Si no supieras nada de Colombia, podrías pensar, “¡Genial! Al fin hay paz”. Pero las cosas no suelen ser tan claras como parecen.
Muchos de vosotros habréis visto el histórico acuerdo de alto al fuego bilateral al que se llegó en La Habana la semana pasada entre el gobierno colombiano y el principal grupo guerrilla, los FARC, con un apretón de manos entre el presidente Santos y Timochenko, el líder de la guerrilla.
Si no supieras nada de Colombia, podrías pensar, “¡Genial! Al fin hay paz”. Pero las cosas en Colombia no suelen ser tan claras como parecen. Se necesitan más negociaciones antes de que se firme el acuerdo final de paz: y aún cuando este firmado, hay muchos obstáculos en el camino hacia la paz.
1. Hay dos grupos de guerrillas operando en el país. FARC es el más grande de los dos pero el gobierno colombiano empezó a hablar con ELN, el grupo más pequeño, hace tan solo unos meses, en marzo. Sabemos que algunos guerrilleros, que no desean abandonar la lucha, se han transferido de FARC a ELN antes del acuerdo. Aun cuando empieza el proceso de desmovilización, nunca sabremos exactamente cuantos guerrilleros han dejado de llevar armas. Sabemos por experiencia pasada en Colombia que el grupo armado que se supone que debe estar desmovilizado va a reclutar civiles y forzarlos a hacer ver que han sido combatientes para que puedan recibir dinero de la desmovilización (la mayoría del cual es para el grupo armado) y que puedan añadirse falsamente a las estadísticas de los desmovilizados.
2. Hay muchas bandas criminales operando en Colombia, algunas veces en alianza con FARC y/o ELN, otras en conflicto con éstas. Estas bandas a menudo son los remanentes del grupo paramilitar AUC que fue desmovilizado en 2006 y que está involucrado en tráfico de drogas, explotación ilegal de recursos naturales, extorsiones y secuestros. Muchas de estas bandas recibirán gustosamente a ex-guerrillas de FARC para aumentar sus filas.
3. Bajo la retórica hay algunos hechos claros. Aunque la FARC y el ejército no estén combatiendo entre ellos, se producen confrontaciones armadas regularmente entre ELN y las bandas criminales. La FARC prometió dejar de reclutar nuevos combatientes a sus filas - a menudo se hace de manera forzada – pero no ha cumplido su promesa; sigue extorsionando y forzando a personas a hacer huelgas para crear disturbios civiles.
4. Está el ejército. Entre 1999 y 2013, EUA dio 9.3 mil millones de dólares en ayuda militar a Colombia. ¡Esto es un muy buen negocio para el ejército colombiano! Considerando que Colombia no tiene enemigos externos, mantiene un ejército que es demasiado grande: 450,000 militares activos en primera línea – tres veces más grande que el ejército británico y ¡la población del Reino Unido tiene una población un 50% más grande! La mayoría de militares tienen, en común con la gran mayoría de colombianos, un intenso deseo de paz para su país; pero hay un elemento sustancial en el ejército que está intentando sabotear secretamente el proceso de paz, porque ven un rol considerablemente reducido para el ejército si la paz llega a Colombia.
5. Aún si, con buena voluntad en cada parte, hay un movimiento considerable hacia la paz, hay muchas cuestiones difíciles para resolver. ¿Dónde van a vivir los combatientes desmovilizados? ¿Los van a poner todos juntos en una comunidad, una estrategia que ha resultado ser un desastre en el pasado? ¿La gente corriente va a tolerar que vayan a vivir en sus comunidades, especialmente si sospechan que han matado a sus amigos o familiares? ¿A qué se van a dedicar los combatientes desmovilizados? Muchos de ellos solo saben intimidar y disparar. ¿Cómo se van a tratar los crímenes del pasado? ¿Quién recibirá amnistía y quién será juzgado por un tribunal? ¿Cómo van a enterarse las familias sobre la verdad acerca de la desaparición de sus seres queridos?
6. Finalmente, están los cristianos. El 40% de la población son practicantes católicos o protestantes y la mayoría del resto son católicos nominales. Nosotros deberíamos ser los que establecemos la agenda, a través de la oración y el servicio altruista. Pero hay un número de factores que limitan seriamente la efectividad de la iglesia en Colombia. Probablemente el más grande es la falta de unidad que es evidente en muchas partes del país. Conozco muchos cristianos colombianos que desean una mayor unidad en el cuerpo de Cristo en su país; pero deben ser los líderes de las iglesias, los pastores, los curas, los obispos los que lideren esto. Gracias a Dios que algunos ya lo hacen; pero hay un largo camino que recorrer aun. También está la actitud de algunas mega-iglesias en las grandes ciudades que simplemente ignoran los sufrimientos de aquellos afectados por el conflicto, especialmente si adoptan el llamado evangelio de la prosperidad. También hay una creciente tendencia de secularismo militante, que se puede ver en partes de la administración colombiana y que busca marginalizar a los cristianos en el proceso político.
También está la tendencia natural humana hacia el cinismo y la desesperación, que nos afecta a todos, a los cristianos y a los demás. Qué fácil es mirar al acuerdo de cese de fuego y decir, ‘Lo hemos visto antes. No pasará nada.’ Tal vez. Pero ciertamente nosotros, como cristianos, somos llamados a ser portadores de esperanza, no de cinismo ni desesperación.
Jesús, El cual por el gozo puesto delante de Él, sufrió la cruz menospreciando el oprobio. Muchos cristianos en Colombia están experimentando ese gozo aunque ellos también padecen los más horribles sufrimientos como resultado del conflicto. Sus hermanos y hermanas en Cristo que no están directamente afectados por el conflicto, ¿van a dejar que Dios ponga el gozo de paz en Colombia delante de ellos, y van a perseverar y padecer, sufriendo la cruz si tienen que hacerlo, menospreciando el oprobio, y experimentar la gloria de Dios?
Michael Gowen trabajó en la Comisión Europea en Bruselas durante 25 años. Ha visitado Colombia varias veces en los últimos años, ofreciendo perspectivas cristianas al conflicto.
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