¡Cuánta oscuridad! ¡Mira, se acerca la luz!

Acabamos de celebrar el primer domingo de Adviento. ¡Cuánta oscuridad en el mundo! Ahí está la oscuridad de la increencia de un mundo de espaldas a Dios en un porcentaje altísimo. Cómo no hablar de la oscuridad de la maldición de la pobreza por causas humanas y no por decisión del Altísimo, las oscuridades del racismo, del soberanismo, de la xenofobia, de la feminización de la pobreza, de los niños trabajadores y las dificultades de tantos y tantos niños para acceder a las vacunas, a la medicina, al agua potable y tantas oscuridades que conforman un gran escándalo humano.

No sé como a veces los cristianos miran al cielo dando la espalda a estos escándalos humanos. Habría que hacer una relectura de la Biblia fijándonos en la ética bíblica, en las denuncias proféticas, en el cuidado de Dios de aquellos más débiles.

Sigue en mi mente la tragedia de la DANA de Valencia y en otras comunidades autónomas. Miedos. El mundo anda en tinieblas y por eso nos vendrá bien recordar algún texto de Adviento, algunas de las profecías que nos anuncian la llegada de un Mesías que viene, que se acerca y que, además, nos va a inundar de luz. Recordemos este texto de Isaías: “El pueblo que andaba en tinieblas, vio gran luz”. Texto de Adviento que puede reconfortar al mundo. Lo dedico a la comunidad valenciana y a todos los lugares en los que la DANA ha impactado tan tremendamente,

Si ya en estas fechas cercanas a la Navidad estás pendiente de esa luz que viene, quizás muchas de las oscuridades que parecen acosarte en la vida, sea cual sea tu situación, pueden comenzar a desaparecer, puede suceder que muchos de los fantasmas oscuros que nos acosas puedan ir difuminándose como la niebla cuando sale el sol. ¡Se acerca la luz! ¡Confía! ¡Abre los ojos!

¡Mira, mira! ¿Por qué no miras atentamente? Limpia tus ojos y mira en lontananza, quizás una lontananza del tiempo. Los pasos del que viene se aproximan sin pausa. El Adviento nos lo recuerda. Que no te ciegue la increencia ni las ofertas más o menos satánicas. ¡Mira de nuevo! ¿Acaso no vislumbras una luz allá a lo lejos? 

No dejes de mirar y aumenta tu esperanza. El que viene no fallará, la luz nunca se apagará, el resplandor de su gloria va a deshacer las tinieblas, los miedos, las angustias. Otro texto profético de Adviento: “El mismo Dios vendrá y nos salvará”. ¿Por qué entonces nos atacan los miedos y tantos y tantos sinsabores? El pueblo que sufre está llamado a la esperanza.

Si creemos a veces que nos rodean tinieblas, el mensaje de Adviento viene a liberarnos. ¡Confía! Dios se acerca. Da tú también pasos de esperanza. El tiempo de Adviento puede ayudarnos. Los negros velos pueden romperse para dar lugar a la luz que se acerca. Si en el mundo predominan las tinieblas, lo oscuro, lo negro y el dolor, mirad a la luz que se acerca. Las negruras de los problemas, de los abusos, de las injusticias, de las opresiones, los feos espantapájaros que a veces nos agobian pueden tener un final y el Adviento nos ayuda con su luz a encontrar la salida en el Dios que se acerca.

Pesadas cargas pueden agobiarnos en este mundo en donde reina la increencia y los hombres ciegos, guías de ciegos, incapaces de ver la luz, pero el Adviento, este tiempo prenavideño nos redirige hacia la luz intensa del que viene y quiere que abramos nuestros ciegos ojos. Que el tiempo de Adviento haga que las escamas de nuestros ojos se caigan al suelo, se rompan en mil pedazos y acaben destruyéndose para siempre. ¡Señor, en este tiempo de Adviento, danos de tu luz!

Tiempo de Adviento: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz”. ¿Puede ser esto una oportunidad, una realidad, una oferta gratis para todos nosotros? Nunca cierres los ojos en este tiempo tan especial que nos lleva a Jesús, a su nacimiento para andar por el mundo haciendo bienes y después morir en la cruz para llevar sobre su cuerpo maltratado el pecado de todos nosotros. ¡Hay esperanza para mí, hay esperanza para ti, hay esperanza para todos! El Reino de Dios con sus valores irrumpe en el mundo con la llegada de Jesús.

Mensaje de Adviento: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: esforzaos, no temáis; he aquí que Dios viene con retribución y pago; el mismo Dios vendrá y os salvará”. No nos queda otra que salir de nuestras oscuridades y decir con el profeta: “Regocíjate y canta”, otro grito del Adviento que se puede dirigir también a los que sufren penalidades mil. No nos queda otra a los humanos que aferrarnos a la esperanza que nos trae el Adviento con un Dios que viene, que se acerca, que nos va a inundar de luz. Abramos los ojos y el corazón ante tan buenas noticias que, realmente, acabarán siendo de “gran gozo”.

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