“¿Qué le preguntarías a Dios?” fue una iniciativa que llevaron a cabo universitarios cristianos entre sus compañeros estudiantes.
Hijo mío, pon atención a mis palabras; inclina tu oído a mis dichos.
(Proverbios 4:20 RVA 2015)
Vamos a compartir preguntas planteadas por jóvenes en una iniciativa del ministerio estudiantil. La dinámica fue titulada: “¿Qué le preguntarías a Dios?”, y fue llevada a cabo por universitarios cristianos entre sus compañeros estudiantes.
Las primeras dos preguntas, de una joven a quien llamaremos Gisela, son estas: “¿Por qué mi ex fue tan cruel y me dejó? Y ¿Por qué no he tenido una relación amorosa seria?” Esta es mi respuesta:
Estimada Gisela: Gracias por participar en esta actividad sobre preguntas a Dios. Confío en que, de alguna manera, Dios contestará todas sus preguntas, a su modo y en su tiempo.
Las dos preguntas que usted escribió (¿Por qué mi ex fue tan cruel y me dejó? Y ¿Por qué no he tenido una relación amorosa seria?) en realidad no son cuestiones que necesariamente tenga que responder Dios. La primera ya lleva en sí una respuesta, que es la crueldad. Para explicar la crueldad de una persona, la respuesta tendría que venir de esa misma persona. La crueldad forma parte de la condición humana, que, bajo la influencia del orgullo, se recrudece aún más. El ser humano—hombre o mujer—es cruel y orgulloso cuando no conoce el amor de Dios. El orgullo es pensar siempre en sí mismo, como primera motivación y como causa final. El “yo” es quien gobierna su corazón, en vez de ser Cristo quien gobierne el corazón.
La segunda pregunta la debe responder usted misma. No la conozco a usted, de manera que no puedo saber su historia. Si usted es una persona seria, su relación sentimental también lo será. Yo le recomiendo buscar a un hombre que no tenga su “yo” en el trono de su corazón, sino que tenga ahí a Cristo, para que entonces su crueldad esté bajo control, dominada, si no totalmente eliminada. Le deseo muchas bendiciones ahora y siempre.
Así termina mi respuesta a Gisela. La juventud es una etapa de la vida en la que se toman decisiones cruciales para el futuro. Tengamos paciencia y busquemos siempre la dirección del Señor.
Ahora, un par de preguntas planteadas por un joven a quien llamaremos Oseas. Él le pregunta a Dios: ¿Qué le está pasando al mundo? Y ¿Es pecado ser bisexual? Mi respuesta a las preguntas de Oseas es esta:
Su primera pregunta: ¿Qué le está pasando al mundo? Tiene que ver con algo que en la teología cristiana se conoce como “la caída”: Dios creó al universo y al ser humano sin maldad, con la posibilidad de desarrollarse a su perfección sin la influencia del pecado. Quiere decir que Dios tenía en mente que, por medio del proceso histórico, la criatura humana pudiera desarrollar todas sus buenas capacidades. Pero algo ocurrió en los albores de la humanidad. Del mismo modo que si en su etapa más temprana de desarrollo, se pincha con un alfiler el brote de la germinación de una semilla, y la plantita crecerá con una deformación provocada… Así el ser humano, en su etapa más primigenia, fue afectado por una especie de “virus”, que se llama pecado: orgullo—vanidad—desobediencia—rebeldía—envidia—dominación del otro—mentira y odio. El pecado es alejarse de Dios y de sus buenos planes para la vida. Entró en la creación un elemento extraño, que no formaba parte del plan original, y que alteró para siempre el desarrollo de la especie humana y de todo el universo. Ahora se miran por todas partes las consecuencias de ese alejamiento de Dios: Eso es lo que está pasándole al mundo.
Pero Dios ha efectuado un maravilloso plan de rescate de SU mundo, de SU criatura humana, y de SU universo entero. En Cristo Jesús, Dios realizó la operación de rescate más extraordinaria de todas. Por medio de su vida y enseñanzas, de cada milagro que realizó, de su muerte en la cruz y de su resurrección, el Señor JesuCristo efectuó el rescate del universo, y puso en marcha la reparación de un mundo descompuesto. Ahora quienes seguimos a Cristo participamos en esa reparación, y vemos señales de que realmente funciona.
En su segunda pregunta se nota un problema de tipo sintáctico. No se debe usar el verbo “ser” para referirse a un tipo de conducta. De manera natural, el ser humano está dotado con capacidades de atracción sexual. Pero el tener esas capacidades no significa que en ellas está toda nuestra identidad. Nuestra identidad es ser hombres o mujeres. Por medio del contexto cultural y del uso de la racionalidad y de las costumbres, vamos reforzando una cierta conducta y orientación en el despliegue de nuestra sexualidad. Al nacer, todos somos una tabla-rasa, que no tiene nada escrito ni predeterminado en cuanto a la conducta sexual. Pero se puede ejercer la voluntad para asumir una identidad de género según la buena intención de nuestro creador.
Ella escribe así: “Quiero preguntar sobre las cosas que pasan… los desastres, la gente que pasa hambre”. Mi respuesta es esta:
Estimada Anny: Le agradezco mucho su participación en esta actividad de preguntas a Dios. Confío en que de alguna manera Dios le hará llegar la respuesta que satisfaga la inquietud de su corazón.
Su pregunta está dentro de lo que se conoce como “teodiceas”, los intentos por justificar a Dios. Los creyentes pasamos mucho tiempo tratando de explicar por qué pasan los desastres y por qué hay gente hambrienta en un mundo con tanta abundancia de recursos. Sin embargo, tal vez debiéramos comenzar a pensar de otro modo.
Hubo un pensador cristiano danés, de nombre Soren Kierkegaard, que, en cuanto al tema de la defensa de Dios, opinaba que Dios no tiene por qué ser defendido por sus hijos. Cuando llegaron a arrestar al Señor Jesús, en la noche del Jueves Santo, su discípulo Pedro estaba listo para defenderlo, con una espada en la mano, con la cual cortó una oreja a uno de los que venían a arrestar a Jesús. Kierkegaard imagina que Jesús, al detener a Pedro y al volver a poner la oreja sana en su sitio, le dijo a su discípulo: “No me defiendas, Pedro. Más bien, ¡víveme!”
Esto quiere decir que ante el sufrimiento que presenciamos, lo que debemos hacer no es tratar de argumentar para justificar a Dios, sino que más bien debemos tomar nuestras palas para enterrar el egoísmo, y comenzar a trabajar con Dios en el alivio al hambre y al sufrimiento. Eso es vivir a Dios.
No podemos afirmar que todos los desastres ocurran por voluntad de Dios. El profeta Elías no encontró a Dios en un incendio, ni en un terremoto, ni en un viento huracanado. Lo encontró en un silbo apacible. La voluntad de Dios no es la destrucción. Es más bien el rescate de las víctimas de los desastres, y la reconstrucción de aquello que quedó devastado. En esa tarea de rescate y reconstrucción hay mucho que hacer; se necesitan muchas manos para colaborar con Dios en su misión de reparar al mundo con su amor. Estimada Anny, que Dios llene su vida de bendiciones. Le desea el pastor joel+
La pregunta de una joven a quien llamaremos María, dentro del ejercicio estudiantil llamado “¿Qué le preguntarías a Dios?”, es esta: ¿Por qué se creó el odio? Esta es mi respuesta:
Estimada María: Muchas gracias por su pregunta, y por participar en esta interesante actividad de “¿qué le dirías a Dios?” En realidad es muy buena pregunta, porque tiene que ver con una emoción humana muy intensa, que es el odio.
A veces pudiéramos pensar que el odio es lo opuesto al amor, pero no es así. Lo opuesto al amor es la indiferencia, porque amar es cuidar, es interesarse por otra persona, de modo que se trabaja concretamente por lograr su bienestar. Así pues, lo opuesto a ese interés es la indiferencia, porque ésta es abandono, desinterés, exclusión de las necesidades de la otra persona. Es pensar que el otro no es importante para nada. Es dejar de interesarse por su bienestar.
Indiferencia es tomar decisiones pensando sólo en sí mismo, sin tomar en cuenta que todo lo que hacemos afecta a nuestros semejantes, comenzando con nuestros seres queridos.
El odio es otra emoción, paralela al amor, pero no su contraria. Sí hay lugar para el odio en una vida sana. Es necesario tener un balance entre odios y amores. A los seres humanos no debemos odiarlos. Los odios deben concentrarse en principios o ideas y en los efectos de esas ideas en las personas. Podemos y debemos odiar las acciones de alguien, aunque no a ese alguien que realizó las acciones.
El odio es repulsión. Es asco. En ese sentido es una emoción fundamental para vivir. Esa es la razón de la existencia del odio: es un impulso para mejorar, para deshacernos de lo que nos hace daño y nos contamina. Por eso existe el odio, para hacernos vomitar, para tener repulsión por la injusticia, por la corrupción. El odio es una forma de náusea moral para alejarnos lo más posible de algo que lastima a nuestro ser y a nuestra comunidad.
Querida María, espero y confío que Dios, en su infinita sabiduría, logrará responder mucho mejor a su pregunta, a su manera y en su tiempo. Y le llevará por sus caminos de justicia y verdad. En esa confianza, se despide de usted, el pastor joel+
Un joven a quien llamaremos Juan pregunta: “¿Por qué hay tanto sufrimiento?” Comparto ahora la respuesta que envié:
Muchas gracias por su participación en esta actividad estudiantil “¿Qué le dirías a Dios?” La pregunta que usted hizo es muy profunda, y la comparto plenamente. Espero que en su tiempo y a su modo, Dios pueda responderle con algo que satisfaga su corazón, o que lo deje todavía más inquieto.
Al observar el mundo que nos rodea y nuestra propia historia personal, no podemos ignorar la presencia del sufrimiento por todas partes y en todos los niveles. Hay que admitir que el sufrimiento forma parte de la vida. No hay vida sin sufrimiento. Sin embargo, su pregunta es sobre el origen del sufrimiento.
En el budismo se enseña que el sufrimiento viene como producto de los deseos. Aunque la orientación budista tiende a ser demasiado intimista y personal, demasiado individualista y centrada hacia adentro de sí mismo, en general es cierto que el sufrimiento y el deseo están relacionados. Buena parte del sufrimiento se puede explicar por malos deseos personales y también por malos deseos de alguien más, que victimiza a personas inocentes y las hace sufrir. Hay una buena cantidad de sufrimiento en el mundo que es producto de injusticias, de victimización, de violencia, de la dominación de los fuertes sobre los débiles. De tratar a las personas como cosas, y de darle a las cosas un valor que no deben tener. También hay mucho sufrimiento que simplemente no se puede explicar, que no tiene que ver con ningún deseo, como cuando ocurren catástrofes, tanto naturales como provocadas por la guerra.
Aunque la enseñanza budista dice que para la eliminación del sufrimiento es necesaria la eliminación de todo deseo, nosotros decimos que no hay forma de eliminar todo deseo. No se puede vivir sin el deseo, simplemente porque desear es signo de estar vivo. Lo que decimos es que sí se puede orientar el deseo hacia un solo objetivo, y ese objetivo es Dios en Cristo. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura” (Mt 6:33). Es necesario desear una sola cosa: el reino de Dios.
El sufrimiento es señal de lo imperfecto y descompuesto que está nuestro mundo, alejado de la intención original de Dios. Sólo por medio de Cristo Jesús se recupera ese diseño original que nos ubica dentro del orden perfecto de la vida en Dios. Confío en que Dios también le dará a conocer la respuesta a su pregunta, y quedo a sus órdenes.
Un joven a quien llamaremos "Francisco" quisiera hacerle a Dios esta pregunta: “Si todos somos iguales… ¿Por qué hay tanta desigualdad económica? Además, le diría: ¿qué onda?” Esta es mi respuesta: Estimado Francisco: Creo que a Dios le encantaría tu saludo, y te contestaría igual, con un “¿qué onda?” :-)
Se nota que te interesa el tema de la igualdad, del fin de toda jerarquía y diferencia en la sociedad. En ese sentido te identificas con el meollo del mensaje cristiano, que es que Dios dejó su trono celestial, se quitó su corona y su manto real, y adoptó la condición humana. Se hizo igual a uno de nosotros, en todo, excepto en la maldad. De ese modo, el mensaje cristiano rompe con toda aspiración de jerarquía o de diferencias sociales. Y de hecho, es gracias a un grupo cristiano del siglo XVII (los cuáqueros) que en el idioma inglés no existe otra forma para referirse a la segunda persona singular, más que “you”. Es decir, no existen en inglés las formalidades lingüísticas para demostrar jerarquías, como es en el español, el “usted”. Algunos cuáqueros incluso fueron a dar a prisión por negarse a hacer reverencias al rey o a decirle “su majestad” o “su alteza real”. Sólo le hablaban de tú, en inglés, “you”.
A Dios no le gusta la desigualdad económica. No es idea suya que existan palacios y pobres. No es su voluntad que haya sistemas económicos y sociales en los que sólo se fabrican más y más pobres y menos y menos millonarios. De hecho, te invito a leer en el Pentateuco, el libro de Levítico capítulo 25, del v. 8 al v. 17, donde dice: “En el año de jubileo cada uno volverá a su heredad familiar. Si entre ustedes se realizan transacciones de compraventa, no se exploten los unos a los otros. Tú comprarás de tu prójimo a un precio proporcional al número de años que falten para el próximo jubileo, y él te venderá a un precio proporcional al número de años que queden por cosechar…. No se explotarán los unos a los otros, sino que temerán a su Dios”.
Puedes ver que Dios no desea la formación de una oligarquía de latifundistas que tienen la posesión privada de la tierra, mientras que la gran mayoría del pueblo son peones o jornaleros sin tierra. No es así el proyecto social de Dios. Puedes ver que cada cincuenta años debían devolverse las propiedades a las familias que tenían la tierra originalmente, y perdonarse las deudas, para hacer así un “re-start” económico en el pueblo, con igualdad de condiciones y sin que se forme una clase alta de generación en generación. Por eso, para contestar a tu pregunta, diría que la desigualdad económica sólo indica que nadie está poniendo atención a la palabra de Dios, porque esa desigualdad no es compatible con la intención y la buena voluntad de bendición que tiene Dios para su mundo. Espero que sigas indagando sobre Dios y su palabra, y sobre la manera de acercarte más al camino de Dios. Te saluda tu amigo, el pastor joel+
Señor, bendice a los jóvenes y señoritas que están decidiendo los rumbos de su futuro. Guíales para que encuentren en ti el sentido de su vida.
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