El himno es un eco de la certeza de salvación que tiene el que ha puesto su fe en el sacrificio de Jesús en la cruz.
Mediaba el siglo XIX cuando en Brooklyn se desató una violenta epidemia. Entre los que destacaron de manera sobresaliente a la hora de ayudar a los enfermos se encontraba un pastor evangélico llamado Robert Lowry.
Vez tras vez, cuando llegaba hasta la casa de alguien que había fallecido, Lowry escuchaba la pregunta angustiada de algún familiar de las víctimas de la enfermedad formulándole angustiosas preguntas.
Una de ellas, repetida vez tras vez, era si alguna vez volverían a ver a aquellos seres queridos. La respuesta de Lowry era clara e incluso contundente.
Aquellos que hubieran puesto su confianza en Jesús se encontrarían sin ningún género de dudas a la orilla del río que fluye del trono de Dios al que se refiere la Biblia.
Fue así como surgió la idea de una canción que Lowry escribió y que muy pronto alcanzó una fama mundial.
Para aquellos que no lo sepan debo decir que era uno de los himnos preferidos del director de cine John Ford y que aparece una y otra vez en sus películas. Desde La diligencia (1939) a Centauros del desierto (1956) pasando por Mi querida Clementina (1946) o Los tres padrinos (1948).
Ford rindió homenaje vez tras vez a esta canción evangélica. Debo decir que no fue el único. Elliot Silverstein la reprodujo en Cat Ballou (1965) y Sam Peckinpah en Mayor Dundee (1965) y Grupo salvaje (1969).
Incluso se puede oír en Cometieron dos errores (1968), uno de los primeros westerns de Clint Eastwood. En realidad, esa presencia en el cine es lógica porque, en medio de la violencia y de la dureza de la vida, buena parte de la sociedad de Estados Unidos sabía adonde dirigirse.
A fin de cuentas, el canto de esperanza compuesto por el pastor Lowry era un eco de la certeza de salvación que tiene el que ha puesto su fe en el sacrificio de Jesús en la cruz para ser salvo.
Es una certeza que jamás puede tener el que descansa en sus propios méritos (¡propios méritos!) o en un sistema ceremonial, pero que resulta casi palpable para el que ha decidido seguir a Jesús y lo ha recibido en su corazón.
He escogido una versión del himno en inglés, es del Hee Haw Gospel Quartet.
Yo lo aprendí hace ya tiempo y nunca he dudado de que, un día, por la gracia de Dios que no por mis merecimientos, me reuniré en ese río tan especial con aquellos que me precedieron en la fe.
Ésta es la versión del Hee Haw Gospel Quartet:
Tomado con permiso de CesarVidal.com
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