El tweet de Dios sobre el levantamiento y caída de los impíos

Aquella mujer, que era hermana, hija, esposa y madre de rey, se había apoderado de un trono que no le correspondía, pues al haber mandado exterminar a todos los sucesores legítimos, solamente quedó ella como pretendiente, si bien su titularidad no era auténtica, porque los derechos pertenecían a la dinastía que estaba encarnada en su hijo, que acababa de ser asesinado, y en sus descendientes. Pero esta abuela despiadada no tuvo escrúpulos en acabar con sus nietos, con tal de alcanzar ella el poder. Mediante esta acción estaba transgrediendo los principios más elementales de legalidad, que eran intocables, pero también de mera humanidad, porque los crímenes espantosos que cometió no fueron contra extraños o enemigos, sino contra sus propios descendientes. Pero cuando la ambición de poder domina a alguien, no se detiene ante nada ni nadie y todo vale para satisfacerla.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]

Y así fue como aquella mujer gobernó durante siete años, que fueron un tiempo de pesadilla y oscuridad que se cernió sobre la nación, no pareciendo que hubiera esperanza de salir de aquel túnel. Pero la realidad era incontestable y esa realidad era que por más que tuviera los resortes del poder en sus manos, a ese poder le faltaba validez, porque una cosa es estar en autoridad para ejercer el poder y otra tener autoridad para ejercerlo. 

Es preciso tener en cuenta que una acepción de la palabra autoridad en la lengua latina es ser modelo, ejemplo, de ahí que la autoridad emana de quien se convierte en un referente por su buen hacer, en el campo de actividad donde se mueve, habiendo una diferencia, cuando se trata del ejercicio del gobierno, entre estar en autoridad y tener autoridad. Estar en autoridad es estar en el puesto, ostentar el cargo y ejercer la función; pero tener autoridad es poseer una valía personal moral que destaca por encima de la media. Por eso hay gobernantes que estando en autoridad, no tienen ninguna autoridad. Tal vez nunca la tuvieron y si la tuvieron, la han perdido. Hay una cruda contradicción en quienes estando en puestos de autoridad no tienen autoridad, porque se convierten en un esperpento de lo que deberían ser.

Aunque aquella mujer estaba en autoridad, no tenía autoridad y tampoco tenía legitimidad, por lo cual al trípode formado por esos tres soportes esenciales para gobernar le faltaban dos de ellos. Su marido y su hijo estuvieron en autoridad y tuvieron legitimidad, pero no tuvieron autoridad, porque con sus vidas negaron lo que deberían haber sido, por tanto al trípode esencial le faltó un soporte y, por tanto, sus gobiernos fueron un fracaso.

Tener autoridad va ligado al honor y el honor tiene que ver con la distinción que alguien merece, a causa de su limpio proceder. El honor fue una de las grandes nociones en la Edad Media, donde la afrenta al honor era el mayor delito que podía cometerse, incrementándose su gravedad según fuera el rango de la persona ultrajada. Vivir sin honor o morir sin honor era lo peor que le podía pasar a cualquiera. Andando el tiempo la importancia del honor siguió vigente y así encontramos en mucha de la literatura del Siglo de Oro español que el honor es un tema dominante en la trama argumental, ya sea en caballeros o damas Pero lejos de quedarse estancado siglos atrás, el valor del honor sigue vivo y prueba de ello es que los que juran o prometen en la ceremonia para asumir un cargo de gobierno en España lo hacen solemnemente apelando a su honor personal. Luego es el honor la referencia final que refrenda lo prometido. En caso de incumplimiento de la promesa o juramento, es el honor personal el que queda desacreditado, siendo la persona misma la que pierde su honorabilidad, credibilidad y reputación. De ahí la importancia que tienen las palabras pronunciadas, que van mucho más allá de ser una mera fórmula convencional.

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘Cuando los impíos son levantados se esconde el hombre; mas cuando perecen, los justos se multiplican.’ (Proverbios 28:28). La verdad que establece el texto es intemporal, siendo válida para ayer, para hoy y para siempre. Por supuesto es válida para el caso mencionado de hace 2.900 años, cuando aquella gobernante impía se levantó en el poder, pues durante los siete años que duró su reinado, estuvo escondido un hijo del rey, un nieto suyo, que milagrosamente fue salvado de la matanza ordenada por ella. 

Este cuadro es muy elocuente para describir lo que se estaba viviendo en la nación, porque lo lógico hubiera sido que la persona que era indigna se tuviera que esconder. Pero en la historia de las naciones las cosas no son como debieran ser. Por eso hace falta otro gobierno, no de este mundo, donde el que es digno, en todos los sentidos de la palabra, esté al mando para siempre.

[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]

El tweet agrega que cuando los impíos perecen se multiplican los justos, porque con la caída de la maldad se abre paso la justicia, la cual es insustituible para que haya un buen gobierno.