2023: miedos agarrados a la garganta

Las naciones, los pueblos y, en general, las gentes que pueblan el mundo tienen múltiples miedos. Claro que esos miedos pueden darse en mayor o menor grado. No es igual el miedo que existe en Ucrania en medio de las bombas y los misiles, sin luz, sin agua, sin calefacción y rodeados de muertos, que los miedos que se puedan dar en nuestro país, pero yo creo que con las guerras, las violencias urbanas, las presiones económicas, la inflación, las pandemias, las subidas de los precios y otras problemáticas que hay en el mundo hoy, como son la discriminación de la mujer, el racismo y el soberanismo entre otros, influyen en que en el mundo haya miedo o, si se quiere, miedos por causas diferentes. Estoy seguro de que el año 2023 no va a estar ajeno a todos esos miedos.

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Pues sí. Entramos en un nuevo año, el 2023, que estará recorrido por el fantasma del miedo que se unirá al fantasma del hambre y de la pobreza en el mundo. No existe el miedo cero para este año que comienza. Muchos tendrán miedo a perder la vida que es el don más preciado. Puede ser perder la vida por las violencias de las guerras o de las pandemias, pero también está el miedo a perder la vida por el hambre, miedo a no poder desarrollarse en plenitud como personas. Algunos parece que ya nacen condenados y con el miedo agarrado a sus gargantas hasta perder la esperanza y, con ello, aceptar el fatum de un destino cruel.

Año 2023. No sabemos lo que nos espera, pero creo que podemos asegurar que viene cargado de miedos múltiples. Seguirá el miedo a la pérdida del empleo y no poder encontrar otro, el miedo a la pérdida de libertad, miedos a las nuevas esclavitudes que, sin duda, se van a dar en el año 2023 que estamos comenzando, miedo al racismo, a las pérdidas de identidad, a la pobreza en el ámbito de los nuevos pobres, incluso teniendo trabajo mal pagado. Seres abusados, seres oprimidos, seres temblorosos que recorren el mundo como si estuvieran transitando por el llamado valle de lágrimas.

Yo creo que, desgraciadamente, el nuevo año 2023 vendrá cargado de miedos, mucho miedo, miedo intenso que paraliza a muchas personas. No lo podremos evitar. Sería deseable pensar que el año nuevo que comienza tuviera algunos vestigios de esperanza en que esos miedos, al menos algunos de ellos, puedan ser eliminados. ¿Cómo sonaría hoy el artículo 3 de los Derechos humanos que dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona?”. Quizás sea una buena intención, un deseo que no va a tener eco en muchísimos sitios del mundo, sean por violencias de guerras, de hambre o hambrunas, falta de medicinas u otras violencias.

Yo creo que en el 2023, las “nuevas de gran gozo” recibidas en las pasadas Navidades, deberían unirse al hecho de que esas nuevas y ese gozo especial nos impulsaran a la acción y a la búsqueda de justicia, porque hoy, desgraciadamente, en nuestro mundo hay nuevas y noticias que se ubican sobre nuestras cabezas cual sombras mortíferas que quieren transmitirnos miedos sin par.

Las Nuevas de gran Gozo en las que creen los cristianos, deben actuar como contracultura contra el miedo que sumerge a los hombres en nichos de pesar, de depresión y de angustias mil. De nuevo el símil de actuar en el mundo siendo las manos, los pies y la voz del Señor que se mueven por el mundo en seguimiento al Maestro que, al nacer, hace que irrumpa en nuestra historia un mensaje totalmente útil en nuestro aquí y nuestro ahora: “No temáis”.

Pregunta: En medio del fantasma del miedo, de las sombras malignas que nos acechan y nos producen temor, ¿existe la transmisión de las nuevas o noticias de gran gozo para el mundo en el que vivimos, para la lucha por la justicia, para la reducción de la pobreza en el mundo, para la supresión de las violencias en contra de la opresión y para la práctica de la misericordia, o no sale nunca esa transmisión práctica, de palabra, obra y servicio, a la palestra pública llevadas por los seguidores de Jesús que conocen los valores de Reino y los valores bíblicos en general?

No cabe duda de que el cristianismo es un mensaje contra el miedo, contra los múltiples miedos que agobian a los hombres, pero tiene que ser un mensaje no solo de palabra, sino de compromiso con Dios y con el prójimo, de manos que son capaces de mancharse en la ayuda a los que, tirados a los lados de los caminos de la vida, caminan cubiertos por un manto de miedo del que no pueden deshacerse. El mundo seguirá llorando y se necesitarán manos cariñosas que puedan limpiar esas lágrimas dando esperanza.

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Dios quiera que el año 2023 sea un año en el que se puedan vencer miedos, en el que un mensaje de tranquilidad y esperanza se esparza por el mundo con los compromisos, prioridades y estilos de vida de los creyentes que pueblan la tierra. Yo así lo espero. Que de la vida de los cristianos surja una luz que alumbre las tinieblas que cubren nuestro mundo. Que así sea y que la expresión FELIZ AÑO NUEVO 2023 sea una frase que tenga sentido, mientras seguimos comprometidos con el Dios que nos dijo: “No temáis. Mis noticias son de gran gozo”.