El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Creo en el Reino de Dios, en su “ya” implantado en nuestro mundo, y en sus valores, y en ese “todavía no” del Reino para que llegue a su plenitud.
Aunque tantas voces te nieguen, tantas miradas se aparten para no verte y los oídos se atoren para no escucharte, creo en ti.
Creo en Jesucristo, ejemplo de estilo de vida, de prioridades y de acciones de servicio al prójimo necesitado. Él nos dejó con su vida, un ejemplo para el servicio.
Tantos mandamientos sobre la convivencia nos deben persuadir fácilmente de que la vida cristiana no se puede vivir solo.
Si todo acabara con la muerte seríamos los más desgraciados del Universo. Pero no es así.
La resurrección es para los cristianos mucho más que una definición dogmática. La vemos, la sentimos, la vivimos ya, la esperamos con ilusión.
Dios quiere que descansemos en la certeza de su perdón. Quiere que vivamos felices en Su amor.
La Iglesia del Señor, el Cuerpo de Cristo, no puede tener muchas cabezas. Como existe un solo cuerpo existe también una sola Cabeza: Cristo.
No somos ministros de la letra, es decir, de fórmulas vacías; somos ministros del Espíritu, a saber, de vida, de poder, ministros de la revolución de Dios.
La doctrina del Juicio Final es eminentemente bíblica y se encuentra representada con fuerza tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento que habrá otra señal antes de que Cristo venga a la tierra: el enfriamiento del amor y la multiplicación de la maldad.
Examinaré brevemente algunas de las señales que han de preceder a la segunda venida de Cristo.
Tras hablarnos de su ascensión a los cielos insisten en el hecho de su segunda venida. “Desde allí - dicen- ha de venir”.
Tras resucitar, el Credo dice que Jesús "subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre".
La resurrección de Cristo es un hecho innegable. Por ella tenemos entrada al Padre y derecho a la vida eterna.
Su sufrimiento y su muerte fueron vicarios. Hay que insistir en esto, para no quedamos con la imagen de un Cristo hombre que muere por sus semejantes en un acto de heroico martirio
Su concepción sobrenatural puso a Jesús en una clase única, porque es el único que ha existido como Dios y hombre a la vez.
Existen en nuestras vidas muchos “señores” que hemos de desterrar, porque impiden el señorío absoluto de Cristo sobre nosotros.
Si en los Evangelios le vemos actuando como hombre, también le vemos obrando como Dios.
A pesar de esta rabiosa actualidad de Cristo, el Maestro permanece realmente ignorado. Ocurre lo mismo que en los casos que nos relatan los Evangelios.
Los autores inspirados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, reconocen a Dios como Creador y Sustentador del Universo.
El Dios universal, el Dios que nos cuida como un Padre tierno, no es un ser débil, antes al contrario, es poderoso, es todopoderoso.
La fe en un Dios universal, celestial, arrinconado en su trono de nubes, no es la fe que mueve montañas ni tampoco puede mover a los cristianos.
Ser predicador del Evangelio en un mundo tan materializado como el que estamos viviendo, supone una aventura espiritual.
El Credo Apostólico nos introduce a un tema que en nuestros días es de capital importancia: la doctrina de la Iglesia del Nuevo Testamento.
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