Biblia y globalización

En los últimos años del siglo XX aparece en los medios de comunicación de todo el mundo una palabra nueva: globalización.

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Tan nueva que no se encontraba en los diccionarios ni en las enciclopedias.

Yo tengo en mi biblioteca la enciclopedia española Espasa, en 124 tomos; la enciclopedia francesa Larousse, en 11 tomos, y la Enciclopaedia Britannica, en inglés, en 33 tomos, y en ninguna de las tres figura la palabra globalización.

Es ahora, en las ediciones modernas, cuando el término empieza a ser introducido en estas obras que pretenden exponer el conjunto de los conocimientos humanos.

Globalización y mundialización son vocablos de uso moderno. Pero lo que se quiere definir con ellos, ¿es de ahora?

En mi concepto el contenido de la globalización es tan antiguo como la respiración del primer hombre. La Biblia afirma que nada hay nuevo bajo el sol que calienta la tierra (Eclesiastés 1:9).

Todo lo que pretende la globalización ya lo expuso Dios en las páginas inspiradas de las Escrituras. La globalización se entiende principalmente en términos financieros, en la organización y distribución del capital.

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Pero también se ocupa de otras cuestiones, como el Estado-nación, la unidad de los pueblos, los tentáculos del poder, el desafío de la inmigración, el alcance de la pobreza, y algunos otros temas.

Cualquier persona que lea detalladamente la Biblia, de principio a fin, podrá comprobar que todos estos elementos se encuentran en el Libro inspirado. Dios pensó en ellos siglos antes de que la globalización fuera un simple espermatozoide en el vientre de la historia moderna.

Los seis esquemas principales de la teoría de la globalización, el Estado-nación, los tentáculos del poder, la unidad humana, la preocupación, por el pobre, la inmigración y la globalización de la economía, todos ellos se encuentran en la Biblia.

Son principios esenciales del cristianismo. El cristianismo no es una religión. El cristianismo es Cristo.

La figura de Cristo se describe, en sus rasgos esenciales, en los cuatro Evangelios que se encuentran al principio del Nuevo Testamento.

¿Tratan estos Evangelios de la globalización? ¿Se interesó Cristo por el tema de la globalización? Respondo a estas dos preguntas con una tercera: ¿qué es exactamente la globalización?

El término, acuñado en Alemania hacia finales del siglo xx, contempla el conjunto de la raza humana y la totalidad del planeta Tierra.

Globalización es un término moderno que sustituye al de mundialización, pero de significado equivalente. Relativo o perteneciente al mundo entero. De esto tenemos mucho en los cuatro Evangelios. En los Evangelios se habla de la globalización del amor de Dios: De tal manera amó Dios al mundo (Juan 3:16), dice el apóstol San Juan.

Ese amor es el principio y la fuente suprema de la salvación. La palabra mundo incluye a toda la humanidad El amor de Dios no descarta a ningún pueblo, a ningún individuo.

En los Evangelios se habla de la globalización de la misericordia de Dios. Sigue diciendo San Juan:

No envió Dios a Su Hijo al mundo para condenar al mundo (Juan 3:17).

La misericordia de Dios se expresa también aquí en términos universales, en términos de globalización. Dos veces se menciona la palabra mundo.

Jesucristo no vino para condenar al mundo. La misericordia de Dios hacía imposible semejante condena. En los Evangelios se habla de la globalización de la salvación de Dios por medio de Cristo.

He aquí lo que escribe Juan: Para que el mundo sea salvo por Él (Juan 3:17).

El mundo es la universalidad étnica, contrapuesta a Israel, que era considerado como el pueblo de Dios.

La salvación que Dios ofrece traspasa fronteras, recorre los océanos, inunda los pueblos. Es una salvación global.

En los Evangelios se habla de la globalización del perdón de los pecados.

Cuando Juan el Bautista ve a Cristo que avanzaba hacia él, al tenerle cerca dijo a la multitud que le rodeaba: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29).

El verbo usado aquí para quitar significa estrictamente quitar, hacer desaparecer. Cristo es el inocente Cordero de Dios que quita los pecados. No de una raza, no de un pueblo, sino del mundo, de la aldea global.

En los Evangelios se habla del verdadero alimento divino. Ahora es el propio Jesús quien, a las multitudes que le escuchaban extasiadas, les dice: El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo (Juan 6:33).

En otro lugar del evangelio Cristo se identifica explícitamente con este pan.

Es pan de Dios porque proviene del Padre.

Es pan de Dios porque lo dispensa Cristo, el Hijo.

Es pan de Dios porque desciende del cielo verdadero.

Es pan de Dios porque es alimento eterno, alimento de vida.

Es pan de Dios porque es para todo el universo creado por Dios: el mundo.

En los Evangelios se habla de la globalización del sacrificio de Cristo.

Cito palabras del propio Jesús:

El pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo (Juan 6:51).

Con estas palabras Jesús presenta su pensamiento en una óptica de futuro.

Esa carne que Él dice que dará por la vida del mundo indica su muerte, una muerte violenta.

La carne y la sangre es la naturaleza humana viviente. Cristo entregó su vida para rescatar y salvar al mundo. Siempre la misma idea de mundialización.

En los Evangelios se habla de la globalización de la luz divina. El apóstol San Juan declara: La luz vino al mundo (Juan 3:19).

Y el propio Cristo confirma: Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas (Juan 12:46).

Cristo fue enviado por el Padre para ser luz, para deshacer las tinieblas mentales que impiden el reconocimiento de la realidad divina.

Para iluminar el camino que saque a los seres humanos de las tinieblas de perdición y les señale la senda a la vida eterna.

Y esto lo hizo, otra vez, pensando en el mundo, adelantándose a todas las teorías sobre globalización.

En fin, en los Evangelios se habla de la globalización de la predicación cristiana.

En un lugar de estos Evangelios, Cristo afirma: Será predicado el Evangelio del reino de Dios a todo el mundo (Mateo 24:14).

Y en otro lugar ordena a sus discípulos: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Marcos 16:15).

Cristo predice que, a pesar de todos los obstáculos que tendría que vencer, el Evangelio seria predicado entre espadas y hogueras.

Esta predicación tendría lugar por todo el orbe, como dice Marcos con claridad.

La ley del Antiguo Testamento tenía unos límites que acababan en el pueblo hebreo.

El Evangelio no conoce otras fronteras que la extensión misma de la tierra. Esto es auténtica globalización.

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