Por primera vez en muchos, muchos años hay una verdadera posibilidad de un acuerdo de paz, aunque el proceso es todavía muy frágil.
Imagina que eres miembro de un grupo guerrillero o de una banda criminal de narcotraficantes. Alguien (con mucha valentía) te anuncia la buena noticia de Jesucristo, y tú decides, después de mucha reflexión, entregar tu vida a él y seguir su camino en el futuro. Crees que, puesto que Dios ha arrojado todos tus pecados al fondo del mar (Miqueas 7:19), entonces ya no existen. Por lo tanto no necesitas confesar o revelar la violencia y los crímenes que cometiste en el pasado.
Creces en tu fe cristiana y te conviertes en un miembro respetable de tu comunidad. De hecho, en tu pueblo hay mucho ir y venir de personas, y nadie hace demasiadas preguntas sobre el pasado. Sobrevivir en el presente es suficientemente duro. Con el tiempo te haces pastor y tu iglesia crece y se fortalece. Tus miembros han sufrido mucho de la violencia y de las amenazas de la guerrilla y de los narcotraficantes, pero se aferran en su fe en Cristo. Muchos de ellos están de duelo, todavía buscando respuestas a preguntas: cómo sus seres queridos desaparecieron, dónde podrían encontrarse sus restos mortales...
Sabes que estuviste personalmente implicado en la muerte de algunos de sus familiares; y podrías darles ciertas respuestas que están buscando desesperadamente. Pero si la Biblia dice: Como lejos del oriente está el occidente, tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones (Salmo 103:12), ¿qué necesidad hay de desenterrar esas cosas del pasado que ya están enterradas? Después de todo, razonas, Moisés no tuvo que comparecer delante de un tribunal humano por el asesinato de un egipcio; y el rey David no fue castigado por cualquier tribunal humano por organizar la muerte del marido de Betsabé.
Acontecimientos políticos importantes se desarrollan en tu país. El gobierno está en fase avanzada en negociaciones de paz con uno de los principales grupos guerrilleros, y se está hablando de un acuerdo de paz y de una situación posconflicto. Asistes en un seminario sobre estos temas, organizado por un grupo cristiano de tu país. Un pastor de otro país está enseñando; y dice que, si una persona se arrepiente y confía en Jesucristo, él no tendrá que pagar ante Dios por sus pecados; pero esto no significa necesariamente que él no tendrá que comparecer delante de un tribunal humano por los crímenes que cometió. No hay una formula fija para todo el mundo: se necesita ser guiado por el Espíritu Santo para decidir si revelar o no lo que se hizo en el pasado.
Estás profundamente preocupado por esa enseñanza. Te has sentido cada vez más incómodo por el hecho de mantener a los miembros de tu iglesia en la oscuridad con respecto a lo que ocurrió con sus seres queridos. Ves su dolor y su desesperación semana a semana, y eres consciente de que podrías traer una mejora importante en sus vidas, por simplemente decirles la verdad que tú sabes. Pero, revelar los hechos del pasado significaría probablemente una perdida de tu posición como pastor y muchos años en una cárcel muy desagradable y atestada. Peor aún, si tu pasado saliera a la luz, te convertirías en un hombre condenado a ojos de los miembros del grupo armado al que perteneciste; ellos probablemente vendrían a matarte antes de que la justicia del estado pueda alcanzarte. ¿Qué hacer?
Imagínate en esta situación. En realidad, no es imaginario. Es una verdadera historia de personas que viven hoy mismo en Colombia, país donde recientemente pasé una semana hablando con pastores y líderes sobre los desafíos que enfrenta la iglesia de Colombia en una situación posconflicto. A medida que su país trata de salir de 70 años de conflicto violento y se mueve lentamente hacia la paz, los dilemas morales que enfrentan los cristianos colombianos, especialmente en las zonas de conflicto, son enormes.
¿Qué significa el establecimiento de la Verdad y la Justicia en Colombia? 50.000 familias colombianas siguen buscando la verdad sobre lo ocurrido a sus seres queridos que han desaparecido. ¿Cómo pueden encontrar esta verdad? ¿Pueden los colombianos realmente perdonarse unos a otros por las muchas atrocidades cometidas en el pasado? ¿Pueden vivir uno al lado del otro en el futuro? ¿Son capaces de ir (mucho) más lejos en reconciliarse los unos con los otros? ¿Qué papel pueden jugar los cristianos en este proceso, nosotros que conocemos a la persona que es la Verdad, la persona que últimamente establecerá la justicia en el universo, nosotros que conocemos el perdón de Dios y que nos hemos reconciliado con él? ¿Qué consejo deberían dar los pastores y líderes cristianos sobre estos temas?
Ora por Colombia. El país se encuentra en un momento crucial. Por primera vez en muchos, muchos años hay una verdadera posibilidad de un acuerdo de paz, aunque el proceso es todavía muy frágil. Ora para que los colombianos puedan transmitir una herencia positiva a sus hijos, a sus nietos y a las generaciones futuras, un patrimonio diferente a la violencia, la extorsión, el miedo y la corrupción que han heredado de generaciones anteriores en tantas zonas del país.
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