El voluntario: luz dual

No hay edad, ni posición socioeconómica, ni ideología política, ni nivel de formación cultural para ser voluntario. ¿Sabéis que hay muchos voluntarios que no se dan cuenta de que su acción tiene una repercusión dual en un mundo que valora la acción del voluntariado? La acción del voluntario no se acaba solamente en su tender la mano de ayuda de forma asistencial a aquella persona que lo necesita. Va mucho más allá y traspasa las fronteras de la comunicación dando un mensaje de ética social, de lucha por la justicia y de denuncia de los desequilibrios sociales del mundo.

Sí, así es, aunque se dedique sólo a tender la mano de ayuda y no diga palabras de denuncia. Su acción es la que habla, su compromiso transmite un mensaje que va más allá de lo meramente asistencial. Se convierte también en un paradigma de la lucha contra la injusticia en el mundo.

Es verdad que hay muchos teóricos que desprecian la acción asistencial porque, en su miopía, piensan que la acción de solidaridad amorosa del voluntario se queda ahí finalizada en sí misma. Pero el voluntariado del mundo es una voz no hablada con sus lenguas que, en el fondo, está gritando por justicia y una justa redistribución de los bienes del planeta tierra.

Por eso el voluntario es una luz dual: hace asistencialismo, pero es un asistencialismo que, sin palabras, transmite al mundo un mensaje: Tengo que asistir a los débiles, dar de comer o vestir, porque en el mundo existe la desigualdad y la injusticia. Así, el rostro y la acción del voluntario en cualquier ONG no se restringen sólo al hecho concreto cotidiano de dar de comer o levantar una sonrisa. Está encarnando también, de alguna manera, el grito por la justicia o el ideal bíblico de la preocupación por lor pobres de la tierra, el ideal de la justicia social, la protesta contra las estructuras económicas y de poder injustos.

Es verdad que si hablamos con los voluntarios, la mayoría nos va a mostrar su experiencia vital en el deseo de paliar o eliminar el sufrimiento en su momento, en el aquí y el ahora de la persona que sufre. Quizás no esté pensando en trabajar por la justicia en el mundo o por la lucha contra los muros robustos de las estructuras económicas y sociales injustas, pero su pasión, su vocación, su compromiso y su entrega hablan sin palabras, transmiten mensajes en contra de la marginación de los  débiles, en contra de la pobreza en el mundo.

Ni siquiera muchos de los voluntarios se paran a buscar las causas de la pobreza, no son teóricos del hecho social o de la injusticia en el mundo, no son teóricos de ideales políticos o humanitarios para cambiar el mundo, pero su mensaje no cae en saco roto. Otros, viendo su ejemplo, hablarán y escribirán por ellos. 

Ellos, los voluntarios, se centran en la visión de un rostro humano concreto, individual en muchos casos, en unos ojos que lanzan un SOS pidiendo la ayuda que necesitan. Se centran en el hecho concreto de pronunciar el nombre de alguno de los lanzados al lado del camino, al margen de la sociedad y, en su caso, a darle un abrazo que complementa toda ayuda práctica.

Lo que pasa, es que, quizás, sin saberlo, el voluntario está lanzando un mensaje que clama por un mundo nuevo, por la reducción de la pobreza convirtiéndose en imagen viva de la necesidad de un mundo mejor en donde reina la justicia. Por eso la luz que lanza el voluntario al mundo es una luz dual que no se restringe meramente al asistencialismo en un momento concreto de su vida comprometida con el prójimo sufriente. Va mucho más allá.

Quizás, también para los cristianos, el voluntario sea un ejemplo del ideal de projimidad, de amor al prójimo que nos deja Jesús. Sal y luz que transmiten al mundo esos mensajes duales aun cuando los voluntarios no fueran teóricos que hablan o denuncian con palabras. 

Estamos en un mundo en el que los hechos, las acciones misericordiosas, los estilos de vida diferentes, las prioridades distintas siguiendo al Maestro, el continuo lanzamiento de valores que son coincidentes con los valores del reino que nos expuso Jesús, gritan sin emitir sonidos, son entendidos como los mensajes más pedagógicos, más didácticos. Así, lo espiritual y lo social se unen en el compromiso de muchos de los voluntarios en el mundo hoy. 

El voluntario, en su compromiso de ayuda asistencial, no se está planteando profesionalidad alguna, no trabaja pensando en el profesional frente al no profesional. Simplemente se mancha las manos, desciende a los infiernos de los focos de pobreza sin prepotencias y en total sencillez como mano tendida de ayuda. 

Lo que pasa es que en ese descenso es como un grito, un alarido en búsqueda de justicia. No importa que sea consciente de ello o no. Y, en su acción, no sólo se humaniza, sino que intenta humanizar al mundo para que comience a pensar en la justicia para todos los habitantes del planeta tierra. El voluntario, así tiene un mensaje universal.