Verano, la visita del tiempo

Este verano, más a unos que a otros, nos visitará el tiempo. Las vacaciones nos lo regalarán. Muchos hombres, trabajadores sin tiempo, que dedican horas y horas a cuestiones de su trabajo, van a ser visitados en algunos de estos meses de verano por ese regalo, llamado tiempo, que no sé si a algunos les asustará. ¡Cuántas personas en el mundo del trabajo tienen estrés y exceso de tiempo ocupado! Apenas disfrutan de la vida, Para ellos vivir es trabajar y no pueden disfrutar del trabajar para vivir.

¿Qué pasará con estos hombres grises, sin tiempo, cuando se encuentren con las veinticuatro horas del día para ellos, para gestionarlo en plan de ocio, para vivirlo con intensidad? Quizás muchos de ellos ni siquiera han aceptado el mandamiento de Dios, el mandato de que haya un reposo cada cierto tiempo. Les gusta estar siempre en medio de los negocios lucrativos. Sin embargo, tenemos que decir que hay otros a los que el tiempo vacacional no les visita aunque lo necesitan y desean. A ellos nuestras disculpas por este artículo y nuestro deseo de que el tiempo vacacional acabe visitándolos. 

Para aquellos que tienen una dependencia del trabajo, los por algunos llamados “workoholic”, el encontrarse con la vivita del tiempo puede ser un problema. Para muchos el sentido de la vida está en llenarla totalmente de actividades laborales y de acciones que den rendimientos económicos y lucrativos pensando en que la vida consiste en la abundancia de cosas y de dinero. Se afanan en la búsqueda de resultados materiales aunque luego padezcan insomnio y se pierdan la evolución de la vida de sus hijos a quienes no pueden dedicarle tiempo. No lo tienen, no lo valoran, no lo buscan. 

Dios nos invita al descanso, al reposo, al sosiego, a la reflexión sobre nosotros mismos y sobre ese tú personal que se codea conmigo todos los días, quizás sin que yo le haga caso, y que es mi prójimo. El excesivamente ocupado no ve que su tiempo puede ser un regalo también para muchos prójimos solitarios, no comparte tiempo con otros, ni palabra, ni vida. Todo un desatino, una tragedia, la vida del no hombre, del robot, del alienado por las muchas actividades lucrativas de cuyo rendimiento económico a penas disfruta. Hay que buscar el tiempo de reposo, de descanso, de sosiego que nos prepara para vivir una vida plena compartida con los demás.

El tiempo nos visita en época de vacaciones y nos anima a la contemplación. Contemplación que puede ser de nosotros mismos, de nuestros familiares, de nuestros hijos. Contemplación de la vida, de la naturaleza, de lo trascendente… de Dios. ¡Pobres de los que no pueden saborear y disfrutar de la visita del tiempo! ¡Pobres de los que no saben disfrutar de una actitud callada y reflexiva! ¡Pobres de aquellos cuya mente siempre está ocupada en los negocios cayendo en el error de que la vida consiste en el poseer, en el buscar posesiones sin límite! 

Sin embargo, en la vida tampoco debe ser tiempo de relax sin obligaciones laborales. Tal y como hemos montado el espectáculo de la vida humana, aquellos que sólo tienen tiempo por delante sin perspectivas de involucrarse en los ámbitos laborales, como sucede con los parados de larga duración, caen en aburrimientos y depresiones. Aquellos a los que la vida les está negando el trabajo, también viven estrés y ansiedad, caen en la baja autoestima y necesitan ayuda profesional. Nos acordamos también de ellos y les deseamos que encuentren el trabajo que necesitan. Es como si la visita del tiempo, el regalo vacacional, se hiciera solamente después de épocas de involucración racional en el trabajo. Dios descansó después del trabajo y nos invita a seguir por estas líneas.

¿Cómo va a estar la visita del tiempo para nosotros este verano, esta época vacacional? ¿Lo viviremos con tonos grises y depresivos, con aburrimientos sin límite, en medio de nubarrones negruzcos, o seremos capaces de vivir la visita del tiempo con agradecimiento a nuestro Creador, con creatividad, con deseos de reflexión y de compartir tiempo con otros, compartir vida, compartir bendición? Llenemos nuestro tiempo con tonos alegres y portadores de sentido, con la alegría de vivir la presencia del otro, del Tú trascendente. Si no, la visita del tiempo se puede vivir, incluso, de forma insoportable.

Espero que la visita del tiempo en este verano o época vacacional, nos traiga nuevas fuerzas, tanto mentales como físicas, pero también nuevos proyectos de vida compartida, de la alegría de vivir la auténtica espiritualidad cristiana en forma de dar y de darnos al prójimo que nos necesita. Señor, ayúdanos a aprovechar bien la visita del tiempo. 

También debemos de ser sabios para que el tiempo nos visite en todas las épocas del año con mayor o menos intensidad. Que no nos enredemos en los negocios de la vida arruinando nuestro tiempo. Que no vivamos ansiosos en constante afán. Que te sepamos buscar, que no nos escondamos de nosotros mismos. Tiempo: Te necesitamos para ser personas.

Que Dios quiera que todos aprendamos a usar bien el tiempo que el Señor nos vaya concediendo en las diferentes épocas del año. Que sepamos aprovecharlo y usarlo para el bien del otro, de la humanidad, para ser felices. Que sepamos compartir tiempo con el otro, dar de nuestro tiempo. También en esto es más feliz dar que recibir… aunque al dar de nuestro tiempo siempre recibimos.

¡Terrible cosa para algunos es el no saber qué hacer con el tiempo! Se puede llegar incluso al pecado, al error, al sinsentido de la vida, a las tentaciones continuas que proceden del maligno. Saludemos la visita del tiempo durante este verano, démosle la bienvenida, recibámoslo con alegría… porque en medio de ese tiempo, podremos ver también la figura de un Dios que se mueve en medio de él para bendecirnos.