Era la mejor cantante del momento con más de diez números uno seguidos en las listas, varios grammys ganados, reconocida como una de las mejores voces del Soul de toda la historia. Cuando visitó Galicia para dar un concierto, cientos de periodistas y medios solicitaron entrevistarla, pero Nippy (como la llamaron siempre su familia y sus amigos) sólo concedió una.
Llegó la noche anterior al concierto que sería retransmitido para toda Europa por aquel pionero "Sky Channel" y
Whitney no tenía tiempo material para casi nada, entre preparativos, ensayos y presentaciones... De tal manera que tanto la propia televisión de Galicia como los responsables de prensa de su casa discográfica nos dijeron que era imposible que ella aceptase ¡Además, nosotros sólo éramos un pequeño programa evangélico que se emitía en un extremo del mundo! (Los americanos ni siquiera sabían dónde estaba Galicia, aunque el concierto era allí)
No faltó nada para que nos echaran del hotel en el que ella estaba hospedada ¡Sólo por tener semejante idea!
No nos preocupamos en absoluto. Les dije que si Dios quería hacer algo lo haría, no importaba lo que ellos pensaran, y justo cuando estábamos teniendo esa conversación "espiritual" y las caras de ellos estaban comenzando a desencajarse,
pasó por allí R. Meader, su secretaria personal.
"¡Vaya casualidad!" me dijo uno de los dirigentes de la TVG. Yo sabía que no se trataba de eso, así que la saludé diciéndole que era creyente, le expliqué el tipo de programa que hacíamos y le comenté que sólo queríamos que ella hablara del Señor Jesús y de su relación personal con Dios.
Meader nos sonrió y subió en el ascensor hasta la planta en la que Whitney estaba, y os aseguro que no tardó más de tres minutos en volver a bajar para decirnos que estuviéramos con una cámara en la entrada de prensa una hora y media antes del concierto para hacer la entrevista:
"Si es para hablar de Dios, Whitney siempre está dispuesta" nos comentó su secretaria. Todos los que estaban con nosotros se sorprendieron porque jamás pensaron que ella dijera que sí, ¡Y que lo hiciera tan rápido!
Cuando llegamos al lugar establecido,
toda la prensa estaba esperando para verla. De repente llegamos Miriam (mi mujer) y yo con un cámara de la TVG, y algunas personas de seguridad vinieron a buscarnos para llevarnos hasta su camerino. Conforme íbamos pasando por en medio de los periodistas que se habían colocado a ambos lados de las vallas de entrada, muchos de ellos nos sonreían y uno nos dijo: "¡Es verdad que hubo un milagro!" No podían entender que lo más importante en el corazón de Nippy era Dios.
Durante varios minutos hablamos con ella. Grabamos la entrevista y explicó muchas cosas en cuanto a la importancia del Señor Jesús, la trascendencia de Dios en su vida, y el hecho de haber crecido en una Iglesia evangélica en la que Cissy, su mamá, era la directora del coro. Supimos que su abuelo había sido uno de los fundadores de la iglesia y varios detalles más... Tanto a Miriam como a mi
nos impactaron su sencillez, su sonrisa, su amabilidad: se "desvivió" por nosotros, ofreciéndonos algo de beber y comer, dándonos entradas para que nos quedáramos en el concierto, etc.
Pero sobre todo nos impresionó ver cómo le brillaban los ojos al hablar del Señor. No sólo durante la entrevista, sino también después de haber terminado.
Vimos a su hermano, a su pastor, y varios componentes del coro de su iglesia que viajaban con ella y le acompañaban en las canciones gospel que siempre cantó en todos sus conciertos.
Nos dimos cuenta de que amaba al Señor. Era su Amor con mayúsculas. Al volver a casa, recordamos una de las enseñanzas más sublimes de la Palabra de Dios, la que nos dice que cuando recibimos al Señor Jesús en nuestra vida, pasamos a ser parte de su "novia", comprometida con Él para un día ser su "esposa", después de la celebración de las Bodas en el reino de Dios (Cf.
Apocalipsis 19:6-8)
El Señor Jesús es quién más nos ama, y una de las infinitas maneras en las que expresa su amor por nosotros, es vernos como a su "novia", para que comprendamos que el deseo de su corazón es estar con nosotros. Dudo que alguien pueda explicarlo, porque ese amor no tiene límites. El nos ama de una manera excepcional. Dio su vida por nosotros.
Por mí.
Y por Whitney también.
Ella repitió una y otra vez que el Señor era su Salvador, quién la mantenía viva, su verdadero "marido"...
Desgraciadamente, tomó algunas malas decisiones. Se casó con Bobby Brown, al que todos culpan de haberla iniciado en las drogas y el alcohol. Las historias que aparecen en la prensa repiten una y otra vez que a partir de ese momento, Whitney "ya no fue la misma persona", y aunque todos tenemos responsabilidad de las decisiones que tomamos, nosotros personalmente, siempre estuvimos orando por ella, para que Dios le diera las fuerzas para abandonar el "mundo" en el que la habían metido.
La conocimos como una mujer sencilla, amable, entusiasta, profundamente creyente en Dios y que derrochaba música celestial a través de sus ojos y su voz. Así es como la recordamos siempre. Esa era ella, la que amaba a su auténtico "marido", al Señor. Esa es la verdadera Whitney, la que está en las manos de Dios.
No la que se dejó arrastrar por sustancias que terminaron destruyendo su vida física.
Hace pocos días estaba leyendo la historia de un hombre de Dios, conocido en todo el mundo por su sabiduría, Salomón... que terminó sus últimos días adorando a otros dioses porque muchas mujeres le habían "robado" el corazón. Y Dios se lo llevó.
En cierta manera, todos tenemos dos "maridos" Uno es el Señor, el que nos creó y nos ama de una manera extraordinaria e infinita, el que siempre está "buscando" cómo bendecirnos, ayudarnos y fortalecernos. Dios quiere que disfrutemos y que nuestra vida brille para Él. Nos ha hecho a cada uno de nosotros diferentes y únicos, porque somos un poema suyo (
Efesios 2:10) y Él canta cuando ve que vivimos amándole (
Sofonías 3:17)
El otro "marido" nos quiere alejar de nuestro Creador. Nos envenena con ideas preconcebidas, con falsas realidades y con sustancias que nos destruyen. ¡A veces ese enemigo, somos nosotros mismos, no "necesitamos" a nadie más! Tomamos malas decisiones, nos alejamos de quién más nos ama, y no somos capaces de plantarnos y decir ¡NO! de una manera definitiva a lo que sabemos que nos hace daño.
¡La gran noticia es que Dios nunca nos abandona! Si hemos tomado la decisión de recibir al Señor Jesús en nuestra vida, le pertenecemos a Él, nadie ni nada nos puede arrebatar de sus manos. Cuando Dios comienza algo, ¡Lo termina siempre! (
Filipenses 1:6).
El Señor es nuestro Abogado en el cielo, Él nos defiende contra el acusador, el maligno que quiere juzgarnos y destruirnos una y otra vez.
Déjame decirte que yo vivo tranquilo, no porque no pueda fallar (¡Nadie es perfecto!) ni porque me guste hacer lo que no debo, o piense que tengo una fuerza extraordinaria. ¡No! Mi confianza se basa en saber que el Señor jamás perderá ningún juicio.
Le amo con todo lo que soy, porque Él conoce todos mis defectos, pero jamás se los cuenta a nadie. Trabaja en mi vida para que me parezca a Él, y a mi me encanta, porque me parece la mejor persona que existe ¡No hay nadie como Jesús! Y aunque a veces me parezca casi imposible, Él no permite que nadie me condene porque me defiende siempre. Ora por mí, para que nunca me falte la fe.
Puso dentro de mi su Espíritu para que me ayude siempre ¡Aún en los momentos en los que ni siquiera yo me comprendo a mí mismo!
Pero sabiendo que la gracia de Dios es infinita, jamás debemos olvidar que si no somos capaces de escucharle, nos hablará cada vez más fuerte para que podamos oírle y obedecerle. Y si aún así no queremos hacerle caso, tiene el poder de llevarnos con Él para que no suframos más. Cuando confiamos en Dios, Él está siempre con nosotros, y nos lleva de su mano.
El jamás pierde a un hijo o una hija que son de Él.
Si quieres comentar o