El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
- ¿Y por qué no asegurar el de la semana, el del mes, el del año…? ¿No estaríamos más tranquilos?
Miguel Torralba, médico internista en Guadalajara, nos cuenta su experiencia en estas semanas en primera línea de batalla contra el coronavirus.
La esperanza que Dios nos da es definitiva, fiel, confiable, total, indudable e invencible.
Necesitamos recordar sus promesas en la Biblia y en las experiencias que hemos vivido. Aun en tormentas, incomprensión o dolor, podemos decir: “Padre, en ti confío”.
Jesús nos compara con unos pajarillos, algo débil y pequeño, como ejemplo de dependencia de Dios. Es en su providencia que podemos tener confianza en medio de esta crisis.
Los cristianos somos privilegiados, por tener la conciencia de un propósito y la compañía de Dios en toda situación.
Los creyentes gemimos, lloramos, somos solidarios con el sufrimiento de los otros esperando la renovación de todas las cosas.
Estamos conmovidos, humillados delante de Dios, y hemos rasgado simbólicamente nuestros corazones para llorar y clamar por nuestro pueblo.
Del pastor y rey David podemos aprender a profundizar en nuestra relación personal con Dios en medio de circunstancias difíciles.
Las circunstancias difíciles nos ayudan a eliminar lo secundario y ser más capaces de encontrar lo verdadero, a Jesús mismo.
¿Dónde está Dios en medio de la confusión y el dolor de la pérdida?
En la Biblia vemos un patrón: antes de la victoria, viene la prueba. Este es el proceso que Dios puede usar para que maduremos y así crezcamos.
Esta crisis nos ayuda a entender que nada humano nos es ajeno.
En estos momentos, queda la impresión de que no se hacen diferencias con la forma en que Dios actuaba en la antigüedad, cuando eran más visibles sus acciones sobrenaturales.
En situaciones de dificultad podemos aferrarnos a las tres cosas que permanecen: la fe, la esperanza y el amor.
Una de las palabras más excelentes que existen en cualquier idioma es esperanza, porque sin esperanza no se puede vivir.
La incertidumbre lleva al miedo. No sabemos cuánto durará esto, pero nos arraigamos a la Palabra.
Cuando se pone a prueba nuestra fe, la gran diferencia está en confiar y saber quién es él.
Hemos de convertir los tiempos de espera en tiempos de esperanza y de paciencia. Entonces descubriremos que Dios puede transformar nuestras adversidades en oportunidades.
No es tan importante cuánta fe tienes, sino en quién la pones.
La pandemia nos está arrebatando a los queridos a toda prisa, sin avisar, sin un momento para sentarse, mirarse, hablar y callar.
Es tiempo de hacer nuestras las palabras del Salmo 46: nuestro refugio está en Dios.
La poesía como bálsamo para unos y tabla de salvación para otros. Aquí un texto cargado de esperanza escrito por el poeta y director de la Red Tiberíades.
Estas circunstancias nos hacen reconsiderar nuestro camino y desafía nuestro orgullo.
Tengamos paciencia con nosotros mismos, e insistamos en el agradecimiento cotidiano a Dios por todo lo que tenemos a pesar de la prueba.
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