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Harold Segura
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Esta Colombia inexplicable que me llena de tristeza

Para un gran sector del cristianismo evangélico, pudieron más estas ambigüedades retóricas que los valores cristianos de la reconciliación, el perdón y la paz.

ACTUALIDAD AUTOR Harold Segura 04 DE OCTUBRE DE 2016 15:54 h

6.431.376 colombianos y colombianas dijeron NO al plebiscito que preguntaba por el apoyo al acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de la paz en mi país. El NO ganó por una diferencia de 53.894 votos (habiéndose escrutado el 99.98% de mesas): 50.21% a favor del NO, contra 49.78% a favor del SI.



No estoy dentro de los votantes que dijeron NO. Yo creí que el acuerdo logrado entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, aunque imperfecto, contenía los arreglos necesarios para que terminara el conflicto armado y soñáramos desde ya con la posibilidad de terminar esta guerra que nos ha carcomido por 52 años; una guerra que ha dejado a su paso una estela de 7.620.114 víctimas (según el Registro único de Víctimas), 6.414.700 personas desplazadas de su lugar de origen por la violencia, más de 218.000 víctimas fatales y 21.000 personas secuestradas.



Leí las 297 páginas del acuerdo. Viajé varias veces a Colombia para participar en redes eclesiales e interreligiosas a favor de la paz, también en algunas reuniones con personas del gobierno y actividades del Ministerio del Interior. Mi última visita fue en la semana en la que se firmó el acuerdo. Estuve el lunes 26 de septiembre en la Plaza de Bolívar, aplaudiendo y celebrando lo que había esperado por muchos años. Hablé con muchos de los contradictores del acuerdo para comprender la lógica de sus argumentos. Mi respaldo al SI nunca fue un respaldo partidista al presidente Juan Manuel Santos (no soy de su partido, ni voté por él), sino una apuesta esperanzada en que el acuerdo nos ayudaría a reconstruir el país y soñar con la reconciliación.



Leí, estudié, escuché y debatí por más de un año. Traté de incidir para la victoria del SI, pero los resultados de la votación me mostraron que eso no fue suficiente. Los motivos del NO pudieron más que las esperanzas del SI.



¿Cómo explicarles a mis amigos y amigas en el extranjero los resultados del plebiscito? Cómo explicarles que en Colombia escogimos responder NO a la pregunta del plebiscito: ¨¿Apoya el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable?¨ Las razones son muchas y hay que escucharlas: Los votantes del NO estaban en desacuerdo, entre otros varios asuntos, con que las FARC tuvieran derecho a ocupar cargos públicos a través de elecciones populares, a contar con un presupuesto para crear un partido político, a que tuvieran un tratamiento especial y no pagaran sus condenas en cárcel (siempre dijeron que el acuerdo era una forma de impunidad) y a que los guerrilleros que regresaran a la vida civil recibieran cada mes un porcentaje del salario mínimo, además de subsidios para proyectos productivos. Estos, entre otros alegatos jurídicos, económicos y militares. Para los del NO, los acuerdos con las FARC eran nada más que 297 páginas de sandeces, como se atrevió a calificarlo el senador uribista José Obdulio Gaviria.



Por su parte, muchas iglesias evangélicas (con cierta vergüenza lo digo) y jerarcas católicos, se dedicaron a crear entre su feligresía el temor de que el acuerdo contenía claras y peligrosas muestras de la “ideología de género” (cuando de lo que habla el acuerdo es de "equidad de género") y que por ella el país quedaría expuesto a la “dictadura de los homosexuales” (así lo expresó el llamado “concejal evangélico de la familia”, en Bogotá). Alegaban que la tal ideología era un plan gestado desde la ONU para desestabilizar el modelo de familia que se establece en la santa Palabra de Dios. También decían mis colegas pastores evangélicos, que los movimientos LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero e intersexuales) habían participado en las mesas de negociación en La Habana, mientras que a los líderes de las iglesias no se les dio esa misma oportunidad. Es decir, que el acuerdo había sido desigual a la hora de repartir las invitaciones a Cuba. Ah, y un argumento más: que con el acuerdo, estábamos corriendo el diabólico riesgo de que el castrochavismo se tomara el poder y “la próspera” Colombia se convertiría en “la paupérrima” Venezuela. ¿De dónde sacaron estas flacas argumentaciones? Aún espero la respuesta. La desinformación fue grande dentro de amplios sectores religiosos.



Para un gran sector del cristianismo evangélico, pudieron más estas ambigüedades retóricas que los valores cristianos de la reconciliación, el perdón y la paz. Hoy, muchos de ellos celebran alborozados el triunfo del NO como si fuera un triunfo de la fe y de la sana doctrina. El expresidente Álvaro Uribe Vélez, principal promotor del NO, acaba de agradecer en su discurso “a los pastores de buena moral” (yo no estoy en esa lista) por su exitosa participación en el plebiscito. Sí, les debe mucho.



En este momento, en medio de esta tristeza que me abruma, escucho las palabras de Rodrigo Londoño Echeverri (Timochenko), comandante en jefe de las FARC-EP quien acaba de expresar: “Las FARC-EP mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro. Al pueblo colombiano que sueña con la paz, que cuente con nosotros. La paz triunfará”. Estas palabras son una gota de aliento en medio de este desierto de frustraciones. Las FARC-EP mantendrán su voluntad de paz. Y esperan que la paz triunfe.



Entre tantos reveses debe renacer la esperanza. Si las FARC mantienen su compromiso con el cese del conflicto (como lo han dicho hoy) y el gobierno conserva su disposición al diálogo (como lo ha expresado el presidente Santos), le corresponde ahora a los promotores del NO (en entre ellos la extrema derecha uribista) plantear los cambios al acuerdo y confirmar que sí tienen interés en la paz. Es el momento de que pasen del “así NO” al “así SÍ”. La prueba de la paz es ahora para los adversarios del acuerdo.



“Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos” (Mateo 5:7 BLP)



 



Harold Segura es teólogo colombiano, Director de Relaciones Eclesiásticas de World Vision International.


 

 


9
COMENTARIOS

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Jorge Mata
12/10/2016
14:40 h
9
 
Al autor lo llena de tristeza una Colombia dividida; a mí me llena de tristeza una iglesia dividida. Esta discusión es irrelevante, es pérdida de tiempo absoluta. Cristo dijo: "Estas cosas os he dicho para que EN MÍ tengáis PAZ, en el mundo tendréis aflicción, pero confiad YO he vencido al mundo"; la discusión termina con estas palabras. La falta de paz es lógica consecuencia de la aflicción que el mundo produce y seguirá produciendo. ¡Bendita aflicción, me impulsas hacia mi Cristo!
 
Respondiendo a Jorge Mata

jorgevaron
11/10/2016
19:59 h
8
 
Señor Segura, Quiza el artículo "Viva Colombia" del hermano César Vidal en su blog Le ayude a disipar su tristeza al comprender porqué el ciudadano colombiano votó NO, a pesar de la avalancha de propaganda y manipulación de que fue objeto durante años.
 
Respondiendo a jorgevaron

EZEQUIEL JOB
10/10/2016
01:18 h
7
 
No debería haber referéndum, si ya hay leyes y magistrados. La Biblia manda que TODOS acatemos la ley: (Rom 13:1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. Rom 13:2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.)
 
Respondiendo a EZEQUIEL JOB

Mario B
08/10/2016
21:49 h
6
 
Valiente artículo, felicitaciones pastor Segura, la suya es la posición de muchos colombianos que, sin ser "subversivos" como pretenden algunos creemos en la factibilidad de este proceso. Por otra parte salió a la luz por el propio gerente de la campaña del NO la clase de mentiras y artimañas, dignas de Goebbels, a que se recurrió para arrastrar los votos de los incautos, incluyendo el manipulado voto evangélico.
 
Respondiendo a Mario B

jcsegovia
08/10/2016
04:01 h
5
 
Iglesia.
 
Respondiendo a jcsegovia

jcsegovia
08/10/2016
04:00 h
4
 
Este "acuerdo de paz" es un CABALLO DE TROYA que viola los principios constitucionales y morales haciendo que un "documento privado" se convierta en norma constitucional. El enfoque de género lo explicó perfectamente De la Calle cuando citó textualmente lo que negó el ministerio de Educación a los Protestantes (Evangélicos, Católicos y padres indignados) para esta ideología el Génesis es mitología y cada uno escoge cualquiera de las orientaciones LGTBI. Que fácil se desprecia la autoridad de la
 
Respondiendo a jcsegovia

EZEQUIEL JOB
05/10/2016
13:00 h
3
 
Además, nadie garantiza que los "guerrilleros" de las FAC se salgan del narcotráfico, del crimen, de la extorsión, del asesinato y violaciónes, aunque ya no a nombre de las FARC, ya que no conocen otra clase de vida, mientras los superiores tendrán curules, sueldos básicos, viáticos, vida política, el premio por mas de 50 años por el crimen. Si ha ganado el NO, demos gracias a Dios en el nombre del Señor Jesús, todo nos ayuda a bien (Rom8:28). No debemos vengarnos, las autoridades hagan su parte
 
Respondiendo a EZEQUIEL JOB

EZEQUIEL JOB
05/10/2016
12:49 h
2
 
Como cristianos debemos perdonar, eso ya se lo ha hecho porque a nadie se ha escuchado que haya asesinado en venganza, ni pagado mal por mal (Rom12:7). Sin embargo, como buenos cristianos debemos someternos a las autoridades superiores, especialmente las FARC (1Ped2:13-14)(Rom13:1-6). Creo eso es lo Bíblicamente correcto. La paz depende íntegra y totalmente de las FARC, que dejen de asesinar y ya está, ya hay paz, aunque los demás no quieran. El referéndum es innecesario, es IMPUNIDAD al crimen
 
Respondiendo a EZEQUIEL JOB

Protestantólogo
04/10/2016
21:40 h
1
 
Lo que los “sabios” no consideran. Frases célebres que dan cobijo a la sabiduría popular colombiana: “La paz obtenida con la punta de la espada no es más que una tregua” (Proudhon); “Quien se deja amenazar se deja abofetear”; “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” (Juárez); “Cuando los ricos hacen la guerra, son los pobres los que mueren” (Sartre); “Una mala paz es todavía peor que la guerra” (Tácito); “Quien siembra vientos recoge tempestades”.
 



 
 
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