Maniatados con valores en contracultura con la Biblia, no podemos ser, en muchos casos, buscadores de justicia, ni denunciadores de la opresión.
En el mundo hay cadenas, cepos, rejas, celdas y grilletes que nos pueden hacer perder la libertad. Debemos de andar con mucho cuidado de no ser atrapados en estas trampas. Cuidado con nosotros los cristianos. A veces pensamos que jamás podríamos pensar en ninguna esclavitud que nos pueda afectar, pero también estamos en riesgo.
Hay tipos de cepos peligrosos cargados con valores antibíblicos que son encadenantes, esclavizantes, paralizantes, venenosos. Podemos estar atados con cadenas invisibles que nos inhabilitan para ser agentes del Reino, seguidores del Maestro. Así, nuestra espiritualidad cristiana cae en el raquitismo y la inoperancia.
¿Cuántos estilos de vida encadenantes entran en las congregaciones? ¿Cuántas de nuestras prioridades como cristianos se con vierten en esclavismos inhumanos que nos engañan? Cadenas invisibles, cepos incoloros, venenos insaboros, lazos transparentes que no dejan ver claramente las argucias de Satanás. La mentalidad del sistema mundo, en contracultura con los valores bíblicos, se disfraza, se puede hacer como si fuera invisible, se emboza tras capuchones que impiden ver la auténtica faz de ese valor para que caigamos en el hoyo.
¿A quién estamos siguiendo, a Dios o al sistema mundo con sus valores en contracultura con los valores bíblicos, los valores del Reino? La respuesta de todos los creyentes sería clara: Seguimos a Dios. Sin embargo, si hacemos un análisis profundo de los valores y prioridades que seguimos en el seno de nuestras sociedades, quizás nos quedaríamos un tanto asombrados y, en su caso, avergonzados.
La desgracia de haber caído en valores que nos esclavizan, pueden cambiar nuestra perspectiva cristiana y acallar nuestras conciencias. En el fondo, y muchas veces casi sin darnos cuenta, defendemos el consumo, la riqueza como prestigio, la competitividad, el beneficio sin importar a costa de quién, estamos marcados por el individualismo del sistema, participamos en los rituales del dios mercado, no compartimos. Somos esclavos de los valores antibíblicos.
La alienación en la que nos sumergen muchos de estos valores puede ser tal que, con el tiempo, acabamos acostumbrándonos a las cadenas esclavizantes, a los cepos de horror que nos separan del seguimiento de Jesús, a las trampas que mutilan la vivencia de nuestra espiritualidad cristiana.
Nos pueden acabar gustando y agradando las cadenas del lujo, los cepos del consumo desmedido, la carga de los metales preciosos o el divertimento inútil y vacío. Cargas que, a veces y trastocando la percepción auténtica que debería provenir de nuestra vivencia espiritual, nos pueden parecer ligeras y atractivas. Así pueden presentarse las trampas de Satanás.
¿Quién podrá dar el grito de atención, tocar la trompeta profética para que la gente busque las lanchas de salvación para escapar de esos escenarios y de esas estructuras de pecado cargadas con valores antibíblicos? ¿Quién nos podrá reorientar hacia el amor al prójimo, hacia la denuncia profética, hacia la búsqueda de la verdad y la justicia? ¿Quién nos puede llevar a una concienciación social desde los valores cristianos?
No hay recetas mágicas, sino sentarse y leer la Biblia o formar grupos de concienciación evangélica desde la autenticidad, desde la confianza en el Señor, desde la necesidad de la entrega incondicional a su seguimiento. Es la forma de irse liberando de la esclavitud que nos puede haber afectado, que nos puede haber puesto grilletes en nuestras manos o cepos en nuestros pies.
Maniatados con valores en contracultura con la Biblia, no podemos ser, en muchos casos, buscadores de justicia, ni denunciadores de la opresión, ni de la acumulación injusta ni del despojo de los pobres. Necesitamos ponernos en las manos del Señor para que Él nos renueve y nos haga nuevas criaturas liberándonos de esos cepos y de esas cadenas esclavizantes.
A veces, incluso, nos puede esclavizar el concepto de acumular riquezas “honradas”. ¡Cuidado! En el fondo, el mansaje bíblico sigue ahí: “Necio. ¿De quién será todo lo acumulado?”. La llamada es al compartir, al dar, a la entrega. Son las formas bíblicas de ir rompiendo cadenas y desatando cepos. Por eso la Palabra afirma que “es más feliz dar que recibir”.
En el fondo, el amor al prójimo, que ha de ser en semejanza con el amor a Dios, es la mejor estrategia de liberación de esos cepos y trampas malvadas, la auténtica medicina bíblica para aquellos que han creído, que tienen una fe activa y operativa para poder ser destructores de cadenas y, a su vez, las manos, los pies y la voz de Dios en medio de un mundo de dolor.
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