En esta reflexión sobre este apartado de la declaración de Ciudad del Cabo 2010, quiero adelantar mi propósito. Quiero dejar sencillamente que Dios nos hable, y lo haga de tal manera que nosotros podamos entenderlo y creerlo para que podamos cambiar de una actitud pasiva a una invasiva, podamos llenarlo todo del olor de Cristo, y podamos crecer en la gracia, ya que el mundo en el que estamos viviendo lo necesita urgentemente.
EL MEJOR MENSAJE, NECESITA LOS MEJORES MENSAJEROS
En el mundo globalizado en el que vivimos, estamos rodeados de todas las religiones, es más, la gente vive su propia “religión”, ya sea de corte espiritual o una forma de vida que viene a ser su religión. Por supuesto, cada uno cree que la suya es la mejor, y en consecuencia tratan de hacer prosélitos utilizando con mucha eficacia los medios técnicos que tienen a su alcance.
Nosotros tenemos el mejor mensaje, por su procedencia, por su eficacia presente, y por su esperanza futura, todo ello demostrable por la calidad de vida que podemos vivir.
En la historia de nuestro mundo, ocurrió un evento único e irrepetible: Dios se hizo hombre y vino a este mundo para hablarnos en persona de lo que somos y de lo que podemos llegar a ser. Para comunicarse utilizó un lenguaje que pudieran entender todas las personas, porque el destino de su mensaje, eran todas las personas de todas las razas, y de todas las culturas. Utilizó un lenguaje universal, el lenguaje del amor.
El se encarnó por amor, fue el amor lo que le movilizó para hacer la obra. Siendo Dios, no se aferró a ello, sino que se despojó a sí mismo, y vivió como cualquiera de nosotros. Conoció de primera mano nuestra realidad, nuestros sufrimientos, nuestras limitaciones, nuestras maldades, nuestros egoísmos… todo lo que sabemos que nos acompaña en nuestra breve vida, pero nada de esto fue un obstáculo para que hiciera lo que hizo.
Con su venida y entrega, rompió el círculo vicioso de mala vida, que termina en el sinsentido de la muerte física, y la muerte eterna. No existe un medio, ni un objetivo en la historia de la humanidad, que se pueda equiparar a este. Dios mismo ha configurado el plan, lo ha ejecutado, lo ha culminado, y a los que somos sus seguidores, nos ha dado una orden: “Id por todo el mundo “y predicar
desde el amor y con amor este mensaje.
Los discípulos entendieron el mensaje y la forma en que tenían que transmitirlo. La evidencia de ello, es que aumentaban cada día. Para ellos el mensaje no era un añadido a sus vidas, se había convertido, en el sentido de sus vidas. Su forma de vida fue transformada por causa del mensaje que habían recibido. Para ellos desde ese momento nada fue igual, habían sufrido un cambio tan radical, que entregaron sus vidas a la causa, ya no merecía vivir de otra forma, nada podía sustituir el gozo de vivir una vida que agradaba a Dios y bendecía a las personas que eran alcanzadas.
VIVIR EL MENSAJE
Sé que hay muchas claves que hicieron posible comunicar el mensaje del amor de Dios, desde el amor humano, pero me limitare a las que desde mi opinión fueron más importante.
A).-Recibieron el mensaje y lo aceptaron con todas sus consecuencias.
Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. (Filp.1:21)
Solo la fe nos salva, Dios nos salvo por medio de ella, nada se le puede añadir, porque solo ella nos justifica. Los primeros discípulos nacieron a la fe igual que nosotros, pero en ellos podemos observar un gran crecimiento, su fe era como un grano de mostaza, pero las vivencias de relación posteriores, hicieron posible un crecimiento espectacular.
Ellos pudieron decir:
Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. En ese proceso de crecimiento en la fe, pasaron a mirar la vida desde otra óptica, sus alternativas de vida se habían multiplicado, ahora tenían la posibilidad de vivir una vida mejor más fructífera, de tal manera que el estar ya en la presencia de Jesús era lo mejor. Para ellos nada había en este mundo más atractivo que Jesús.
La falta de éxito en la comunicación del mensaje puede tener muchas lagunas, pero una de ellas puede ser esta:
Que Jesús no es para nosotros más importante que la vida. Forma parte de nuestra vida, pero no es el todo. En nuestra vida hay otras cosas que compiten con su supremacía, hay otras cosas que nos preocupan y ocupan, y en consecuencia, le dedicamos mucho del poco tiempo del que disponemos.
Tenemos que buscar la presencia de Jesús cada día para que podamos oler a Él, para que podamos inundar con Su perfumen todo lo que hacemos y tocamos, todas las relaciones que tenemos. Nuestro agradable olor a Cristo, debería atrae a las personas, para ver el por qué olemos tan bien.
B).-Todo en sus vidas pasó a ser secundario.
Todo
lo tengo por basura para ganar a Cristo Filip. 3:8
Nuestras vidas están llenas de prioridades, es más, estamos priorizando todas las horas de todos los días. Los discípulos también, ellos estaban influenciados por su cultura, por su nivel social, por sus relaciones. En medio de sus circunstancias tenían que tomar decisiones.
Para ellos su experiencia de relación con Jesús, había llegado a ser tan significativa, que sus prioridades fueron cambiadas, lo más importante pasó a ocupar el primer lugar, lo que más gozo le producía pasó a ser prioritario. En consecuencia había muchas cosas en su vivir diario, que eran desechadas, porque dejaron de ser significativas.
Yo quiero reflexionar sobre mi propia vida (te invito a hacerlo a ti también) para ver cuántas cosas he dejado en la cuneta de lo que para mí era importante, porque el volumen de lo que he
dejado, tiene una relación directa con lo que he
tomado de Jesús.
Tenemos que “perder peso”, estamos muy cargados con cosas que son de aquí, y que tienen una finalidad muy limitada, tenemos que buscar con ahínco, tener cada día un
mas excelente peso de gloria, porque no sé si somos consciente, pero cada día que pasa estamos más cerca de ella, y allí solo entran estas cosas de valor eterno.
C).-Estaban dispuestos a entregarse a sí mismo para dar crédito al mensaje.
“Ahora, hermanos, os damos a conocer la gracia de Dios que ha sido dada en las iglesias de Macedonia; pues en medio de una gran prueba de aflicción, abundó su gozo, y su profunda pobreza sobreabundó en la riqueza de su liberalidad. Porque yo testifico que según sus posibilidades, y aun más allá de sus posibilidades, dieron de su propia voluntad, suplicándonos con muchos ruegos el privilegio de participar en el sostenimiento de los santos; y esto no como lo habíamos esperado, sino que primeramente se dieron a sí mismos al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios. “ 2 ºCor.8:1-5
El olor de Cristo que tenemos que reproducir en nuestras vidas hoy, tiene que ser transportado con el lenguaje del amor. El lenguaje del amor, no tiene fronteras culturales, ni políticas, ni religiosas. Puede llegar a todas las personas, porque se hace visible, se hace audible, y penetra aún en las religiones más cerrada, porque nadie se quiere impermeabilizar a este lenguaje, porque suena a música celestial, y como la música no hay fronteras que impidan que entre y riegue el corazón seco de tantas personas que no saben que
dar es siempre mejor que recibir.
Las iglesias de Macedonia, son hoy un prototipo que quedó registrado en las escrituras para que hoy pudiera ser aplicado profusamente, por las iglesias que son del Señor en todos los tiempos, y como no, en las circunstancias tan excepcionales de nuestro mundo hoy.
Como es conocido por todos, nuestro país es uno de los que tiene más dificultades para mantener el crecimiento económico. Los millones de parados que tenemos ya, se pueden multiplicar. Cada día que pasa se alarga el tiempo en el que empezaremos a ver algo de crecimiento, ya se habla por las autoridades económicas del 2025. Esta situación triste, penosa, y grave, puede ser una oportunidad para que la iglesia en el mundo y de forma particular en España, pueda manifestar con evidencias lo que hay en el corazón. Tenemos la oportunidad de brillar, de impactar, y de hacernos visible a nuestros conciudadanos.
Para que podamos predicar el evangelio de la gracia de esta manera, solo tenemos que imitar a las iglesias de Macedonia. Las formas que ellos utilizaron, fueron impactantes, nosotros para serlo hoy, debemos imitarles; y esto no como lo habíamos esperado, sino que primeramente se dieron a sí mismos al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios. 2 ºCor.8:1-5
- Buscar la gloria de Dios
“Ahora, hermanos, os damos a conocer la gracia de Dios que ha sido dada en las iglesias de Macedonia”.
Si la gloria final de nuestro testimonio es para Dios, Dios es el artífice, el que inclina el corazón de su pueblo, para hacer lo que conviene, lo que hace bien a las personas, lo que permite entregarles la Palabra envuelta en el amor práctico, producido por Dios, que lo ha derramado en nuestro corazón.
- Dar más allá de nuestras posibilidades
“Pues en medio de una gran prueba de aflicción, abundó su gozo, y su profunda pobreza sobreabundó en la riqueza de su liberalidad. Porque yo testifico que según sus posibilidades, y aun más allá de sus posibilidades,
dieron de su propia voluntad”. 2 ºCor.8:1-5
Es muy importante considerar el contexto social desde el cual estas iglesias actuaron como lo hicieron. Ellos estaban siendo perseguidos por ser seguidores de Cristo, pero esta persecución no consiguió que se enclaustraran, y que se ocuparan de sí mismo, de sus propios problemas que eran muchos.
Nuestros propios problemas, pueden ser hoy el argumento para no hacer nada, y pasar a engrosar la lista de lo que se lamentan, y quedan paralizados por las dificultades presentes, pero ellos nos muestran un camino mejor, desde la aflicción buscan el gozo en Dios, que nadie puede recortar, por el contrario Dios lo puede aumentar en medio de las necesidades.
El gozo de Dios es un activo de primera magnitud para movernos a la acción, para compartir lo que tenemos, para aprender a optimizar todos los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos, para obedecer la orden determinante del Maestro cuando nos dijo:
Dadle vosotros de comer. Para cumplir esta orden, ellos hicieron algo contra la naturaleza humana: “
Dieron más allá de sus posibilidades”.
Tenemos que sentarnos y hacer cuantas, mirar concienzudamente cuanto damos, y si estamos dando conforme a nuestras posibilidades, aumentarlo, porque de esa manera podremos ver la obra de Dios. Dios con un Euro, produce riquezas de las que perduran.
La iglesia en nuestro país, necesita un revulsivo de esta naturaleza, necesita ver milagros de Dios, y necesita ser parte del milagro.
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Darnos primeramente al Señor.
Dar es un privilegio, que solo lo experimentan los que lo hacen, cuando damos desde este sentir, no estamos restando, estamos sumando, y cuanto más sumamos, y vemos los resultados, nos convertimos en adictos en la práctica de la misericordia. Pero para llegar a esta experiencia, hay que hacer algo que ellos hicieron, y que no nos puede pasar inadvertido.
Es Dios, el que produce la transformación en cada vida que se le entrega. Cuando esto se produce, la vida ya nunca vuelve a ser como era, las riquezas tienen un valor justo, las necesidades ajenas pasan a formar parte de alguna manera de nuestras necesidades, dejamos de ser islas, para convertirnos en refugio, dejamos de vivir para nosotros, para vivir para
aquel que nos amó y nos lavó con su vida.
CONCLUSIÓN: PONIENDO CARA AL AMOR DE DIOS
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El amor práctico, en el día de hoy, es un altavoz que Dios quiere utilizar, es el lenguaje no verbal del evangelio, para que el lenguaje del amor pueda llegar a muchos oídos y corazones secos, para que podamos contarle, que lo que hacemos, lo hacemos por amor, porque hemos descubierto el amor en Dios, y no hay ninguna cosa que nos fascine mas.
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El amor mostrado por medio de la obra social en el día de hoy, puede ser un motivo válido para que el pueblo de Dios, muy disperso en nuestro país, nos demos cuenta de todo lo que podemos hacer unidos, podemos hacer una obra significativa, desde unas motivaciones muy nobles, sin otra pretensión que declarar que lo que hacemos, no lo hacemos por nosotros mismos, sino porque la misericordia de Dios obra en nosotros, y sencillamente, no podemos dejar de hacer lo que hacemos, porque negaríamos nuestra identidad como hijos de Dios.
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El amor en acción, es como una sinfonía, tenemos que estar unidos en un mismo sentir. Allí donde se está haciendo desde la unidad, Dios está derramando bendición, porque cumplimos dos mandatos del Maestro: “
Que seamos uno, y que hagamos bien a todos”.
Con estas acciones podemos llegar de forma efectiva a todos los hombres y a todas sus religiones.
Este artículo se corresponde a la serie que en un blog bajo el nombre de "Lausana"analiza y aplica el documento "Para el mundo al que servimos: La llamada a la acción de Ciudad del Cabo" elaborado en el tercer encuentro del Movimiento Lausana (realizado en 2010 en África del Sur, al que acudieron cuatro mil líderes evangélicos de todo el mundo, y que se celebra cada diez años aproximadamente).
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