Evangélicos: estética versus ética

La ética en el cristianismo es algo esencial. La ética cristiana la podemos aprender muy bien en los profetas, preocupados por los abusados, por los débiles de la tierra, por los oprimidos, por los pobres, por los extranjeros, por los huérfanos y las viudas que, en el Antiguo Testamento era los prototipos de los colectivos marginados. En cuanto a religiones, se podría afirmar que el cristianismo es la religión más ética del mundo, fundamentalmente con respecto al prójimo a quien hay que amar, ayudar y practicar todo tipo de solidaridades. En cuanto al amor, es semejante al amor a Dios.

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Sin embargo, podríamos preguntarnos si en nuestras iglesias hoy predomina más la estética que el compromiso ético. Se busca la belleza de la alabanza, la expresividad en las reacciones con las manos, las palmas, el rostro, las sensaciones tanto de belleza como de bienestar, de una búsqueda de la felicidad estética. Yo creo que, frente a esto, las cuestiones éticas, la solidaridad con los más pobres y con los sufrientes de la tierra, la eficacia de los cristianos en una acción bondadosa y misericordiosa con el mundo, el trabajo por llevar los valores del Reino que son contracultura en un mundo injusto y con valores ajenos a los bíblicos, sin duda quedan por debajo de la preocupación estética. ´

La aplicación de la razón de una forma responsable ante la responsabilidad ética en general, está muy por debajo de las preocupaciones estéticas. Preocupa mucho que se toquen bien los instrumentos del grupo de alabanza, preocupa la estética de la celebración cúltica, preocupan los ritmos, las músicas modernas, se hace mucho más hincapié en los coriteros que en los himnarios, los levantamientos de manos, los gestos de los rostros y cuerpo, las modelaciones de voz en la estética de los amenes y aleluyas, los rostros contraídos, parecen buscar mucho más la estética que la responsabilidad cristiana ante una ética que dimane de los valores bíblicos. 

Preocupa y ocupa la estética de la celebración como si estuviera más en línea con la espiritualidad cristiana que la propia ética, el amor en acción ante el prójimo que nos puede necesitar en cualquier contexto social, económico, sanitario o humanitario. Quizás es que la preocupación por la ética es una responsabilidad mucho más dura y compleja en el seguimiento al Maestro. Algunos pueden pensar que lo que pasa es que eso que llamamos ética cristiana no apoya la celebración, el gozo, el ritual cúltico, pero bíblicamente no es así. Dios, en la Biblia, en los profetas, nos enseña que es sordo al ritual que no va precedido de la búsqueda de la justicia y de la práctica de la misericordia.

Para estar en línea con la ética cristiana hay que reflexionar mucho sobre los temas bíblicos, los valores del Reino, el concepto de projimidad, las injusticias en el mundo, tanta pobreza y exclusión social a la que el creyente no puede ser sordo ni dar la espalda a los gritos del prójimo sufriente. Sin embargo, hay que animar, tanto a los seminarios, como a las congregaciones, como a los creyentes en su ámbito individual, a que no se limiten al ritual cúltico basado solo en la estética. Hay que ir mucho más allá en el seguimiento al Maestro. Creer nos anima a vivir en compromiso con el prójimo y no solo y exclusivamente con Dios, aunque, lógicamente, el compromiso con Dios nos debería llevar al compromiso con el prójimo. Esa sería la auténtica vivencia de la espiritualidad cristiana.

No estamos en contra de la estética en el culto a Dios, pero estamos preocupados por el mucho espacio y preocupación que se le da a la belleza en el canto, en la liturgia, en el cuidado de los templos, en las fiestas y adornos que se puedan usar en fiestas importantes como Navidad y otros, pero pensamos que debería tener un equilibrio con el tema ético, con la responsabilidad cristiana ante el prójimo sufriente, ante las injusticias del mundo que reclaman la voz de los creyentes. Se puede dar todo el espacio que se quiera a lo estético, pero no olvidar el compromiso ante la Palabra que debe tener su espacio tocando también de una manera muy especial los temas de compromiso con el prójimo, de amor a los sufrientes. Repetimos que hay que enseñar que el amor al prójimo debe estar en relación de semejanza al amor a Dios.

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También, el demasiado énfasis en lo estético y en las sensaciones y expresiones corporales, nos puede llevar a una especie de liturgia apoyada en lo psíquico que deja de lado el compromiso ético con el hombre que nos necesita. Por tanto, animamos a que se dé en nuestras congragaciones un espacio mucho más amplio a los temas éticos, a los temas del compromiso social, a los temas que potencien la solidaridad cristiana ante el dolor de los hombres. Para eso no es necesario eliminar la preocupación pro la estética. Sería muy bueno si solo se diera un posicionamiento de equilibrio que no mutilara para nada la vivencia de la auténtica espiritualidad cristiana.