Preguntas duras para los cristianos

Voy a hacer unas preguntas para los cristianos en general, aunque por el entorno del medio en el que escribimos, las podemos hacer muy especialmente a los evangélicos. Pues sí, la intención es motivar a los creyentes a que se lancen también en la búsqueda de respuestas que pueden ser vitales para la buena vivencia de la espiritualidad cristiana mientras que estemos en este mundo. Así, pues, vamos a ir entrando en ese cuestionamiento que os quiero hacer. 

[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]

Una pregunta clave estaría en torno a que, si la aceptación del Evangelio implica, necesariamente, el compromiso con los valores del Reino, esos valores que, sin duda, siguen las líneas proféticas que asumió el Maestro. Por tanto, pregunto: ¿implica el ser seguidor de Jesús la búsqueda de la justicia en el mundo, el cuidado y la promoción humana de los débiles, el trabajar por un mejor equilibrio en el reparto de los bienes del planeta tierra? ¿Debemos tener estas preocupaciones para activar nuestro compromiso y acción cristiana? ¿Hay base bíblica para ello? 

Podría también haber preguntas en cuanto a la evangelización, la evangelización de largo alcance, una evangelización comprometida con el mundo. ¿Puede haber también en el mensaje evangelístico una denuncia profética además de la proclamación y el anuncio? ¿Podría haber también en la evangelización una preocupación por los más débiles, los abusados, los injustamente tratados? ¿Podría haber un gritar al estilo profético, un gritar “a voz en cuello” contra las situaciones de abuso, de robos de dignidad que se dan en un mundo injusto, contra los abusos de los trabajadores como diría Isaías, y contra el mayor escándalo de la humanidad que es la pobreza en el mundo? ¿Llegaría mejor el mensaje a los pueblos si los que comunican el Evangelio mostraran estas preocupaciones siguiendo al Maestro?

¿Debe entrar en la vivencia de la espiritualidad cristiana integral, un Evangelio que potencie no solamente el Evangelio de la gracia sino el de la misericordia que hiciera cambiar nuestros compromisos, prioridades y estilos de vida a favor de los desheredados de la tierra y de los sufrientes del mundo? Como partes importantes de la vivencia de nuestra espiritualidad en Cristo, se citan en la Biblia “La justicia, la misericordia y la fe”. Ambas tres comprometidas con los débiles del mundo si atendemos a que también la fe, como diría el Apóstol Pablo “actúa por el amor”. Sería usar nuestro mensaje como promocionador social amoroso con respecto al prójimo, fundamentalmente al prójimo en desventaja social y económica. Sería acercar el Reino de Dios a los pobres.

Otras preguntas pueden surgir sobre si el mensaje bíblico es mucho más potente que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Declaración del Derecho al Desarrollo, la Declaración Universal de los Derechos del Niño u otras declaraciones que buscan la protección del hombre, de sus circunstancias económicas, sociales y culturales. ¿Debemos conocer, es obligación de los creyentes el conocer bien estas Declaraciones y otros textos a favor de la humanidad, a pesar de que la Biblia tiene unos valores y unas afirmaciones tan radicales en estos temas que superan en mucho a todas estas Declaraciones? ¿Sabremos distinguir estos valores bíblicos, estas preocupaciones por el prójimo para incluso ponernos por delante de los garantes de estas Declaraciones? ¿En cuánto superan los valores del Reino y los valores bíblicos a todo esto? Pero, ¿sabremos responsabilizarnos y comprometernos con ellos para ser ejemplo al mundo, convirtiéndonos en la voz, las manos y los pies del Señor en un mundo cruel e injusto?

[ads_google]div-gpt-ad-1623832402041-0[/ads_google]

¿Estamos llamados los cristianos a hacer simplemente un asistencialismo en las obras sociales de nuestras iglesias, o estamos llamados también al hecho de tener voz de denuncia y trabajar por la reducción de la pobreza en el mundo, por difundir y sensibilizar sobre los desequilibrios económicos que hay en nuestra tierra, a trabajar por la reducción de la pobreza en el mundo, por la ecología estando atentos al los gritos de la tierra que, en el fondo, son los gritos de todos los desamparados que habitan nuestro mundo? ¿Tiene el cristiano que trabajar por la justicia en el mundo, por el hacer y buscar justicia y no limitarse únicamente a un asistencialismo que también es válido y extremadamente útil? ¿Nos corresponde a los cristianos también el trabajar por la dignificación de los proscritos, de los desclasados, marginados y empobrecidos del mundo?

¿Debemos proclamar que no habrá paz en el mundo mientras no haya justicia y se cumpla el aserto bíblico de que “la justicia y la paz se besen”?

Muchas preguntas que espero no os cansen, sino que os hagan reflexionar teniendo en cuenta todo el mensaje bíblico, el de los profetas y el de Jesús mismo. Se necesitan creyentes comprometidos, valientes y ejemplos de vida, sin que por ello mengüe para nada el culto a Dios, la alabanza, la fe activa, la oración y la repercusión que en la esfera social puede tener cada persona que haya experimentado un nuevo nacimiento.