El tweet de Dios sobre la raíz que permanece

Uno de los mensajes más extendidos por activa y por pasiva es que los tramposos que son lo suficientemente astutos se salen con la suya, mientras que las almas cándidas se quedan con un palmo de narices. El mensaje es especialmente peligroso si cala en corazones jóvenes, porque significará que su personalidad estará moldeada por el perverso principio de que lo que importa es conseguir los objetivos, independientemente de los medios, y como vivimos en un mundo lleno de maldad, no queda otra alternativa que usar esas mismas armas si no se quiere correr la suerte de los perdedores, que es lo peor que a alguien le puede acontecer.

Pero no solamente el peligro se cierne sobre un corazón tierno y joven sino también sobre el que ha sido aleccionado en los caminos del bien, dado que la tentación de echar mano de métodos tortuosos se presenta como una salida que se puede racionalizar y justificar, por más injustificable que sea. Después de todo, si otros pueden hacerlo ¿por qué no yo? Si los que me hacen daño logran sus propósitos ¿no voy a poder yo defenderme también, gracias al mismo método? A fin de cuentas no lo hago por pura maldad sino por mera necesidad. Lo que ellos hacen sí es maligno, porque lo hacen para deleitarse en su iniquidad, pero si lo hago yo es justo, porque no me queda otra opción. La sutileza del razonamiento unida al auto-engaño del corazón, termina por conquistar el entendimiento y doblegar la voluntad y de este modo se acaba por aprobar casi cualquier cosa, porque siempre se encuentra una razón que la sustente.

Cuando la costumbre de recurrir a prácticas torcidas se hace hábito, al constatarse el éxito logrado mediante ellas, entonces se arraiga el pensamiento de que se trata de la única garantía que proporciona estabilidad y como la estabilidad, en un mundo esencialmente inestable, es algo tan deseado, se llega a la conclusión de que es la sola alternativa viable para moverse en la vida. Así es como lo que comenzó siendo una excepción se convierte en norma y entonces es cuando ya resulta imposible resistirse a su fuerza seductora.

Por eso no es extraño que en la Biblia se hallen hombres de Dios atrapados momentáneamente en un conflicto interno, al constatar que les va bien a los que hacen mal y les va mal a los que hacen bien. Las preguntas que surgen son desgarradoras, porque ¿merece la pena, pues, andar en los caminos rectos si no hay resultados que les acompañen? y ¿no será mejor abandonarlos y dejarse llevar por la corriente dominante, que parece ser la que obtiene lo que se propone?

Hay un tweet de Dios que dice lo siguiente: ‘El hombre no se afirmará por medio de la impiedad; mas la raíz de los justos no será removida.’ (Proverbios 12:3). La gran verdad que sostiene este texto es intemporal y general, no habiendo excepciones a la misma. Pero entonces ¿no enseña la experiencia que hay gente que se consolida por medio de la iniquidad? Sí, pero es un afianzamiento transitorio que dura lo que dura y lo que cuenta no es la fugaz temporalidad del éxito que se desvanece como flor de la hierba, porque la maldad no tiene base intrínseca que proporcione una sustentación permanente, dado que su raíz, por su propia naturaleza, está podrida y esa pudrición alcanzará finalmente también al brote que surge de ella. Por eso, no hay que perturbarse al ver a los que se jactan de maldad y todo les sonríe, porque su descalabro, en grado insospechado, se acerca a marchas forzadas, el cual experimentarán para su propia ruina.

Pero este tweet de Dios enseña que hay una raíz diferente, una raíz sana, que es la que sostiene a los justos, porque lo decisivo no es cómo es el brote sino cómo es la raíz, de la cual depende el brote. Y la justicia de los justos no surge de ellos mismos sino de la que les proporciona la raíz que los sustenta. Por eso son justos. Aunque temporalmente tengan que pasar por aflicciones y penalidades, éstas no podrán aniquilar nunca la invisible pero vigorosa unión que los une a la raíz.

En determinado momento Jesús se comparó a sí mismo con una vid, a la cual es preciso estar unido y permanecer en esa unión, para poder dar buen fruto, siendo la otra alternativa ser un brote seco, que acaba echado al fuego. No es el brote el que sostiene a la vid sino la vid al brote, de modo que el brote no puede ser independiente, si no quiere secarse.

Hoy hay muchas raíces podridas que engañosamente exhiben magníficos brotes, los cuales tienen los días contados, porque la sentencia en su contra ya está dictada. Solamente hay una raíz saludable y vigorosa, cuya vida no sufre menoscabo, a la que es preciso estar injertados. 

¿De qué raíz recibes la savia? Asegúrate que es de la raíz que no será removida. En ello te va todo.