¡Cuántos, incluidos muchos que se mueven en ámbitos cristianos, se someten al dios dinero, a las fuerzas satánicas de ocupar todo dejando a tantos y a tantos a la intemperie económica!
¡Cuánto grita la Biblia a favor de los trabajadores abusados y cómo critica a los empleadores injustos! Esto solo de por sí, ya sería el tema de varios artículos. Leed a los profetas, los Evangelios en parábolas como la de los obreros de la viña, cómo se habla del salario justo y como se afirma que el salario injusto clama contra los ricos usureros que aumentan sus caudales a base de injusticias contra los débiles. Son temas bíblicos que están ahí y que apenas se tratan, quizás para no molestar a los poderosos de este mundo, a los acumuladores, a los ladrones y a los que ponen en sus mesas la escasez de los empobrecidos del sistema.
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No entiendo cómo, conociendo los textos bíblicos, hay tantos y tantos cristianos que dan la espalda a las penurias de tantos y tantos trabajadores que, aun trabajando jornadas completas y duras, se siguen contando entre los pobres de la tierra cuyos salarios no alcanzan para dar de comer, educar, vestir y cuidar de sus hijos dignamente. Es como si estos textos no les importaran o miraran para otro lado para acallar sus conciencias. Eso, cuando no hay pequeños o grandes empresarios, dentro del ámbito cristiano, que escamotean los salarios y oprimen a sus trabajadores. A esos nadie les dice nada y, quizás, se les cede los primeros asientos en las congregaciones, quizás pensando que el dinero dignifica a las personas.
En el mundo y, por supuesto en España, hay crisis del llamado Estado de Bienestar. Sin necesidad de entran en temas políticos, y menos aún temas de políticas de partido, es verdad que en nuestras sociedades muchas veces aprobamos o miramos para otro lado ante la bajada de impuestos a las empresas que se están lucrando en demasía. Es curioso que hay personas que protestan si se les quita a los enriquecidos del sistema algunos mínimos para redistribuir entre los empobrecidos, los oprimidos, los débiles a los que les cuesta tanto y tanto trabajo educar a sus hijos. Leí unas líneas de un estudio que decía que los adolescentes de las escuelas privadas de los más ricos, son varios centímetros más altos que la de los chicos en colegios públicos de barrios pobres. ¡Cuántas injusticias, cuántas desigualdades! La mitad de los niños pobres de algunas ciudades de España no tienen becas de comedor.
Existe una lucha por la competitividad de la economía, por la avaricia de la bajada de impuestos que hace que se llegue a la crisis de ese llamado Estado de Bienestar. Para una economía tan ansiosa y hambrienta de pingües ganancias, hasta el propio Estado es una carga. Es por eso que los Estados de hoy no puede redistribuir riquezas a los más necesitados. Para ello habría que subir impuestos y las resistencias de los que acumulan son inmensas. Para ver esto no es necesario que uno sea de derechas o izquierdas, sino que es suficiente con pensar desde unos mínimos de solidaridad ya sea cristiana o, simplemente, humana.
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También, por eso y ante la crisis del Estado de Bienestar, hay que reducir gastos sociales en detrimento de los más pobres y, necesariamente, hay una casi nula redistribución de la riqueza. Todo esto es antibíblico, digan lo que digan los cristianos que guardan en sus almacenes como el rico necio. Es necedad según la enseñanza bíblica, reducir los costos del trabajo en beneficio de los capitales, estrujar los salarios para que no sean una carga para el capital. Yo creo que nuestra fidelidad a los textos bíblicos nos han de llevar sin mucho esfuerzo llegar a esta conclusión. Parece que el dios Mamón anda por ahí extendiendo sus influencias apoyado por todas las huestes satánicas.
Qué dirían los profetas y Jesús mismo ante esa visión tan economicista del trabajo a costa de los débiles, ante esa reducción de mano de obra pensando en las ganancias, ese aumento del desempleo, esa explotación al máximo de personas que están trabajando horarios larguísimos por salarios de hambre. Los empleadores injustos quieren una amplia flexibilidad en el trabajo, sometiendo bajo el miedo del despido a tantos y tantos que saben que están en la cuerda floja y han de aguantar situaciones indignas y abusivas. Todo eso es contracultura en cuanto a los valores bíblicos, los valores del Reino, las reivindicaciones de justicia y misericordia por parte de los profetas.
Esos abusos no están en línea con los valores bíblicos en relación con los trabajadores, fundamentalmente de aquellos que al no tener subidas salariales se alinean con los focos de pobreza, dando lugar al fenómeno tantas y tantas veces comentado: ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres. Contracultura bíblica contra la que muy poco se protesta desde nuestros ámbitos cristianos.
¿Es que, acaso, ya no existe el derecho al trabajo? ¿Es que los trabajadores más pobres y los desempleados deben estar en una agónica disposición de los empleadores, asumiendo injusticias? ¿Qué dirían los profetas del Antiguo Testamento que denunciaban toda injusticia, que se ponían al lado de los débiles, que denunciaban todo abuso de los poderosos en el nombre de Dios? ¿Ya nadie escucha ni lee los mensajes proféticos que asume Jesús mismo quizás como el último de los profetas?
Ya no existe la seguridad en el trabajo que afecta especialmente a los trabajadores pobres. Parece que el mundo está hecho para los competitivos, para los egoístas, los acumuladores, los que se echan en brazos del dios del dinero, aunque sea a costa de tantos y tantos sufrimientos, exclusiones y reducción de muchos a un sobrante humano, al no ser de la pobreza y de la marginación social.
¿Tenemos los cristianos algo que decir en torno a todo esto? ¿Nos compete? ¿Deberíamos ejercer la denuncia profética y practicar la misericordia como ellos, así como Jesús clamaba? ¿Qué pasa con el concepto de projimidad que nos dejó el Maestro? ¿Miramos para otro lado? ¿Habrá algunos que, siguiendo a los profetas hagan denuncia social a favor de los más débiles y abusados? ¿Tiene respuesta la Biblia o el Evangelio a estos problemas? ¿Nos influye a los creyentes el concepto de projimidad que nos dejó Jesús o solo son teorías religiosas que nos incomodan?
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¡Cuántos, incluidos muchos que se mueven en ámbitos cristianos, se someten al dios dinero, a las fuerzas satánicas de ocupar todo dejando a tantos y a tantos a la intemperie económica! Pues debemos de saber, conocer todos, que la Biblia tiene la respuesta para esto, no existe el evangelio de la competitividad económica. Aprendamos de Jesús que nos dijo, además de poner la justicia y la misericordia como bandera junto a la fe, que “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Y Él nos dio ejemplo.
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