, y cui
 
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ikari
03/10/2013
21:35 h
7
 
Cecilio, mire que bien tenebrosa tiene la mente. Le recomiendo algunos ejercicios espirituales para que así Dios lo pueda iluminar. Saludos. La Iglesia si ha practicado sucesivas reformas, entendidas como cambio en sus formas y prácticas, pero el mensaje siempre es el mismo, la verdad no varía, si la verdad varía, deja de ser verdad para simplemente pasar al campo de la opinión y el relativismo. Ese cristo a quién Kung dice seguir, es un cristo relativo, un cristo favorable al aborto, la autanasia, al homosexualismo como ideología. Esas son las reformas buscadas por Kung, pero olvidó que las puertas del infierno nunca prevalecerán sobre su Iglesia. Y es así que lo verdadero no cambia, porque
 
Respondiendo a ikari

Óscar Margenet Nadal
03/10/2013
21:35 h
6
 
El conservadurismo manda en toda iglesia institucionalizada porque está conformada por pecadores. Quienes vieron en Francisco al papa progresista que venía a sacudir la institución vaticana, temían a la reacción conservadora. Los evangélicos no estamos exentos de padecer de lo mismo. Samuel Escobar nos desafía a no tener miedo y profundizar nuestro compromiso cristiano: ¿Me debo al Señor Jesucristo y sus enseñanzas reveladas en Su palabra, o a la institución que me dice cómo debo pensar y qué hacer? Con mi respuesta dejaré, o no, que el Espíritu Santo me transforme de reformador de lo irreformable en un agente de cambio. ¡Gracias muy estimado Samuel!
 
Respondiendo a Óscar Margenet Nadal

Cecilio Arratía
03/10/2013
07:21 h
5
 
La Babilonia sincrética, que es el calificativo menos radical que merece el tinglado vaticano al que el propio Francisco tilda como “lepra”, será derrotada políticamente por el renacido Imperio Romano (CE+ NOM). El ecumenismo, que tanto añora Küng, terminará abrazando a judíos, protestantes apóstatas, católicos y musulmanes. Estos últimos aceptarán la demolición de su mezquita, permitiendo la construcción del III Templo, en que se instalará, para regir desde allí a un mundo subyugado, el Mesías Universal, posiblemente un miembro de alguna de las dinastías merovingias europeas a quien asignarán parentesco con Jesús, vía María Magdalena. Todo el mundo llevará una señal informatizada. Quienes n
 
Respondiendo a Cecilio Arratía

ikari
03/10/2013
07:21 h
4
 
El hombre que ha tratado de reformar la Iglesia Hans Kung se plantea la forma de dar término a su vida, entonces ¿dónde queda la cruz? ¿dónde la aceptación de la voluntad divina? ¿dónde la dignidad de todo ser humano por encima de cualquier circunstancia o enfermedad que padezca? Hoy de aquel gran teologo que don Samuel piensa que es, tenemos tan sólo un hombre enfermo y sin esperanza. Difícilmente se puede morir en la gracia de Dios en un hospital donde practican la eutanasia. Y quien no muere en la gracia de Dios tiene un destino eterno ciertamente complicado. Que el mensaje final del que quiso ser reformador no sea un canto a la cultura de la muerte. Dios se apiade de él.
 
Respondiendo a ikari

Juan-Antonio
02/10/2013
14:57 h
3
 
Solamente quiero citar algunos párrafos de este artículo: 'Küng ubica entre estos pobres en espíritu a tres grupos dentro de la Iglesia Católica Romana de hoy: los DIVORCIADOS, LAS MUJERES y los curas casados.'; 'Le gustaría ver que Francisco permitiera que LOS DIVORCIADOS QUE SE HAN VUELTO A CASAR “puedan ser readmitidos a los sacramentos cuando lo desean de corazón.”'; 'Le gustaría ver un cambio también en cuanto a las mujeres “que debido a la posición eclesiástica respecto a los ANTICONCEPTIVOS, LA FECUNDACIÓN ARTIFICIAL y también el aborto, son despreciadas por la Iglesia [...]”; 'UNA SOLTERÍA PRESCRITA POR EL DERECHO CANÓNICO CONTRADICE LA LIBERTAD QUE OTORGA EL NUEVO TESTAMENTO, la tra
 
Respondiendo a Juan-Antonio

ikari
01/10/2013
21:46 h
2
 
Dice amar a la Iglesia, tener la fe de Cristo y amar a Cristo, pero se plantea para si mismo el suicidio asistido ¿este es el hombre que quiere reformar a la Iglesia?, 'No estoy cansado de la vida, sino harto de vivir', apunta en sus memorias, para añadir que no tiene intención de cumplir los 90 años. Aquel a quien tanto critica, pide oración tambien para este señor 'Que quienes se sienten agobiados hasta el extremo de desear el fin de su vida, adviertan la cercanía amorosa de Dios' (Papa Francisco)
 
Respondiendo a ikari

Accendere Fede
01/10/2013
21:46 h
1
 
El Papa Francisco, al igual que lo han hecho todos sus predecesores, se mantendrá fiel y firme en lo referente a la Tradición y al Magisterio de la Iglesia. El Papa no tiene porque cambiar nada y menos solamente por querer darle gusto a unos cuantos. Lo que muchos No han entendido es que la Iglesia no tiene porque ajustarse a los ideales y caprichos de la sociedad. Es la Sociedad la que debe adecuarse y aceptar las enseñanzas y la doctrina de la Iglesia. La Iglesia es columna y fuente de la Verdad, y esto es así; porque es la Verdad de Cristo.
 



 
 
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