La aportación de Küng se encaja en el marco de las consecuencias del Concilio Vaticano II y “señala un paso importante en la historia del acercamiento entre los cristianos”.
Con el libro La justificación acometí hace treinta años el intento de poner los cimientos de una común concepción cristiana de la doctrina de la justificación. Muchos me han confirmado en la idea de que, desde entonces, el principal punto de controversia entre la Iglesia católico-romana y la Reforma puede considerarse zanjado. Esta cuestión ya no tiene relevancia en cuanto problema de controversia teológica entre las iglesias, sino como un desafío que se les plantea a todas las Iglesias por igual[1].
H.K, La justificación hoy (1987)
En agosto de 1967 apareció en España, publicado en Barcelona por la editorial Estela, La justificación. Doctrina de Karl Barth y una interpretación católica (número 12 de la colección Theologia, dirigida por Evangelista Vilanova, monje de Montserrat, 423 pp.), basado en la tesis doctoral que el entonces joven teólogo católico suizo Hans Küng dedicó al pensamiento del teólogo reformado, coterráneo suyo. La traducción corrió a cargo de Francisco Salvá Miquel. El título original de la obra referido en la traducción fue Rechtfertigung. [Die Lehre Karl Barths und eine katholische Besinnung] (Basilea, Johannes Verlag, 1957), aun cuando había sido presentada inicialmente en el Instituto Católico de París en 1956, dirigida por el profesor Louis Bouyer (1913-2004), como La justification du pécheur: doctrine de Karl Barth et réflexion catholique (La justificación del pecador: la doctrina de Karl Barth y la reflexión católica. París, Desclée de Brouwer, 1965), y constaba de 317 cuartillas. La presentación está firmada por el jesuita Rafael Muñoz Palacios (1925-2020) y las páginas preliminares incluyen, siguiendo la edición en alemán, una carta de Barth fechada el 31 de enero de 1957.
Las palabras de Muñoz Palacios sitúan la aportación de Küng en el marco de las consecuencias del Concilio Vaticano II y afirma que, por causa de que apareció antes de su realización, “señala un paso importante —fundamental ya— en la historia del acercamiento entre los cristianos, en la penosa y difícil marcha a través de la doctrina de las diferentes iglesias”[2]. Barth, entendido como un teólogo del campo de la Reforma y discípulo de Harnack y Hermann, fue abordado por Küng como parte de una labor gigantesca: “buscar los puntos de contacto entre la doctrina sobre la justificación del mayor teólogo sistemático actual y la doctrina de la justificación del concilio de Trento, el concilio representativo de la posición católica como contra-Reforma”. Su conclusión era muy sugerente: “Después del libro de Küng, el teólogo protestante Hendrik van Oyen [1898-1980] se preguntaba: ¿por tanto, todas las guerras de religión, las luchas teológicas, los enfrentamientos y divisiones han sido un inmenso error? Puede ser. […] Nuestro cometido es trabajar por ser fieles el Evangelio y caminar así incesantemente hacia la unidad”.
[photo_footer]Detalle de la portada de 'La justificación', de Küng. [/photo_footer]
En su carta, Barth se expresó así:
Me ha pedido usted unas palabras escritas sobre su libro, que de viva voz más de una vez hemos comentado. ¿Por qué no? Y si lo quiere incorporar a su libro, creará usted un verdadero novum, único, por cierto, en la literatura teológica —pero ¿por qué no hacerlo también así? De todas formas, en los últimos tiempos han sucedido bastantes cosas notables en el campo que antaño se llamaba “teología de la controversia”. Y entre los acontecimientos en que pienso, este libro suyo consagrado a mi interpretación de la justificación es de tal manera memorable que estimo fructuoso manifestarme yo mismo en él con algunas líneas. […]
He de atestiguarle con gusto y agradecimiento no sólo el haber sabido recoger cuanto de esencial hubiera sobre el tema de la justificación en los diez volúmenes publicados de mi Kirchliche Dogmatik, habiéndolo interpretado correctamente, es decir, de acuerdo con mi pensamiento, sino el haberlo sacado hermosamente a la luz con una concisión en la exposición que no daña a la precisión en el detalle, sino con alusiones numerosas y hábiles a las relaciones más amplias.[3]
Una de sus observaciones es particularmente importante, en el entrecruce de las ideas de ambos sobre el tema del libro:
¿Separados en la fe? Como usted sabe y dice, considerando las cosas de un lado como del otro, caben todavía serias sospechas de que, humanamente hablando, todavía esté lejano el momento en que no tengamos que colocarnos a una y otra orilla: sí, ¡desgraciadamente, estamos separados en la fe! Que yo pueda ser criptocatólico o usted criptoprotestante, una alternativa tan insensata no le producirá con seguridad a ninguno de sus lectores quebraderos de cabeza. […] …separados en la fe, pero dentro de la misma fe, en cuanto a uno y a otro lado podemos creer en el mismo Señor.[4]
[photo_footer]La tesis doctoral de Küng en alemán.[/photo_footer]
El teólogo español Manuel Fraijó ha retomado la opinión unánime de los analistas y ha escrito acerca de esta obra: “Su autor se atrevió con un tema que, desde los inicios de la Reforma, había dividido a católicos y protestantes. Con coraje y juventud, Küng tendió puentes de diálogo y comprensión. Tomando como exponente del pensamiento protestante al gran teólogo K. Barth, Küng mostró que incluso en un asunto tan ‘maldito’ —la justificación— era posible el entendimiento entre las dos grandes confesiones. Se trató de una obra ecuménica por excelencia”.[5]
En la breve introducción, Küng delimita el horizonte de su análisis al ubicar el estudio en el inevitable ámbito de la controversia y la polémica por cuanto la doctrina de la justificación, desde su perspectiva, ocasionó el desgarramiento de la túnica inconsútil del Señor, lo que quería decir, hasta ese momento, “para los cristianos un castigo y para los paganos un escándalo”[6]. La oración de Jesús en Juan 17.21 (“para que todos sean uno”) es aludida para conmover “toda polémica infructuosa, toda pura comprobación de antagonismos, toda condescendencia, toda invitación, bien intencionada pero ineficaz, a la unidad y a la plenitud”. Sus palabras siguientes tienen el sabor de la fuerte crítica profética hacia el lado católico, sin concesiones, y para arrancar hacia una efectiva aplicación de la enseñanza y de las doctrinas del Nuevo Testamento:
Y la culpa católica en la Reforma, tal como la han expuesto serios investigadores católicos, pesa demasiado profundamente para que podamos excusarnos una reflexión fundamental. La Gracia, Jesucristo, “que hizo de los dos pueblos uno” (Ef 2.14), eliminará también este terrible rasgón. Se trata solamente de dejarse afectar por su palabra, de acordarse constantemente de su revelación, de cumplir su mandamiento sin mirar atrás.
No se trata en manera alguna de un “por Barth” o “contra Barth”: se trata de la verdad indivisible de Jesucristo.[7]
[photo_footer]Hans Urs von Balthasar.[/photo_footer]
Sin ánimo de quemar a Barth por herejía, ni de convertirlo en criptocatólico, Küng buscó presentarse ante el espejo del teólogo de la neo-ortodoxia protestante de manera similar a la de Hans Urs von Balthasar (1905-1988), notable teólogo católico, suizo también, quien dialogó profundamente con Barth en al menos cuatro libros suyos (especialmente sobre la “analogía del ser”), aunque al momento del libro de Küng sólo había aparecido Karl Barth, Darstellung und Deutung seiner Theologie (Karl Barth. Presentación e interpretación de su teología, 1951), el cual cita abundantemente: “Las líneas principales de la evolución general de Barth, tal como las ha expuesto Von Balthasar, son también válidas para la doctrina de la justificación: Periodo de la dialéctica – conversión a la analogía – plenitud de la analogía”.[8]
Küng caracteriza inicialmente el pensamiento barthiano con trazos muy ágiles: “ha seguido siempre su camino dogmático como una via media radicalmente cristocéntrica entre los atolladeros del neoprotestantismo y del neocatolicismo”[9]. Siguiendo a Von Balthasar, afirma que en Barth tenía la primacía “un principio formal, comprensible, en todo caso, solamente en cuanto al contenido material”[10] pero, sobre todo, su rotunda oposición al principio católico de la analogía del ser (analogia entis) que veía como “invención del Anticristo”, base formal de todo lo que es específicamente católico. Progresivamente, agrega, Barth siguió desarrollando la doctrina de la justificación en los subsecuentes volúmenes de la Dogmática de la iglesia (en 1955 se había publicado el tomo IV-2). En los dos últimos hasta ese momento, restringió sus ataques a la analogia entis al dejarla de nombrar expresamente. Para Küng, en la Dogmática ya no había rastro de la teología dialéctica, tan presente en la Carta a los Romanos de Barth. Con eso concluye su introducción y se abre la puerta para su inmenso diálogo con quien fue considerado el mayor teólogo del siglo XX.
Notas
[1] H. Küng, “La justificación hoy”, en Existencia cristiana. Ed. de Karl-Josef Kuschel. Madrid, Trotta, 2012, p. 23.
[2] R. Muñoz Palacios, “Presentación de la edición española”, en H. Küng, La justificación. Doctrina de Karl Barth y una interpretación católica Barcelona, Estela, 1967 (Theologia, 12), p. xi.
[3] K. Barth, “Una carta al autor”, en H. Küng, La justificación…, p. xxi.
[4] Ibid., p. xxiii.
[5] M. Fraijó, “Hans Küng: trayectoria y obra”, en Utopía y Praxis Latinoamericana, año 16, núm. 52, enero-marzo de 2011, pp. 106-107.
[6] H. Küng, “Introducción”, en La justificación…, p. 3.
[7] Ídem. Énfasis agregado.
[8] Ibid., p.4
[9] Ibid., p.5
[10] Ídem.
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