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Medio siglo sin C. S. Lewis (II)
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El ‘mero cristianismo’ de Lewis

Lewis no sería diferente a muchos evangélicos. Básicamente un cristiano neo-testamentario, que estaría de acuerdo con Dorothy Sayers en que “si te aferras a los Evangelios y los Credos, no puedes equivocarte mucho”…
MARTES AUTOR José de Segovia Barrón 21 DE OCTUBRE DE 2013 22:00 h

Medio siglo después, C. S. Lewis (1898-1963) es reivindicado por diferentes sectores del cristianismo ortodoxo como el mayor defensor de la fe cristiana. Este escritor del Ulster era un ateo convencido cuando llegó a la Universidad de Oxford, pero se convirtió por medio del católico J. R. R. Tolkien en un ferviente creyente, aunque nunca dejó de ser anglicano. Hoy muchos le consideran como el paradigma del cristianismo evangélico. Para otros, sin embargo, es el principal pensador con el que cuentan muchos movimientos católicos conservadores. Pero ¿cuál era realmente su teología?

Antes de nada, tenemos que darnos cuenta de que Lewis no era teólogo, ni tenía educación teológica. Por lo que no es fácil ver en su obra una teología sistemática. Sin embargo, algunas de las críticas que ha recibido, tanto del campo liberal como del fundamentalismo evangélico, ignoran a menudo este hecho. En su prefacio a su Mero cristianismo, dice que su intención es concentrarse en las doctrinas básicas de la fe cristiana, independientemente de las diferencias entre una y otra iglesia:

“Los asuntos que dividen a los cristianos a menudo tienen que ver con puntos de teología avanzada o aún de historia eclesiástica, cosas que nunca deberían ser tratadas sino por verdaderos expertos. Tales aguas son demasiado profundas para mí; en ellas tengo más necesidad de ser ayudado, que capacidad para prestar ayuda.”

Así, en El problema del dolor, advierte a “todo teólogo que lea estas páginas” que “notará fácilmente que constituyen la obra de un laico y de un aficionado”. Lo que pasa es que aunque Lewis no era teólogo, le gustaba la teología. Y, como todo cristiano, tenía una teología: “En cuanto a mis propias creencias, no existe secreto alguno, como decía mi tío Toby, están escritas en el Libro de Oración Común, un texto anglicano que presenta la teología clásica protestante. Lo que veía era la necesidad de traducir la doctrina cristiana a un lenguaje normal.

Lewis prefería leer siempre sólidas obras de teología, a libros populares sobre cristianismo. No usaba por eso mucha literatura devocional, aunque le gustaba la combinación de ambos aspectos en autores puritanos de los siglos XVI y XVII, como Richard Hooker. “A menudo tiendo a encontrar los libros doctrinales mucho más útiles para uso devocional que los libros devocionales”, escribe en su prefacio a La encarnación de la Palabra de Dios de Atanasio: “El corazón canta libremente cuando te adentras con esfuerzo en un texto difícil de teología, con la pipa entre los dientes y un lápiz en la mano”.

LAS ESCRITURAS
Respecto a la Biblia, se ha dicho siempre que Lewis no era nada conservador. Ya que creía que el Antiguo Testamento contenía “elementos fabulosos”, como los relatos de Noé o Jonás, aunque consideraba las crónicas de la corte de David tan fidedignas como la historia de Luis XIV. La verdad es que apreciaba más el Nuevo Testamento, ya que –para él–, “contiene principalmente enseñanza, no narrativa”. Pero cuando hay narrativa, era –en su opinión–, histórica.

Es interesante que lo único que escribió sobre el Antiguo Testamento sea un libro de Reflexiones sobre los Salmos. Poco esclarecedoras son las que dedica a los llamados Salmos imprecatorios (aquellos en los que David pide el juicio y castigo de Dios para sus enemigos), pero en general anima a leer el Antiguo Testamento. Ya que “continúa descubriendo, cada vez más, cuántas veces es citado en el Nuevo Testamento;cómo constantemente nuestro Señor repite, continúa, refuerza y sublima la ética judía, y cómo rara vez introduce una novedad”.

En esto Lewis no sería diferente a muchos evangélicos. Así que es básicamente un cristiano neo-testamentario, que estaría de acuerdo con Dorothy Sayers en que “si te aferras a los Evangelios y los Credos, no puedes equivocarte mucho”…

LA PERSONA DE CRISTO
Si hay algo central en la apologética de Lewis, ésa es su afirmación de la Deidad de Cristo. Uno de sus temas comunes, a lo largo de toda su obra, es su ataque a la idea de que Jesús pudiera ser simplemente un maestro de ética o un modelo de ejemplo moral. Por lo que se ha convertido ya en un tópico su frase de que si consideramos lo que Jesús ha dicho y hecho, tenemos que concluir que sólo podía ser un lunático, un mentiroso, o quien decía ser: Dios mismo. Este argumento, tan repetido en la literatura evangélica, lo explica así en una de sus cartas:

“Pienso que la gran dificultad es ésta: si no era Dios, ¿quién o qué era? En Mateo 28:19 encontramos ya la formula bautismal: “En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” ¿Quién es este “Hijo”? ¿Es el Espíritu Santo un hombre? Si no es así, ¿es un hombre quien “le envía”? (ver Juan 15:26). En Colosenses 1:17, Cristo es “antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. ¿Qué clase de hombre es éste?”

“Dejo a un lado la referencia obvia al principio del Evangelio de Juan. Tomemos algo menos evidente. Cuando llora sobre Jerusalén (Mateo 23), ¿por qué dice de repente (v. 34) “yo os envío profetas y sabios”? ¿Quién podría decir eso, excepto Dios o un lunático? ¿Quién es este hombre que va perdonando pecados? Y ¿qué acerca de Marcos 2:18-19? ¿Qué hombre puede anunciar que, simplemente porque él está presente, se acabaron actos de penitencia como el ayuno? ¿Quién puede dar al colegio vacaciones, sino el director?”

EL CAMINO DE SALVACIÓN
Se observa a menudo que Lewis dice muy poco acerca de la justificación por la fe. Esto es algo evidente. Aunque conviene recordar que Lewis no es un evangelista, sino un apologista. El creía que la salvación es únicamente posible a través de Cristo. Más aún, su argumento es que la redención es solamente posible por medio de la cruz. Aunque no llega a establecer una perspectiva penal de la expiación. Lo explica así en su Mero cristianismo:

“La creencia central cristiana es que la muerte de Cristo en cierta forma nos reconcilió con Dios, y nos dio la oportunidad de empezar de nuevo”. A continuación muestra cómo los cristianos no están de acuerdo en cuanto al significado de la cruz. Pero utilizando una analogía, explica cómo podemos alimentarnos al comer, sin conocer las diferentes teorías de nutrición. Ya que “un hombre puede aceptar lo que Cristo ha hecho, sin saber cómo es que tal cosa opera”.

NUESTRO DESTINO ETERNO
Tal y como ha apuntado un teólogo como Packer –que no es precisamente entusiasta de Lewis–, una de sus mayores aportaciones ha sido su visión del Cielo como lugar de todo valor y contentamiento. “Si leemos la Historia, veremos que los cristianos que más hicieron por el mundo presente, fueron precisamente los que más se ocuparon del venidero”, escribe en Mero cristianismo. “Es desde que los cristianos han dejado de pensar en el otro mundo, que han llegado a ser infelices en éste”. Por lo que: “¡Aspiren al Cielo! Y obtendrán la tierra por añadidura ¡Aspiren a la tierra, y no tendrán ni lo uno, ni lo otro”, dice Lewis.

Está claro también que Lewis no es ningún universalista. Sobre el infierno escribe: “No hay doctrina alguna que con mayor gusto eliminaría yo del cristianismo, si ello dependiera de mí. Pero cuenta con el pleno respaldo de la Escritura, y especialmente de las propias palabras de nuestro Señor; además, siempre ha sido sostenida por la cristiandad, y finalmente cuenta con el apoyo de la razón.”

“A la larga, la respuesta a todos aquellos que objetan la doctrina del infierno, se reduce a una sola pregunta”, para Lewis: “¿Qué le está usted pidiendo a Dios que haga? Lavar a toda costa sus antiguos pecados, darle la oportunidad de comenzar de nuevo, aminorar toda dificultad y ofrecerle una ayuda milagrosa…” Pues “eso es lo que Él ya ha hecho en el Calvario”. ¿Cuál es entonces el problema?, se pregunta Lewis: ¿Perdonarlos? Ellos no quieren ser perdonados. ¿Abandonarlos? ¡Ay, mucho me temo que eso es lo que Él hace”, escribe en El problema del dolor.

¿CRISTIANO O EVANGÉLICO?
Así que, aparte de su peculiar visión del Antiguo Testamento, podemos concluir que no hay ningún evangélico que pueda tener problema en llamarle “hermano”. Otra cosa es que fuera evangélico… Es innegable que, por lo menos en la última parte de su vida, nos sorprende leer cómo se confesaba a sacerdotes, oraba por los muertos y hasta creía en alguna forma de Purgatorio. Esta última idea hace particularmente terrible el drama de la muerte de su mujer. Por lo que escribe en medio de su dolor:

“Y ¿cómo puedo saber que sus angustias pasaron? Antes nunca creía –o lo consideraba muy improbable–, que el alma más colmada de fe pudiera zambullirse en la perfección y en la paz, cuando el estertor de la muerte le estuviera rechinando en la garganta. Sería un espejismo redomado edificar ahora tal creencia.”

Hay dos cosas que debemos tener en cuenta al tratar los errores de Lewis. Primero, el hecho de que su obra se centra en la exposición de las doctrinas básicas de la fe cristiana. Por lo que no enseña la confesión, el Purgatorio o las oraciones por los muertos, ya que no las considera esenciales para la fe. En segundo lugar, Lewis compara en su Mero cristianismo la Iglesia a una casa con muchas habitaciones, y nos recomienda:

“Cuando hayas escogido tu propia habitación, sé amable con quienes han escogido diferentes puertas, y con quienes aún permanecen en el salón de espera. Si se han equivocado, necesitan de tus oraciones mucho más; si son enemigos tuyos, tienes la obligación de orar por ellos. Esta es una de las reglas comunes de la casa.”

Así que, respecto a las doctrinas fundamentales –la Trinidad, la Deidad de Cristo, la salvación por su muerte y la realidad eterna del Cielo y el infierno–, Lewis tiene una posición claramente bíblica. Por lo que sus diferencias con la fe evangélica se refieren más bien a aspectos no esenciales de la fe cristiana.

Lo importante de su obra no es además su teología, sino una apologética razonable e imaginativa, sobre la que los evangélicos tenemos todavía mucho que aprender. De eso hablaremos la semana que viene…
 

 


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COMENTARIOS

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Respondiendo a

luis gomez
23/10/2013
07:53 h
4
 
REDACCION PD:GRACIAS
 
Respondiendo a luis gomez

Chari Morillo Algarín
23/10/2013
07:53 h
3
 
Gracias, José, por estar compartiendo todas estas acerca de la persona y la fe de un hombre tan complejo y sorprendente como C. S. Lewis. Para mí, como ya comenté en tu anterior exposición, es alguien a quien admiro y respeto profundamente. Su concepción de Jesucristo (Aslan) en sus escritos de Narnia consiguió acariciar mi alma como nadie ni nada lo ha hecho nunca; y por ello, le estaré eternamente agradecida. Y a ti te agradezco enormemente que nos estés acercando un poco más a la persona y la obra de un apologista como Lewis. En casa tenemos muchos de sus libros; pues es, sin duda, nuestro escritor favorito. Un saludo, y gracias por tu imparcialidad en cuanto escribes.
 
Respondiendo a Chari Morillo Algarín

Oscar
23/10/2013
07:53 h
2
 
No te preocupes Luis, los apostoles eran cristianos, seguidores de Cristo, no eran evangelicos, ni catolicos; solo cristianos. Lo que pasa es que algunos ponen más enfasis en los apellidos que nos separan ( catolico, evangelico, etc) que no en el nombre que debería unirnos: Jesucristo.
 
Respondiendo a Oscar

luis gomez
22/10/2013
23:28 h
1
 
Hola Jose en tu articulo escribes sobre Lewis y su identidad como cristiano evangelico, y yo en esto estoy hecho un lio.Amo a Dios con pasion ,disfruto de la iglesia de la que formo parte,escucho con atencion a mi pastor...y cada dia me siento menos evangelico.No tengo nada que ver con los que venden 'gracia' a los pobres o incluso a los ricos, y veo que cada vez mas lideres y organizaciones evangelicas colaborando con estos desalmados y cada vez somos menos
 



 
 
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