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¡Que nos dejen en paz!

Entendemos la paz simplemente como una violencia establecida a la que llamamos paz, pero la paz en el mundo no será nunca posible en ausencia de justicia.
DE PAR EN PAR AUTOR Juan Simarro Fernández 21 DE JULIO DE 2014 22:00 h

Leave me alone / Abinash Mohanty (Flickr / CC BY 20)


Muchas veces nosotros, los hombres del primer mundo, del mundo rico, en vez de buscar la auténtica paz, lo que queremos es simplemente que “nos dejen en paz”. No queremos que nos perturben nuestro bienestar, que las cosas sigan igual, que no nos interpelen hablándonos de las problemáticas de otros, que nada cambie, que nos dejen en la tranquilidad del disfrute de los que tenemos, sin plantearnos para nada ninguna situación de injusticia que esté perturbando la paz en el mundo. ¡Que nos dejen en paz!

Muchas veces entendemos la paz simplemente como una violencia establecida a la que damos en llamar paz, pero la paz en el mundo no será nunca posible en ausencia de la justicia.

Los pueblos ricos podrán mirar para otro lado y pedir que los pueblos pobres les dejen en paz. Así, si se les habla de consumo, de la importancia de la salud para todos, de la participación en los bienes culturales y económicos, si se les nombran las acumulaciones desmedidas de bienes por parte de algunos, si se les muestran las injusticias sociales en el ámbito de relación de los pueblos, puede volver a sonar en las bocas de los ahítos la maldita expresión: ¡Que nos dejen en paz! Es la falsa paz que desean algunos dando la espalda al grito por justicia de los pueblos pobres.

Si se habla a las sociedades de consumo insolidario de que la auténtica paz debe besarse con la justicia, codearse con la dignidad de todos los hombres y con el cumplimiento de los Derechos Humanos, el falso deseo de paz injusta, de paz como violencia establecida, puede surgir en sus bocas saciadas: ¡Que nos dejen en paz de una vez!

No hay un deseo de la búsqueda de la auténtica paz por parte de los pueblos ricos e integrados en el uso y abuso de todo tipo de bienes y servicios.

La expresión expresa o implícita de que nos deben dejar en paz, hace que muchos ahítos se conviertan en sordos ante el grito de los pobres de la tierra. Muros sin sensibilidad que ni quieren oír ni ver. Se convierten también en ciegos que se enfadan cuando se sienten interpelados aunque sólo sea por los medios de comunicación de masas. No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que se tapa los ojos para no ver. No quieren saber nada de la pobreza, ni del hambre de tantos niños, ni de la falta de agua potable, ni de medicinas. Dan la espalda a todas estas realidades. Se refugian en su falsa paz.

Los cristianos somos responsables de abrir ojos, de curar sorderas, de tocar sensibilidades, de crear auténticos agentes de paz, de animar a que surjan voces proféticas en contra de la injusticia y de toda opresión, de que surjan defensores de los débiles, de los que movidos a misericordia sean capaces de pararse en los márgenes de los caminos para curar, sanar, usar los medios que posee para devolver la dignidad robada, las graves desigualdades que alimentan toda injusticia humana.

La paz se construye abriendo oídos capaces de dedicarse a la escucha. ¿Quién será el agente de liberación capaz de abrir los oídos del mundo a la escucha de los gemidos de los oprimidos y marginados de la tierra? Escuchad esta pregunta, cristianos del mundo. Si nos hacemos nosotros también los sordos y los ciegos el mundo camina a su propia destrucción y los valores del reino no son sembrados por sembradores que buscan la buena tierra.

No puede haber paz allí donde reina la mentira y, sin ninguna duda, estamos en un mundo mentiroso en la política en la economía, en las relaciones sociales y comerciales. No hay en el mundo transparencia en estas relaciones, la verdad brilla por su ausencia, el engaño pulula como si el mundo hubiese caído en manos de ladrones.

Cuando reina la mentira los débiles se sienten violentados, sufren violencia y se les arrebata su paz. La frase implícita en las relaciones humanas de los integrados, la frase demoníaca “que nos dejen en paz”, es posicionarse en contra de lo verdadero, de lo honesto, de la auténtica verdad. Si Jesús es la verdad, no puede haber cristianos que también pululen entre la mentira social, política o económica. Eso es hacer añicos todo concepto de seguimiento a Jesús.

La pobreza es violencia. Los empobrecidos son violentados y se les arrebata el poder disfrutar de la paz. La pobreza es esclavitud y ésta también es violencia. Por mucho que queramos hacer de las violencias establecidas una paz aparente, nunca será la auténtica paz. No puede haber paz en un mundo con tantas nuevas esclavitudes. La paz no puede imponerse como una violencia establecida.

No. No puede imponerse ni por la fuerza, ni por el uso de los medios económicos, ni por el miedo. Se puede imponer lo que muchos llaman “la paz de los cementerios” que más que paz es la vivencia del horror demoníaco que reina en lo más profundo de los infiernos terrestres, pues también en la tierra está el infierno. El infierno de los sumergidos en la pobreza extrema, en el hambre, en el sentirse un sobrante humano con el que nadie cuenta. En estas áreas, en estos focos de pobreza no se puede hablar de paz.

¡Que nos dejen en paz!, pueden decir a veces los injustos queriendo que nadie critique ni observe sus graneros injustamente llenos. No hay paz verdadera sin una justa redistribución de los bienes del planeta tierra. La paz y la justicia se tienen que besar.

Sólo los justos podrán llegar a disfrutar de la auténtica paz, aunque sea en medio de las violencias humanas. No se puede crear ambientes de paz mientras los hombres no se paren para reflexionar sobre la justicia y se dispongan muchos de los que tienen los graneros a punto de reventar a ver si pueden hacer renuncias a un bienestar egoísta e insolidario.

No puede haber auténtica paz en el mundo sin compromiso con los pobres de la tierra, dando la espalda a los reducidos a la infravida por el hambre, dando la espalda al grito apagado de los que se mueven en el no ser de la marginación o de la opresión.

¡Qué responsabilidad ante estos temas la que tienen todos aquellos que se llaman seguidores del Maestro! ¿Seguiremos buscando la falsa paz y nos uniremos al grito de los insolidarios que dan la espalda a los apaleados de la tierra mientras dicen que les dejen en paz? Falsa paz.

Señor habilítanos para que nos podamos convertir con tu ayuda en agentes de paz, agentes del reino de los cielos que se manchan sus manos y usan su voz para ir reconstruyendo un mundo de paz auténtica impregnada de los valores del reino de los Cielos, aunque tengamos que cumplir con aquello de que “los últimos sean los primeros”. Sería un comienzo, un indicio de que la auténtica paz comienza a reinar en el mundo.

No nos dejes en paz, Señor, hasta que nos convirtamos en agentes solidarios de un Reino justo. Agentes de la auténtica paz.
 

 


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COMENTARIOS

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Rodolfo
30/07/2014
07:56 h
10
 
Carlos, si su realidad fuera la cierta, de cualquier manera está diciendo que los españoles mataron 10.000.000 de habitantes acá. Si para usted eso no es un genocidio, usurpación y avasallamiento, no me queda en claro cuál es su postura, sea cristiana o humana. Los historiadores hablan de cien millones, usted dice que son diez los millones, yo lo que digo es que España y Europa mataron gente en forma masiva, violenta y usurparon sus recursos. Se llevaron oro como si fuera agua. Hoy lo siguen haciendo a través de los organismos de créditos y, las muertes, siguen sucediendo. Aunque para usted si son sólo 10 millones no es tanto problema.
 
Respondiendo a Rodolfo

Carlos Sánchez
29/07/2014
11:21 h
9
 
Le repito que si las teorías más alcistas hablan de poco más de 100 millones de habitantes, es imposible que los españoles mataran a 100 millones. Revise sus cifras. Le sobran ceros (por lo menos un cero)
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Rodolfo
28/07/2014
16:19 h
8
 
Carlos, soy Rodolfo, no Adolfo, ese tiene un nombre irrepetible. Los 100.000.000 fueron los que mataron los españoles a espada o con epidemias traídas de allá. En LA Española (hoy Haití y Dominicana) desde 1492, el descubrimiento a 1550, poco más de 50 años, la población indígena de 300.000 cayó a 10.000. A su sugerencia le digo que leo, leo mucho. Leo de todas las corrientes y saco mi conclusiones. No hay manera de negar el genocidio y el despojo llevado a cabo por España en América. Soy un cristiano de tercera generación de pastores y lucho por nuestros pueblos.
 
Respondiendo a Rodolfo

Carlos Sánchez
26/07/2014
21:42 h
7
 
Adolfo, en la actualidad existen tres corrientes historiográficas con posturas divergentes respecto a la población americana precolombina:1 La corriente alcista, defendida fundamentalmente por algunos estudiosos estadounidenses, estima la población americana previa a la llegada de Cristóbal Colón en 100 millones ( Woodrow Borah, Henry F. Dobbyns) ¿Cómo fue eso? ¿Se exterminaron todos? ¿Y luego? ¿Sabe usted lo que es la viruela? Paz, bien y lecturas.
 
Respondiendo a Carlos Sánchez

Demetrio R. Mazagatos
25/07/2014
21:10 h
6
 
...'también en la tierra está el infierno. El infierno de los sumergidos en la pobreza extrema, en el hambre, en el sentirse un sobrante humano con el que nadie cuenta'. Señor, ayuda a los creyentes a ser elementos suavizadores del infierno terrestre. También, Señor, salva a estos condenados por el egoísmo humano. Señor. Haznos ser instrumentos en tus manos para la liberación de tantos condenados. Te lo rogamos en el nombre de tu hijo Jesús... Amén y Amén.
 
Respondiendo a Demetrio R. Mazagatos

Rodolfo
25/07/2014
21:10 h
5
 
Omar Pardo, esto no es Teología de la Liberación, es la realidad predicada en La Biblia. Lee Oseas, Amós y Miqueas. Quienes viven en un continente que por haber tenido pólvora esclavizó al África y le llevó las riquezas, a esos esclavos los llevó a América y la despojó de sus riquezas, y con eso conquistó Asia, ahora piensan en 'Déjennos en paz'. Cuando se llevaron todo y dominaron todo implantaron su sistema de riquezas en países centrales y miseria afuera, y ante la rebelión de los despojados de riquezas y dignidad dicen:'Déjennos en Paz', ó 'son terroristas'. ¿Sabías que sólo en América los españoles mataron cien millones (100.000.000) de nativos?
 
Respondiendo a Rodolfo

Febe Altar
24/07/2014
19:54 h
4
 
Omar Pardo, nº 3, lee a los profetas, por favor... Jesús fue uno de ellos. ¿El último? Quizás Dios levante también profetas hoy. ¿A quién enviaré?, sigue preguntando el Señor.
 
Respondiendo a Febe Altar

Omar Pardo
23/07/2014
15:48 h
3
 
Un grito en el desierto, o un alarido en medio de una multitud con auriculares, es lo que siento que es este artículo. Siempre habrá pobres, nos habla la Biblia, también nos dice que la Paz que nos da Dios no es la que el mundo nos puede dar. ¿Dios nos manda a que cambiemos las estructuras sociales?, ¿Esa es nuestra misión? o predicar el evangelio a los poderosos y esto conlleve un cambio social. La teología de la liberación setentista fue un buen intento de cambiar el mundo para luego predicar el evangelio, ya vimos sus consecuencias. El mundo no cambió para bien sino para mal, la sociedad es cada vez más consumista y si bien hay mas derechos sociales legislados, en pocas sociedades se a
 
Respondiendo a Omar Pardo

Luis R. Lozano
23/07/2014
15:48 h
2
 
¿No crees, Pep, que además de los católicos ha habido otras confesiones que se han preocupado por la justicia social? No te cierres en 'católico' y ábrete al concepto más amplio y más genérico de 'cristiano'. Católicos, en el sentido amplio de la palabra, somos todos. Cristianos sólo lo son los que han cambiado sus vidas siguiendo a Jesús y han tenido un nuevo nacimiento. Yo quiero ser y denominarme cristiano.
 
Respondiendo a Luis R. Lozano

Pep
21/07/2014
20:12 h
1
 
Aconsejo a todo aquel que quiera opinar sobre justicia social y económica, que se moje y pase de las musas al teatro, como han hecho los católicos al desarrollar la Doctrina Social de la Iglesia. A cualquiera que le interese el tema, que lea.
 



 
 
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