¿Realmente la Biblia nos facilita pautas para organizar una vida entera, incluso una sociedad?
A lo largo de sus 2000 años de historia, los cristianos no solamente se han dedicado a predicar el evangelio. Evangelizar es sin lugar a duda su privilegio más grande y su tarea más urgente. Pero de paso -y casi como un efecto colateral- la fe cristiana ha moldeado culturas y naciones enteras. Para nosotros que vivimos en una época que se ha tildado de “post-cristiana” casi nos parece ciencia ficción.
Fueron los cristianos quienes regalaron al imperio romano una nueva cultura y ética. A través del Imperio bizantino de hecho prolongaron la vida de la Roma antigua unos mil años más, hasta la época de los reformadores. Enriquecieron Occidente y Oriente con una cultura avanzada en todos los ámbitos.
Más tarde, en Occidente ocurrió otro tanto: el re-descubrimiento del evangelio en la época de los reformadores llevó a Europa a una auténtica explosión de creatividad, desarrollo y bienestar en todas las áreas de la vida humana.
Al inicio del siglo XXI, sin embargo, nos damos cuenta que a la fe cristiana en el mundo “occidental” solamente se le adjudica un rincón en el mercado de las ideologías y religiones. Y los cristianos en tantas ocasiones hasta nos quedamos contentos de que aún se toma nota de que existimos - por lo menos de vez en cuando. Lejos quedan los tiempos cuando el evangelio no solamente formaba parte de una sociedad, sino era la fuerza dominante y creadora en ella.
Del pasado -pero sobre todo de la Biblia- aprendemos que la teología no solamente es “espiritual”. Ese tipo de neoplatonismo bautizado ha hecho sus estragos en la auto-conciencia del cristianismo actual. Y tampoco hace falta copiar las ideas del humanismo antropocéntrico, poner la etiqueta “cristiana” y vender el producto como aportación cristiana para resolver los males de la humanidad.
La teología bíblica se mete en todo. Es incómoda. Es fundamental y molesta. Y no deberíamos pedir perdón por ello.
La Biblia habla no solamente del alma, sino también de política, economía, arte, educación, ciencia, justicia y de muchos otros temas. El problema nuestro ahora, que nos han relegado a un rincón apartado de la sociedad, es que es más fácil copiar y adaptar que desarrollar algo nítidamente auténtico, nuestro. Es decir: cristiano.
Por esta razón, el cristiano se debería interesar por todo lo que le rodea y preguntarse: ¿en qué relación está lo que veo y vivo con la Palabra de Dios? Dios es soberano y reina sobre todo. Eso es lo que decimos porque la Biblia lo dice. Y por eso no puede haber zonas neutrales en la vida. Todo tiene que estar bajo la obediencia al Creador. Esto requiere del cristiano y de las iglesias en su conjunto la necesidad de desarrollar una auténtica cosmovisión alternativa.
En nuestros días, nos damos cuenta, que uno de nuestros competidores -el islam- que parte de una supuesta revelación que se basa en una serie de equivocaciones y que desde el inicio se propagó con violencia, ha entendido precisamente este punto: no hay zonas neutrales en la vida. Ni lo es el Estado en temas ideológicos o religiosos, ni ninguna otra área de la vida – aunque lo diga mil veces. Y por lo tanto una mezquita para el musulmán no solamente es un lugar para orar, sino es un espacio multiuso que abarca todas las áreas de la vida. Hubo un tiempo cuando esto se entendía también en la fe cristiana. Era la época cuando las iglesias eran centros espirituales que enseñaban la fe pero también formaron cultura y conocimiento.
Pero ahora surge una pregunta inmediata: ¿Realmente la Biblia nos facilita pautas para organizar una vida entera, incluso una sociedad?
Voy a decirlo de una manera más “espiritual”. Supongo que todos queremos un avivamiento. Bien. Vamos a suponer que Dios nos escucha. Y de repente tenemos una buena parte de nuestra sociedad que acude a nuestras iglesias. Tengo entendido que esto ocurre precisamente en algunos países latinoamericanos y africanos. En Europa desde luego que no. De repente hay políticos que nos preguntan: ¿cómo debemos gobernar este país? ¿Tendremos una respuesta? ¿Existe algo como política, economía, arte, educación, legislación y jurisprudencia cristianas? ¿O simplemente les relegamos al agnóstico y ateo de turno que es supuestamente especialista en su área?
Dicho en otras palabras y hablando ya del tema concreto: si el día de mañana nuestro sistema financiero se va al garete (y las posibilidades nunca han sido tan altas) ¿tenemos alguna respuesta de cómo se debe organizar un sistema económico y financiero según la voluntad de Dios? O ¿creemos que a Dios le da igual y mandamos a nuestros jóvenes donde se enseñan las barbaridades de Keynes, que en nuestros días arruinan al mundo a través de sus discípulos como Krugman y Stiglitz? Si a Dios esto le da igual, deberíamos decirlo claramente al mundo y a nuestras iglesias. Pero si no estamos tan seguros de esto debemos preguntarnos lo contrario: ¿Cómo procederemos? O en las palabras de Francis Schaeffer: Entonces ¿cómo debemos vivir?
Lo mismo se aplica a la educación. A las ciencias. A las artes (sí, también). Y al sistema judicial. Y me atrevo a decir: hasta a los deportes.
Se nos escapa que la Biblia no solamente es un manual para salvar al alma. También eso. La Biblia de paso nos enseña cómo vivir según la voluntad de Dios. Esto se llama ética. Y hay por lo menos cuatro libros en la Biblia que nos hablan de cómo organizar una sociedad. Doy una pauta: forman parte del Pentateuco.
Y ahora ya casi estoy escuchando el grito de pánico de algunos desde la lejanía: “pero ¿quieres gobernar este mundo con el AT en la mano?” Surge el cuadro apocalíptico de una teocracia cristiana que conquista el mundo con la espada y quema herejes. Como lo hizo Calvino, dirán algunos (mal informados, pero insistentes).
Que no cunda el pánico. Acaso no fue el Señor Jesucristo quien dijo en el tan citado sermón del monte:
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.”
Dicho de otra manera y siguiendo a las reglas de la lógica: si no se ha cumplido en Cristo, sigue siendo válido. O ¿vamos a abolir los 10 mandamientos y dejarlos como simples sugerencias?
Y allí está la madre del cordero. Me temo que nuestra ineficacia a la hora de moldear una sociedad radica en el sencillo hecho de que nos hemos permitido el lujo de dejar de lado la mayor parte de la Biblia, que llamamos el Antiguo Testamento (y por ser “antiguo” ya no vale). Y si de vez en cuando nos referimos al AT, solamente lo usamos como cantera para sacar algunas piezas que encajan en nuestra teología platonizada y tan espiritual.
Dios no nos ha creado para que nos salvemos y esperemos el rapto, sino que nos ha dado un mandato: poblar y gobernar este planeta. Que esto se haga tan mal hoy en día no es culpa de la Biblia, sino más bien lo contrario. Y demuestra de paso la actual impotencia cristiana a la hora de poner en práctica principios bíblicos.
Por lo tanto, hoy me gustaría empezar una nueva serie. Y espero que se fomente el pensamiento teológico. De esto se trata. Claro que causará malestar con algunos e incomprensión para otros. No pasa nada. No escribo para coleccionar “me gusta”. Quiero aplicar principios bíblicos a un tema que nos interesa y afecta todos: la economía.
Economía -a diferencia de lo que cree mucha gente- no solamente tiene que ver con las finanzas. Estas forman parte de la economía. Economía es el estudio de cómo funciona el mundo. Los discípulos de Keynes como Krugman y Stieglitz nos enseñan como debería funcionar según ellos, desafiando todas las reglas del sentido común. Economía es todo lo que tiene que ver con nuestra vida. Nuestras decisiones. Nuestras acciones. Nuestras responsabilidades.
Pero efectivamente una parte importante de esta área es el sistema financiero. Nos afecta a todos, como nos damos cuenta en la parte del año que ahora se llama “la cuesta de enero” (nos recuerda simplemente que todo tiene su precio y que al final todo habrá que pagarlo).
Estamos presenciando el inicio del derrumbe del actual sistema financiero. Nos va a afectar a todos. La pregunta es: y ¿después qué? ¿Tenemos algo que aportar, como cristianos?
Por lo tanto, en las próximas semanas quiero abordar temas como “el origen del dinero y su valor”, “dinero honesto y dinero fraudulento”, “un sistema de banca como Dios manda” y cosas por el estilo.
Como siempre, serán pinceladas, propuestas por elaborar. Pero sobre todo mi intención es hacernos pensar. Pensar en alternativas. Bíblicas.
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