En la Biblia se menciona el añublo y se le considera como una maldición de aquellos campos pertenecientes a quienes desprecian la palabra de Dios.
Si hubiere hambre en la tierra, o si hubiere pestilencia, si hubiere tizoncillo o añublo, langosta o pulgón; o si los sitiaren sus enemigos en la tierra en donde moren; cualquiera plaga o enfermedad que sea; toda oración y todo ruego que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cualquiera que conociere su llaga y su dolor en su corazón, si extendiere sus manos hacia esta casa, tú oirás desde los cielos, desde el lugar de tu morada, y perdonarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, habiendo conocido su corazón; porque sólo tú conoces el corazón de los hijos de los hombres; (2 Cr. 6:28-30)
El añublo (en hebreo, wə·yê·rā·qō·wn o וְיֵרָק֜וֹן, que significa “palidez”) es un hongo microscópico parásito de ciertos vegetales que malogra las cosechas.
Es fácilmente detectable porque provoca una palidez amarillenta alrededor de pequeñas manchas oscuras en las plantas verdes. Puede atacar a los cereales tradicionalmente criados por el hombre como el trigo, el centeno, la cebada, el mijo y el arroz.
Infecta tanto los tallos como las hojas y espigas. Suele formar globulillos de color oscuro que se van volviendo cada vez más negros, aunque no llegan a producir mal olor. Actualmente se conocen varias especies de hongos y bacterias capaces de parasitar determinadas especies de plantas.
Por ejemplo, un añublo común del arroz y el trigo es el hongo Magnaporthe oryzae, que produce en el arroz la llamada piliculariosis[1]. Hoy se les combate de muchas maneras, siendo una de las últimas el tratamiento genético y la lucha biológica mediante la utilización de otros microbios que impiden su proliferación.
En la Biblia se menciona el añublo y se le considera como una maldición de aquellos campos pertenecientes a quienes desprecian la palabra de Dios.
En ocasiones, en vez del concepto “añublo” se traduce “oruga”, “mildiu”, “moho” o “tizoncillo”, pero el término hebreo es el mismo (Dt. 28:22; Am. 4:9; Hag. 2:17).
El rey Salomón, al orar con la intención de dedicar el templo a Dios, le pidió también que librara de esta maldición del añublo a quienes oraran con fe (1 R. 8:35-39; 2 Cr. 6:28).
Por supuesto, es imposible saber a ciencia cierta qué especies de hongos constituían tales plagas de la antigüedad y a qué especies vegetales afectaban en concreto, a partir de este único término hebreo.
El capítulo sexto del segundo libro de Crónicas, al que pertenece el texto que encabeza esta referencia al añublo, se refiere a la oración dedicatoria del templo de Salomón.
Este sabio rey alaba al Señor por haber conservado su pacto con aquellos siervos que se habían mantenido fieles y le pide que haga de aquel templo un lugar donde el pueblo pueda encontrarse con su creador para obtener respuestas y perdón.
Después, le suplica a Dios que les conceda siete cuestiones concretas, entre las cuales está una que importaba de manera especial a un pueblo eminentemente agrícola como el hebreo. A saber, la ausencia de plagas en la tierra para que no haya hambre, pestilencia o cualquier otro tipo de aflicción.
El famoso predicador inglés, Charles Spurgeon, escribió: “Nuestra heredad está en la Providencia divina, por tanto, no tenemos motivo para preocuparnos acerca de las cosechas y del precio del trigo. El mildiu, el carbón de la espiga, la cizaña o cualquier otra plaga, están todas ellas en las manos de Dios. La incredulidad no es capaz de salvar una sola espiga de la destrucción; la fe, si bien tampoco puede por sí misma preservar la cosecha, puede hacer algo mucho más importante y mejor, a saber, preservar nuestro gozo en el Señor.”[2]
El creyente es incapaz de solucionar muchos problemas de la existencia ya que vive en un mundo sometido al mal. Sin embargo, la esperanza que mora en su ser es el combustible que mantiene encendido su gozo inefable.
En esta vida siempre habrá “añublos” oscuros pero la fe es capaz de superarlos todos con la luz de Jesucristo.
[1] https://www.interempresas.net/Grandes-cultivos/Articulos/158284-Magnaporthe-oryzae-hongo-dificil-control-efectos-devastadores-nuestros-cultivos-arroz.html; http://anar.com.ni/se-descubre-el-remedio-contra-el-anublo-del-arroz/
[2] Spurgeon, C. H., 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 925.
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