¡Sígueme!

“Entre dos males no elijas ninguno.”

Charles Haddon Spurgeon

“Sin la Biblia, la evangelización mundial no sólo sería imposible; sino verdaderamente inconcebible.”

John Stott

La primera vez que lo vi, se me hizo una especie de mezcla entre asombro, horror, y chiribitas en los ojos; se trataba de alguien que tenía que poner un banner en un lugar que no importa… Aquel banner constaba de la foto de la persona en cuestión, con una serie de historias y una frase debajo… ¡sígueme en…! Os confieso que me quedé paralizada; el paso del tiempo, entre otras muchas cosas, me hicieron ver demasiadas historias y una realidad que prefiero pasar por alto.

Aquello que a mí tanto me sorprendió, desconcertó y mucho más, llegó a hacerse “el pan nuestro de cada día”.

Muchos de nosotros utilizamos todo tipo de herramientas estupendas a nuestro alcance para lo que cada uno quiera en su trabajo; en mi caso, servir al Dios de mi vida, y creo que es de lo más lícito y más que estupendo para lo que pretendemos muchos, la extensión del Reino de Cristo, dar aliento, predicar y comunicar de mil maneras el mensaje del Evangelio.

Hasta aquí todo bien, el problema viene para mí cuando todo esto se utiliza para promocionarse a uno mismo. Algunas personas son más sibilinas y lo hacen más sutilmente, y la gran mayoría envía un mensaje a todos sus contactos por cualquier medio o medios, y la nueva moda es… “fulanito de tal dice que le des un “like” a su página”… “menganita de cual ha creado una cuenta en no sé donde, ¡síguela!”… Esto es sólo un pequeño ejemplo de lo que me encuentro cada día en muchos lugares.

Todo esto como profesionales no cristianos, me importa muy poco, son simples estrategias; cuando todas estas historias se utilizan en el campo cristiano, yo respeto a cada quien, y si lo considero, doy un “like”, o no.

Cuando Jesús pasó por la tierra y eligió seguidores, no había los medios que existen hoy; a unos los eligió con mucho cuidado caminando con calma y sus pies descalzos en las orillas del mar de Galilea, a todo un Saulo de Tarso se le mostró con una luz cegadora camino de Damasco, y otros, entre ellos multitudes, simplemente le siguieron. No necesitó publicitarse de ningún modo, la simple atracción de su bendita persona hacía que todo aquello fuese una realidad que llega hasta nuestros días.

Jesucristo eligió a doce hombres que le acompañarían en su ministerio para llevar su testimonio de Salvación al mundo, los doce apóstoles. Antes de la elección, realizó algo que sería una constante en su ministerio y vida, pasó toda una noche de oración con el Padre ante semejante decisión.

La palabra apóstol viene del griego "apostolos" - enviados en nombre de - el equivalente a embajador, lo que equivaldría a la palabra usada en el Antiguo Testamento para un profeta, o emisario del Señor o discípulo, en hebreo era shelihim.

Ninguno de ellos era sacerdote, ni escriba o anciano de los fariseos o saduceos, y llama poderosamente la atención, que el Señor no eligiese a ningún Judío vinculado al liderazgo religioso de Israel.

¿Por qué a 12? La respuesta es por los 12 patriarcas de Israel, que son la base generacional de los Judíos solamente, pero el ministerio de Jesucristo era primeramente una vuelta de su pueblo a Dios, para poder también llevar el verdadero mensaje a todas las naciones.

Los doce apóstoles cumplirían el propósito del Señor, y  llevarían el Evangelio del Reino de Dios a todas las naciones, obra que continúa hasta el día de hoy, y que sigue expandiéndose por todos los rincones de la tierra. La  bendita y maravillosa Biblia sigue siendo cada año el "best seller mundial".

Cuando Cristo estuvo en esta tierra una vasta multitud lo seguía. Venían por muchas razones, algunas nobles, otras egoístas. Lo mismo ocurre hoy en día. Es importante entender lo que motiva a la gente a venir a Cristo, ya que no todos los que lo buscan son en verdad sus seguidores. De hecho, cada uno de nosotros debe analizar su propio caminar, y preguntarse: ¿Qué es lo que quiero de Él? ¿Qué comprometido estoy a ser su discípulo?

Muchas de las personas que siguieron a Jesucristo lo hicieron porque tenían necesidades que solo Él podía satisfacer. Dondequiera que iba le llevaban enfermos y endemoniados; esta es una de las maneras que Dios tiene para que lo busquemos. Aquellos que pueden resolver sus propios problemas no saben que necesitan un Salvador.

Otros venían por sensacionalismo, para ver señales y milagros y sentir el regustillo de la emoción. Hoy en día algunas personas asisten a la iglesia para animarse. Pero... “Las experiencias gloriosas en las alturas siempre son seguidas por experiencias difíciles en el valle”.

Los discípulos de Cristo lo siguieron porque de verdad creían que era el Mesías, el mismo Hijo de Dios (Mt 16.16). Su compromiso iba más allá de las emociones. Querían conocer a Cristo y caminar con Él.

Me encanta el tema precioso de la elección del que más tarde diría… “Por último, como a un abortivo, se me apareció a mí. Yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.” 1 Corintios 15:8-10

Luego hay esos preciosos seguidores incondicionales, algunos incluso comisionados, tanto hombres como mujeres… la mujer samaritana, María Magdalena, el endemoniado de Gadara, Zaqueo, y un largo etc que llega hasta nuestros días, y me incluye a mí… ¡Sí! A mí y a la mayoría de vosotros.

Soy una seguidora a pleno tiempo de mi vida de Jesús, e intento que otros le conozcan y le sigan también.

Pido al Señor de mi vida que me ayude a cumplir con el cometido que me encomendó, del modo más correcto, intentando llevar los ojos de todos aquellos que me puedan seguir, simplemente al bendito Dios y Señor de mi vida por el cual estoy aquí dejando un escrito más en estos momentos… ¡CRISTO JESÚS!