El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Jesús creyó en la autoría de Moisés.
Ningún otro libro religioso tiene predicciones tan extremadamente precisas como la Biblia.
Si el universo es tan inmensamente extenso, ¿cómo debe ser el Dios que lo creó?
En la Biblia, Dios crea a partir de la nada absoluta, mientras que en el relato Enuma elish, los dioses surgen a partir de las aguas que habían existido desde siempre.
Hasta ahora, todos los análisis indican que el Covid-19 no es un virus manipulado por el ser humano o una construcción de laboratorio.
La crucifixión de Cristo y su posterior resurrección nos confirman que la muerte tiene los días contados. Del amor de Dios que llevó a Jesús a la cruz, no podrá separarnos nada.
En la Biblia hay mucha sabiduría, mucha más de lo que normalmente pensamos.
En una época en la que se desconocían los microbios patógenos o los virus y priones, las Escrituras previenen determinados comportamientos y ponen de manifiesto así la sabiduría infinita que subyace detrás de sus páginas.
Según la Escritura, toda vida viene de Dios ya que Él es la fuente de la vida.
La verdad nunca cambia, sin embargo, la ciencia, en su búsqueda de la verdad, está siempre cambiando.
La arqueología permite vincular determinados acontecimientos bíblicos con lugares geográficos concretos e inscribirlos así en ciertos momentos históricos.
En la Biblia hay historia verdadera que no debe confundirse con ningún mito o leyenda inventada por los hombres.
Dios es un agente cuya actividad es intencional. Esta capacidad intencional es la que trae a la existencia a todos los demás seres.
Cuando se ojea alguno de los textos universitarios de biología con los que se forma hoy a los futuros biólogos, se tiene la sensación de que el enigma del origen de la vida esté perfectamente resuelto.
La cosmología actual no puede confirmar si el cosmos tuvo un principio en el tiempo o es eterno.
Que la ciencia sea incapaz de ofrecer la explicación última del cosmos, no quiere decir que tal explicación no pueda alcanzarse por otro camino.
El concepto de “nada”, que es fundamental en la doctrina de la creación a partir de la nada, es radicalmente diferente de la “nada” de los cosmólogos.
Durante los últimos 25 años, han proliferado las especulaciones cosmológicas y los modelos matemáticos acerca de cómo se podría haber producido la Gran Explosión a partir de una fluctuación de un vacío primordial.
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” significa que hubo un inicio temporal del mundo a partir de la nada.
Según la Biblia, Dios es un agente cuya actividad es intencional. Precisamente esta capacidad intencional es la que trae a la existencia a todos los demás seres.
Teniendo en cuenta lo que se conoce sobre la increíble complejidad celular, no es sorprendente que las investigaciones acerca del supuesto origen químico de la vida estén en un callejón sin salida.
Si al principio se creó la materia, el tiempo y el espacio, la causa originaria debió ser inmaterial, atemporal y no espacial.
La creencia de que la ciencia contradice al teísmo o a la fe cristiana no es cierta y responde más bien a ignorancia o a intereses ideológicos.
Dios no elimina el mal porque para hacerlo debería primero anularnos como personas. Tendría que quitarnos el libre albedrío con el que fuimos creados.
Es lógico que el ser humano se haya venido preguntando desde siempre acerca de la paradoja que supone la creencia en un Dios bondadoso y poderoso, frente a la cruel realidad del mal que evidencia la naturaleza.
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