Justicia, igualdad y libertad de expresión

He estado pensando en la carta que intelectuales como Margaret Atwood, Salman Rushdie y JK Rowling han escrito para advertir de “la propagación de la censura”, y en las tensiones que ha puesto de manifiesto. ¿Por qué parece que, por un lado, hay una batalla entre las peticiones de justicia e igualdad y, por el otro, el deseo de la libertad de expresión y el debate abierto por el otro? Después de todo, ambos son, de hecho, productos de una misma cosmovisión cristiana. 

Es el cristianismo el que provee las bases filosóficas para la igualdad de todas las personas, en tanto que somos creados a imagen de Dios y tenemos un valor infinito. Pero también es el cristianismo el que ha modelado nuestra cultura con tal extensión que se pueden expresar y creer, libremente, diferentes puntos de vista e ideas. Esta tolerancia no se disfruta de forma universal por ninguna extensión de la imaginación. Entonces, ¿por qué la tensión?

¿Podría ser que cuando se separa el fruto del evangelio (igualdad, justicia, tolerancia y libertad de expresión) de la raíz del evangelio (Jesús), entonces lo que debería disfrutarse puede llegar a ser temido? Un deseo de igualdad y justicia sin la posibilidad de perdón, redención o esperanza en una justicia última, puede conducir, si no tenemos cuidado, hacia la amargura, el juicio propio, un juicio fundamentalista y el deseo de venganza. 

Por otro lado, un deseo de libertad de expresión no acompañado por el fruto del Espíritu (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza) puede convertirse en una forma de herir y ofender deliberadamente a otros. Estamos para hablar la verdad pero para hacerlo en amor. Necesitamos igualdad y justicia. También necesitamos tolerancia y libertad de expresión. Pero sobre todo, necesitamos a Jesús. 

Michael Ots, autor y conferenciante.