¡Desinstálate! ¡Desinstálate! Zaqueo no se paró solamente para contemplar al Señor, sino que acabó desinstalándose, tanto del árbol, como de sus ataduras económicas. Pasó de comodidad y felicidad contemplativa a asumir fuertes compromisos de projimidad.
Es duro desinstalarse. Nos cuesta trabajo bajar del árbol como Zaqueo, recibir al Señor en nuestra casa en donde tenemos nuestras propiedades, para llegar a decir como nuestro protagonista Zaqueo, ya desinstalado
: “La mitad de mis bienes doy a los pobres”. Esto ocurrió sin que el Señor se lo demandara.
Desinstalarse implica compromiso y compartir. Se comprometió a ello como algo natural de una persona que conoce al Señor, de una persona que llega a conocer el Evangelio. Por eso este relato es tan importante para entender el concepto de Diaconía, de projimidad. Y no es que los ladrones y acumuladores sean los que tienen que compartir, sino todo convertido, todo desinstalado, todo el que decide seguir al Maestro, que es en la práctica de la projimidad donde se realiza como seguidor y discípulo.
¡Desinstálate! El Señor te llama y quiere que desciendas del árbol. Ya depende de ti si desciendes o no. Si bajas a la arena de la realidad y decides seguir a Jesús practicando la projimidad y siendo sal y luz en medio de un mundo de dolor, o si quieres seguir sentado en tu cómodo asiento, instalado en tu sillón insolidario buscando tu autoconsumo espiritual. Este autoconsumo, nada tiene que ver con la práctica del cristianismo, con la vivencia de la espiritualidad cristiana. Es egoísmo religioso. También hay egoísmos teñidos de religiosidad.
El apóstol Santiago diría a los instalados: Es como cuando miras tu rostro natural en un espejo. Sólo te contemplas egoístamente a ti mismo, pero ni te sirve, ni sirves para nada. Estás de espaldas a la realidad del mundo, de espaldas a la realidad de las necesidades del prójimo y, por ende, de espaldas al llamamiento del Señor. Así, Jesús nos sigue diciendo: Date prisa, baja, desinstálate, ponte en camino. Quiero ser tu huésped, pero un huésped que demanda compromiso.
El Señor nos pide que nos desinstalemos, que nos pongamos en camino… pero, a veces, queremos continuar en la comodidad de la contemplación que, en muchos casos, es simple autocontemplación. No bajamos y acompañamos al Señor en su camino estrecho. La comodidad nos hace somnolientos y olvidamos nuestro compromiso aunque sigamos alabando y disfrutando del calor y acogida de los bancos de las iglesias o del olor a cirio y sacristía.
¡Desinstalados y en marcha! Zaqueo dejó de ser un hombre instalado en la contemplación y se convirtió en un hombre en marcha junto a Jesús. Experimentó una auténtica conversión que tuvo una repercusión práctica en su forma de vida y en la sociedad llena de pobres y proscritos:
“He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres”. La conversión, que exige desinstalarse, hizo que su vida se convirtiera en una vivencia generosa, servicial y que le llevaba al compartir con los desheredados del mundo. Se desinstaló de la comodidad.
Desinstalarse da sentido a la vida. Así, Zaqueo llenó su vida de sentido y, además, se comprometió con el Señor a devolver por cuadruplicado todo lo defraudado. Si los defraudadores del mundo tuvieran una conversión tan real como la de Zaqueo, se desinstalaran de su árbol de beneficios materiales, quizás desaparecerían las problemáticas del mundo, habría un reparto más igualitario de los bienes y la justicia comenzaría a brillar en el mundo. Zaqueo y su ejemplo es una de las claves importantes para la eliminación de la pobreza en el mundo. El ejemplo de Zaqueo debería ser predicado desde nuestros púlpitos de forma continua y su ejemplo debería ser derramado como un elixir de justicia.
¿Quiénes son los defraudadores de hoy? ¿A quiénes estamos defraudando nosotros? Es la pregunta que nos debemos hacer si queremos llegar a la auténtica conversión totalmente desinstalada como llegó Zaqueo. La actitud de comodidad, indiferencia o cobardía también defrauda. Esos fraudes hemos de devolverlos por cuadruplicado si de verdad llegamos a una experiencia de conversión auténtica.
Palabras para los desinstalados. Las palabras que escuchó Zaqueo nos gustaría escucharlas de boca de Jesús a todos nosotros, pero, quizás, no queremos pagar el precio. Zaqueo escuchó estas palabras de parte del Señor:
“Hoy ha venido la salvación a esta casa”. Son las palabras que compensan con creces el compromiso de Zaqueo, su solidaridad y su práctica de la projimidad. Son las palabras que premian el posible cansancio del servicio y del compromiso cristiano.
¿Te has desinstalado? ¿Te has bajado de tu árbol para ponerte a disposición del Señor y a su servicio? ¿Estás dispuesto a pagar el precio para recibir las palabras de aprobación del Señor? ¡Date prisa, desciende! ¡Desinstálate! ¿Acaso no crees? ¿No puedes creer? Atrévete a dar el salto. Un salto de fe.
Es necesario que el Señor more en ti. Desinstálate. Tendrás un cambio de prioridades y estilos de vida. Comenzarás a entender los valores del Reino. Comenzarás a caminar por el camino estrecho, lleno de aparentes dificultades. Recuerda que el yugo del Señor es fácil. Camino estrecho, de servicio, de compartir y de entrega, pero de gozo infinito. Es la vida de los desinstalados.
Señor, ayúdanos a no ser cobardes y a aceptar el reto. Danos incomodidad hasta que nos desinstalemos. Que comprendamos que ponerse al servicio del otro es ponerse a tu servicio. Aguijonéanos con la mayor inquietud hasta que entendamos tu Evangelio en compromiso desinstalado y de acogida al otro, al sufriente.
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