El nuevo Papa comienza con las viejas indulgencias

Nuevo y viejo. Estas dos palabras describen al papa León XIV, elegido por el cónclave como jefe de la Iglesia Católica Romana.

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Es nuevo porque es estadounidense, el primer Papa estadounidense en la historia. Es nuevo porque, aunque no era un desconocido para los observadores especializados, no era una figura popular para la opinión pública. Es nuevo porque se describió a sí mismo como un “misionero” más que como un diplomático o un líder eclesiástico, habiendo pasado muchos años en Perú.

Sin embargo, León XIV también es viejo. Su primera oración fue dirigida a María (Ave María) en lugar de a Jesucristo. Su segunda oración fue una invocación a los santos. Su primer acto fue otorgar una indulgencia plenaria a todos, relanzando así una práctica medieval contra la que luchó la Reforma protestante, pero que sigue siendo una parte muy presente de la teología y la práctica católicas romanas. También es viejo en la elección de su nombre, inspirado en León XIII, quien, a finales del siglo XIX, combinó la exaltación del tomismo como marco de pensamiento católico romano con la preocupación social por los pobres.

Nuevo y viejo. ¿Qué más se puede esperar de un Papa católico romano? Poco se sabe sobre su postura respecto a los temas doctrinales y morales que se debaten en la Iglesia católica. No parece haber tenido nunca relaciones significativas con evangélicos. Nuestra tarea seguirá siendo dar testimonio del mensaje del evangelio de Jesucristo, antiguo pero siempre nuevo, que es distinto de las cosas viejas y nuevas sostenidas conjuntamente por la Iglesia Católica Romana.