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Gritos de Adviento

En esta época de Adviento, tenemos también que gritar a todas las naciones y a todos los pueblos, a todos los habitantes del planeta Tierra: ¡”Venid a ver, venid, la flor del Soberano, linaje de David”.
DE PAR EN PAR AUTOR Juan Simarro Fernández 10 DE DICIEMBRE DE 2013 23:00 h

Velas de adviento. Autor: Liesel (CC 3.0 BY-SA). Imagen tomada de Wikimedia Commons. 


No hace muchos años, quizás desde la década de los años cincuenta, en las iglesias evangélicas que no eran de corte reformado, iglesias muchas de ellas muy conservadoras y un tanto ajenas en muchos casos no sólo a la celebración de lo que se puede llamar el año litúrgico, sino a la propia historia del protestantismo y, por tanto, bastante ajenas a la historia de la Reforma, la palabra Adviento no se usaba. Si alguien, procedente de otros ambientes hablaba de Lutero, se le podía decir: “Aquí predicamos a Cristo, no a Lutero”. Épocas un tanto oscurantistas, sólo en cuanto a la historia, en varias iglesias evangélicas que, por otra parte, predicaban un Evangelio puro y libre de tradiciones humanas. Todavía hoy habrá muchas en las que se pase de largo de esta celebración que nosotros queremos reavivar: El Adviento.

Hay evangélicos hoy en España que, sacados de sus congregaciones conservadoras cuando eran niños, allá por los años cincuenta, pasada ya la posguerra, en tiempos de gran dificultad sociopolítica en España y en el área de las libertades religiosa, tiempos en los que muchos maestros de las escuelas públicas habían sido depurados, tiempos en que muchos intelectuales, artistas y profesionales estaban en el exilio, momentos en los que se podía perder el trabajo por ser protestante, épocas cuando se cantaba obligatoriamente en Cara al Sol en las escuelas públicas y, además, muchos niños evangélicos tenían problemas por el hecho de serlo.

En esta época, ya superando la dura posguerra, a muchas de las regiones de España llegó una llamada, una noticia de que en Madrid existía un colegio evangélico al que podían ir los niños que tuvieran problemas en las escuelas públicas, los hijos de los migrantes españoles que tenían que salir por la falta de trabajo en España —eran los tiempos de la emigración española muy superior a la de ahora—, donde podían asistir niños huérfanos o de familias en situaciones de dificultad económica a los que se les podía buscar padrinos en el extranjero, fundamentalmente en Norteamérica. Era un colegio que había estado cerrado durante y después de la guerra civil y que abría sus puertas tímidamente, casi en la ilegalidad, sin tener reconocidas sus enseñanzas, pues los alumnos tenían que ir a examinarse como alumnos libres a los institutos… Tiempos difíciles.

Pues bien, muchos niños de diferentes regiones, proviniendo de aquellas iglesias conservadoras, acabaron recalando como alumnos en este este Colegio Evangélico llamado El Porvenir buscando un ambiente evangélico sin discriminaciones por razones religiosas. Muy diferente aquella situación a la de ahora. Era, realmente, un hogar en donde niños se formaban. Había niños de toda España y de todas la denominaciones, pero era un colegio vinculado a las iglesias reformadas de la IEE en donde había presbiterianos, luteranos y otros reformados. Una interrelación denominacional que favoreció tanto a la iglesia reformada de la IEE como a las diferentes denominaciones más conservadoras.

¿Qué pasó con aquellos niños de esas iglesias conservadoras? Pues que quedaron, entre otras cosas, como deslumbrados por la celebración del Adviento, celebración desconocida para ellos. Para esa celebración, en el techo de un comedor bastante grande, se colgaba una gran corona de Adviento con sus cuatro velas rojas, largas, de las cuales se encendía una cada domingo de Adviento. En un devocional que teníamos cada noche durante todo el año que, simplemente, se le llamaba “La Oración” y que se hacía después de la cena, durante toda la época de Adviento sólo se cantaban himnos relacionados con este momento del año litúrgico. Muchos niños, acostumbrados solamente a celebrar la Navidad o la Semana Santa dentro del calendario litúrgico de sus iglesias conservadoras, quedaron impresionados y se fijaban en cómo toda la celebración iba acompañada, durante las cuatro semanas, de la lectura de las profecías. Los niños podían ver cómo todo estaba anunciado, previsto, cómo iba madurando en el quehacer profético hasta culminar con el Niño que nos es nacido, el Hijo que nos es dado.

Vela e himnario de AdvientoAllí aquellos niños pudieron escuchar algunos de los gritos de Adviento. El primer grito de Adviento del que hacemos mención hoy, lo contenía un himno del himnario que usaba la IEE: ¡“Venid a ver, venid, la flor del soberano, linaje de David”! Había que gritar en el Adviento para que la gente se acercara, para que los pueblos vieran. Hacía alusión a un rosal lejano en el arcano de los tiempos, que comenzaba a rebrotar. Se acercaba la Flor del Soberano, esa flor que comenzó siendo como un botoncito verde que después se transformó en un capullo hasta que reventando, comenzaba a mostrar su color y finalmente se abría como una rosa. ¡Cómo te vas a quedar quieto e inmóvil! ¡Tienes que venir a ver! ¡Venid todos!

Nosotros ahora también, en esta época de Adviento, tenemos también que gritar a todas las naciones y a todos los pueblos, a todos los habitantes del planeta Tierra: ¡”Venid a ver, venid, la flor del Soberano, linaje de David”! Muchos evangélicos, hoy ya mayores, aprendieron allí, en ese Hogar, a celebrar el Adviento. Allí estaba también la cuestión del linaje, de la descendencia de David que daría luego lugar al grito: “¡Jesús, Hijo de David”! como se dirigieron a Jesús muchas gentes. Ese reguero de linaje se podía seguir también a través de las profecías.

Por tanto, celebremos también hoy. Alegraos pobres de la tierra. Regocijaos ante el segundo grito que viene. Aquí lo tenéis. Es el segundo grito de Adviento que proponemos: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: esforzaos, no temáis; he aquí que Dios viene con retribución y pago; el mismo Dios vendrá y os salvará”. ¡Qué gran grito! Palabras de Adviento. Palabras esperanzadoras. ¿Quién lanzará hoy este grito de Adviento? Lo lanzamos desde estas páginas, pero quizás sea insuficiente. ¡Gritadlo todo el mundo!

Podríamos decir: Gritad y alegraos, pueblos de la tierra, desclasados del mundo. Buscad consuelo los sufrientes de una sociedad injusta. Avanza el Adviento. La Navidad se aproxima. Se acerca el momento en el que las profecías dicen que “se alegrarán el desierto y la soledad, el yermo se gozará y florecerá como la rosa”. Son tiempos de alegría, de regocijo.

Seguid escuchando. Vamos a lanzar el tercer grito de Adviento: “Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios”. Consolaos. Dejad las penas. Haced una gradación de la alegría. Es un proceso de acercamiento. Nos acercamos a la Navidad. Id contando días, semanas. Coged el calendario. Pasan los días de Adviento, los domingos de Adviento, las semanas de Adviento. Cuanto más se acerca el tiempo, más emoción, más alegría, más ternura del corazón, más esperanza.

Tiene que llegar el clímax. La explosión de gran alegría. El momento cumbre. ¡Cantad! ¡Aclamad! ¡Entonad salmos a su nombre! Llegad al otro de los gritos del Adviento. El cuarto grito que lanzamos desde aquí. Sí. Hay otro de los gritos de Adviento en el que el profeta explota de alegría porque quiere que todo esto sea sabido por toda la tierra y estalla de regocijo y grita como con voz de trompeta: “Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”. Final glorioso, es la apoteosis del gozo… el corazón se rompe de alegría en la culminación del Adviento.

Aún falta otro grito, el último que os dejamos hoy aquí. Es el quinto grito que lanzamos hoy: “Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!”. Son preciosas palabras de Adviento que nos llenan de olor grato, el olor de la Flor de Adviento, del Dios que llega, que se nos acerca. Aprende a celebrar el Adviento. Levanta fuertemente tu voz en compromiso con esas cañas cascadas y esas rodillas endebles. El mismo Dios vendrá y nos salvará. ¡Feliz Adviento! Gozaos y alegraos. Dios se acerca a nuestra historia.

Nuestro agradecimiento al Colegio El Porvenir que, a tantos niños provenientes de lugares lejanos de todos los rincones de España, nos enseñó a celebrar el tiempo de Adviento.
 

 


3
COMENTARIOS

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Respondiendo a

Felipe Mazagatos H.
14/12/2013
12:54 h
3
 
¡Qué bonito lo que dices, yopili! Feliz Adviento.
 
Respondiendo a Felipe Mazagatos H.

yopili
14/12/2013
08:16 h
2
 
creci en ua Iglesia de hermanos, no había ni creo que hay la constubre del adviento, pero un año ...en el que mi esposo partio con el Señor a los 38 años...un domingo que no tenía fuerzas para ir a la reunión , un hermano me invito a su iglesia y ahí celebraban el adviento y desde el momento que entré, el Señor me hizo entender que Él, es digno SIEMPRE de ser alabado, en todas las circunstancias de nuestra vida! Aleluya! Señor, recordamos en Navidad tu Amor, tus promesas,con gozo y esperanza! te Amamos, oh, Dios nuestro! y vivimos cada nuevo día con el mismo gozo y esperanza! Porque Tú, siempre estás con noostros!
 
Respondiendo a yopili

Rafa Brito
12/12/2013
11:32 h
1
 
Todos queremos y debemos ir a saludar esa 'Flor del Soberano linaje de David' Gracias al autor y a Protestante Digital que nos permite deleitarnos también con los temas del Adviento... La introducción histórica no tiene desperdicio.
 



 
 
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